En un alto en sus vacaciones, el Papa visitó a la sobrina de una de las monjas secuestrada y asesinada por Astiz

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En un alto en sus vacaciones -el único desde los primeros días de julio-, en un día insoportablemente caluroso con 35 grados, el papa Francisco viajó por más de media hora hasta Ostia, en los suburbios de Roma, para visitar el parque de atracciones Luna Park de Ostia en el que hace tiempo mantiene un intenso trabajo social Sor Geneviève Jeanningros, la sobrina de Léonie Duquet, una de las dos monjas francesas secuestrada y asesinada por orden del represor Alfredo Astiz durante la última dictadura.

La visita, que tuvo lugar este miércoles, el último día de julio, fue informada oficialmente por el diario vaticano, que destacó el encuentro “con las comunidades del espectáculo itinerante y del circo” y con la monja Jeanningros que, “con la hermana Anna Amelia, lleva a cabo desde hace más de 50 años una pastoral de cercanía con estas personas, a menudo dejadas de lado”.

Lo cierto es que la visita de Francisco, que suele enviar mensajes a través de sus gestos o sus acciones, sobresalió por la recorrida que realizó con la sobrina de Duquet, en medio de la polémica por la visita de un grupo de diputados y diputadas de La Libertad Avanza a Astiz en la cárcel de Ezeiza, que levantó una enorme indignación y una serie de quejas en el Parlamento.

El papa Francisco sonríe durante una recorrida en el Vaticano (Foto: 
EFE/EPA/GIUSEPPE LAMI)
El papa Francisco sonríe durante una recorrida en el Vaticano (Foto:
EFE/EPA/GIUSEPPE LAMI)
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“El Santo Padre llegó alrededor de las 15:05 a bordo del Fiat 500 L, avanzando entre columpios y coches de choque. El arribo del Pontífice estuvo marcado por el chasquido de dos besos saludados por la Hermana Geneviève Jeanningros. Es ella, perteneciente a la Congregación de las Pequeñas Hermanas de Jesús, que hace 56 años reside en una caravana con la hermana Anna Amelia en una pastoral que abraza el legado de Charles de Foucauld de ‘ir allí donde a la Iglesia le cuesta ir’, quien organizó la visita. Ella, la ‘enfant terrible’, como la apodó cariñosamente el Papa, que la ve cada miércoles al final de la Audiencia General, donde la anciana pero audaz religiosa lleva desde hace años a grupos de nómadas, gente del circo y personas LGBT+”, resaltó el Vatican News en su sitio web.

Francisco tiene con ella un vínculo estrecho desde hace años. De hecho, fue Jeanningros quien, por ejemplo, propició un encuentro entre el Sumo Pontífice y uno de los últimos nietos recuperados por las Abuelas de Plaza de Mayo. Pero la reunión de este miércoles cobró otra notoriedad.

En las últimas semanas, legisladores de la oposición peronista y del radicalismo presentaron serios reproches a la visita que los diputados libertarios Beltrán Benedit, Lourdes Arrieta, Alida Ferreyra, Guillermo Montenegro y María Fernanda Araujo realizaron al penal de Ezeiza, para entrevistarse con Astiz y otros genocidas condenados por delitos de Lesa Humanidad.

Antes de la condena a perpetua en el 2011, Astiz había recibido condena en ausencia en Francia por la desapariciones de las monjas Alice Domon y Léonie Duquet, que fueron secuestradas en 1977, torturadas en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) y arrojadas al mar en los tristemente célebres “Vuelos de la muerte”, ordenados por el represor.

El tour carcelario provocó, por caso, una queja airada de la asociación Franceses Desaparecidos en Argentina, que hicieron trascender un comunicado, en vísperas de la visita de Javier Milei a París para la inauguración de los Juegos Olímpicos, con durísimas críticas, bajo el título “¡Francia no olvida!”.

En las últimas horas, Arrieta, una de las diputadas que visitó el complejo penitenciario de Ezeiza habló sobre la reunión, y dijo: “No sabía que era Astiz”.


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