El ex embajador argentino, Gregorio Jorge Dupont, murió ayer. Lo despidieron en las redes sociales antiguos colegas de Cancillería, sus familiares y amigos. Diplomático de carrera retirado, fue uno de los pocos funcionarios del Servicio Exterior de la Nación que durante la última dictadura se enfrentó a la cúpula de la Armada, encabezada por el represor Emilio Eduardo Massera, quien tenía bajo su órbita el control de Cancillería.
En los juicios de lesa humanidad y las causas penales contra los mandos militares, los aportes de “Goyo” Dupont adquirieron trascendencia. Acusó penalmente a Massera por el crimen de la diplomática Elena Holmberg, asesinada tras revelar las maniobras y operaciones clandestinas de la Marina en el Centro Piloto de París (CPP). El CCP era la base de operaciones que plantó el represor en la embajada argentina en Francia con la misión de contrarrestar las denuncias por violaciones de derechos humanos de parte de los exiliados, denominada por las armas militares como “Campaña Antiargentina en el Exterior”.
Aunque era funcionaria de segunda línea de Cancillería, Holmberg tenía llegada a los círculos de poder castrense por su relación como prima hermana del teniente Alejandro Agustín Lanusse. La mujer era una defensora de la dictadura. Participó del CPP como agregada de prensa de la Embajada de Francia y redactaba informes de inteligencia sobre los exiliados destinados al Palacio San Martín, que encabezaba el vicealmirante Oscar Montes, ex jefe del Grupo de Tareas 3.3.2 de la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA).
Pero la presencia de Holmberg era incómoda en París. Se quejaba ante el embajador Tomás de Anchorena por los suntuosos e inexplicables gastos lujosos que se daban los marinos en la representación diplomática. Con el tiempo empezó a generar ruido una información que comentaba a viva voz: las presuntas conversaciones y contubernios secretos entre Mario Firmenich, jefe de Montoneros, con Emilio Massera en Francia, en abril de 1978.
Y Dupont era una de las personas a las que Holmberg contó lo que sabía. Ambos se conocían desde el ingreso al Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN). Elena, que había sido trasladada a Buenos Aires tras la desarticulación del Centro Piloto, le había dicho a periodistas que contaba con un documento y pruebas para terminar con las aspiraciones políticas de Massera. La hipótesis apuntaba a una foto de la supuesta reunión entre el comandante en jefe de la Armada y Firmenich en el Hotel Intercontinental de París, en 1978.
El ex embajador se cruzó casualmente con Holmberg en una avenida de Recoleta y hablaron en el bar Colony. Allí le confirmó no solo la supuesta reunión, sino que el líder de Montoneros le habría entregado un millón de dólares. El dato lo consiguió por el testimonio de dos marinos de la embajada. La información ya había sido publicada en el diario francés Le Monde. Dupont se preocupó y le aconsejó que “no hable más” porque era “peligrosísimo”.
La conversación se produjo a pocos días de la muerte de Holmberg. Fue secuestrada en la esquina de Uruguay y Arenales y por los represores Adolfo Donda Tigel y Jorge Radice el 20 de diciembre de 1978. Sus restos en descomposición aparecieron el 11 de enero de 1979, en el río Lujan. Allegados de Elena habían aportado en el juicio contra Massera que ella estaba intranquila en los días que precedieron a su asesinato. Holmberg buscaba reunirse con su primo, el general Lanusse.
Con una dictadura debilitada y cuestionada públicamente, el año 1982 era un contexto en el que estallaron las causas contra los crímenes y delitos de los altos mandos castrenses. El caso Holmberg tuvo una amplia repercusión mediática, ocupando horas en el programa “Tiempo Nuevo”, el ciclo televisivo que conducían los periodistas Bernardo Neustadt y Mariano Grondona. Los hermanos Enrique y Eugenio Holmberg acusaron frontalmente a Massera por la muerte de la mujer.
Dupont reveló en 1982 durante la investigación judicial lo que sabía sobre el secuestro y crimen de la mujer. Su denuncia tuvo un costo muy alto. El publicista Marcelo Dupont, hermano del diplomático, era amigo de Elena Holmberg. El 30 de septiembre de 1982, Marcelo fue arrojado desde un séptimo piso de un edificio en la calle Ocampo, en Palermo Chico. Según se comprobó, había sido antes torturado salvajemente con una picana eléctrica.
En los juicios de lesa humanidad posteriores, las víctimas liberadas de la ESMA acreditaron que en el centro clandestino de detención ciertos oficiales sugerían su participación en la desaparición de Elena Holmberg.
“Goyo” Dupont corroboró también los dichos de Holmberg en la causa que estuvo a cargo del juez federal Claudio Bonadio, en la que detuvo a la cúpula de Montoneros –Mario Firmenich, Fernando Vaca Narvaja y Roberto Cirilo Perdía– acusados de ser responsables de la secuestro, desaparición forzada y asesinatos de militantes de la organización que en 1979 regresaron al país para participar de “La Contraofensiva Estratégica”, el plan de la guerrilla para derrocar al gobierno de facto. El testimonio de Dupont es una de las principales fuentes históricas sobre la teoría del “pacto” entre la cúpula de Montoneros y la dictadura.
Sin embargo, la dirigencia de la guerrilla siempre desmintió el encuentro secreto y nunca se encontraron pruebas materiales sobre las conversaciones. Sobre el monto entregado a Massera, Roberto Perdía contó a la agencia Télam que “el millón de dólares” podría estar vinculado con el secuestro del cuadro montonero Pablo González de Langarica, alias “Tonio”, que cayó ante el grupo de tareas 3.3.2 en Europa. La patota de la dictadura, según Perdía, quebró a Tonio y robó ese dinero de una de las cuentas que los Montoneros tenían en Suiza, y cuyo monto pertenecía al botín por el secuestro de los empresarios Juan y Jorge Born.
La reconstrucción de esta trama, que expone las intrigas e internas al interior de este sector de las fuerzas armadas, es retratada en el libro Elena Holmberg. La mujer que sabía demasiado (Sudamericana), de la periodista Andrea Basconi.
En lo que respecta a su carrera diplomática, Gregorio Dupont fue separado de su cargo en el Ministerio del Exterior en 1976, tras ser declarado “prescindible” a pedido del almirante Massera. “Goyo”, que prestaba funciones en el Departamento de África y Cercano Oriente de la Cancillería, se opuso con un dictamen a la designación de un embajador extraordinario en Sudáfrica, bajo el argumento de que ese país había sido creado para justificar el apartheid. Cuestionaba esa decisión porque se trataba de una aproximación del régimen militar con el gobierno racista. Desde ese momento recibió amenazas por teléfono.
Con la vuelta de la democracia, Dupont volvió a Cancillería. En los años noventa, ejerció misiones diplomáticas en la República de Zimbabwe, y en el año 2000, lo designaron al frente de la embajada argentina de Israel. En 2004, el ex presidente Néstor Kirchner lo nombró como cónsul de Miami, en Estados Unidos. Los últimos registros de su actividad en el Servicio Exterior de la Nación datan del año 2008.
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