Los talibanes advirtieron este miércoles de más ataques contra autoridades del gobierno afgano, un día después de que el ministro de Defensa escapara de un intento de asesinato, mientras los insurgentes intentan controlar varias ciudades del país.
El atentado de la noche del martes contra el ministro de Defensa, Bismillah Mohammadi, llevó la guerra a la capital por primera vez en meses.
Los combates arrecian en el interior del país desde mayo, cuando las fuerzas extranjeras comenzaron la última fase de su retiro, que deberán completar este mes.
En tanto, aviones afganos y estadounidenses intensificaron sus bombardeos contra los insurgentes, y los talibanes dijeron el miércoles que la incursión en Kabul fue su respuesta.
“El ataque es el comienzo de las operaciones de represalia contra los círculos y dirigentes de la administración de Kabul que ordenan ataques y bombardeos en diferentes partes del país”, dijo el portavoz talibán, Zabihullah Mujahid, en un comunicado en redes sociales.
Se trata de la mayor escalada de los talibanes, que habían evitado realizar ataques a gran escala en la capital desde que iniciaron conversaciones con Estados Unidos sobre el retiro de tropas.
Una primera bomba estalló el martes en el centro de Kabul y dos horas después se produjo otro fuerte impacto, seguido de varias pequeñas explosiones y tiroteos cerca de la resguardada Zona Verde, donde se encuentran varias embajadas, incluyendo la estadounidense.
El ministro salió ileso y las fuerzas afganas repelieron el ataque, pero el portavoz del Ministerio del Interior, Mirwais Stanikzai, dijo que ocho personas murieron y varias más resultaron heridas.
Una fuente de seguridad dijo que los insurgentes detonaron un coche bomba antes de incursionar en la casa de un legislador, desde donde atacaron la casa del ministro.
“Los talibanes justificaron este ataque como parte de las acciones de represalia contra agentes del gobierno por sus bombardeos indiscriminados”, comentó a AFP Ibraheem Bahiss, consultor del International Crisis Group.
Agregó que “también es posible que los talibanes no esperaban encontrar tanto sentimiento antitalibán en los centros urbanos de Afganistán”.
La mañana del miércoles se produjo un nuevo estallido en Kabul que dejó tres heridos.
– Sin escapatoria –
La amenaza talibán se produjo luego de que militares afganos lanzaran un contraataque en la ciudad sureña de Lashkar Gah, gran parte de la cual fue tomada por los insurgentes.
El ejército pidió a los 200.000 habitantes de la ciudad evacuar el martes, al iniciar su ofensiva.
El residente Saleh Mohamed dijo que cientos de familias huyeron, pero muchas más quedaron atrapadas en el fuego cruzado.
“No hay cómo escapar de la zona porque continúan los combates”, dijo Mohamed. “El gobierno y los talibanes nos están destruyendo”.
Los insurgentes tomaron control de gran parte del interior y ciudades fronterizas, aprovechando el vacío dejado por el retiro de las fuerzas estadounidenses.
Ahora apuntan a las ciudades, con cruentos combates la última semana alrededor de Herat, cerca de la frontera con Irán, así como Lashkar Gah y Kandahar, en el sur.
La pérdida de Lashkar Gah, capital de la provincia sureña de Helmand, sería un severo golpe estratégico y psicológico para el gobierno.
La ONU dijo que recibió informes de crecientes muertes de civiles y daños a infraestructuras críticas en Helmand y Kandahar.
“Los hospitales y trabajadores de la salud están desbordados por la cantidad de heridos”, dijo el portavoz de la ONU, Stephane Dujarric, este miércoles.
– Crímenes de guerra –
Por su parte, Human Rights Watch (HRW) acusó a los talibanes de ejecutar “sumariamente” a soldados, policías y civiles capturados en áreas bajo su control.
La organización dijo que obtuvo una lista de 44 personas asesinadas por los talibanes en Spin Boldak, una localidad fronteriza con Pakistán tomada en julio por los insurgentes.
“Los comandantes talibanes que supervisan tales atrocidades también son responsables de crímenes de guerra”, sostuvo Patricia Gossman, directoria asociada de HRW para Asia, en un comunicado.
Mientras los talibanes ganan terreno en el campo de batalla, las conversaciones intermitentes entre los insurgentes y el gobierno afgano en Doha, Catar, han logrado poco y parecen haber perdido fuerza.
El consejero de seguridad nacional de Pakistán, Moeed Yusuf, pidió a las dos partes buscar un entendimiento para alcanzar un acuerdo de paz.
Yusuf dijo el miércoles en Washington que las autoridades de Kabul deben dejar de presionar por victorias militares e incluir a más voces afganas en futuras conversaciones.
“Tendrá que haber algún tipo de entendimiento dada la realidad en el terreno, pero la violencia tiene que parar”, declaró.
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