Diez novelas para morir de amor

Libros para el día de los enamorados

14 de febrero, día de los enamorados. El momento ideal para que la pareja se encuentre y alcance un nuevo círculo de intimidad. Una salida romántica, un paseo de la mano, cena con velas y música suave. Y libros. El libro —de papel, digital, en audio— es un mensaje profundo. Es una carta; es decirle al otro “pienso en vos y te conozco y sé que esta novela te va a gustar”. Un libro es una gran manera de compartir el amor.

14 de febrero, día de los enamorados. Qué mejor propuesta que elegir diez novelas para morir de amor.

Julian Barnes (Ulf Andersen/Getty Images)

Niveles de vida, Julian Barnes (Anagrama)

El autor de Hablando del asunto y Arthur & George escribió esta novela como despedida a Pat Kavanagh, la mujer con quien vivió un matrimonio de tres décadas. En el mito de Orfeo y Eurídice, cuando ella muere, los dioses se apiadan de Orfeo y le permiten bajar al averno para traerla de nuevo a la vida con la única condición de que él camine adelante y no voltee hasta que ambos hayan regresado. Pero en el viaje, casi como un acto reflejo, él se da vuelta. “¿Cómo no iba a hacerlo?”, escribe Barnes. “Porque, aunque nadie ‘en su sano juicio’ haría semejante cosa, él está totalmente enloquecido de amor, pena y esperanza. ¿Pierdes el mundo por una mirada? Pues claro que sí. Para eso es el mundo: para perderlo en las circunstancias apropiadas”. Niveles de vida es un libro maravillosamente triste. Una alarma para mirar a quien está a tu lado, para no perderse en el paso del tiempo. “No creo que volveré a verla”, escribe Barnes, y uno tiene que cerrar el libro para ir a abrazar a su pareja.

Margarita, un recuerdo, Aira (Mansalva)

En la vasta lista de títulos de César Aira hay poco lugar para el amor. Margarita, un recuerdo es una de esas novelas en las que sí lo trata. El narrador es un adolescente de pueblo —los narradores de Aira son tan parecidos a él que uno los piensa como si verdaderamente lo fueran—, que se enamora perdidamente de la recién llegada. Margarita es la hija de un hombre condenado a vivir numerosas aventuras políticas y que ahora hace un pequeño alto en su vida, pero que seguirá huyendo y arrastrando a su hija en su periplo. El amor que el narrador siente por Margarita tiene la potencia de quien se sabe un paréntesis. Y cuando se termina, un dique de lágrimas inunda las páginas.

“Esperando a Mister Bojangles” ,de Olivier Bourdeaut

Esperando a míster Bojangles, Olivier Bourdeaut (Salamandra)

“Mr. Bojangles” es el nombre de una canción popularizada por Nina Simone. La novela está narrada por un niño que cuenta la historia de amor de sus padres, dos personas que viven fuera de todo parámetro de normalidad. Por ejemplo, el padre le cambia todos los días el nombre a la madre y, según como él la llama, ella actúa. En la mirada del chico, la pareja vive una historia de amor idílica y bellísima: bailan, invitan a amigos a comer, se olvidan de abrir las cartas, siempre están de fiesta. Pero entonces entra en escena la voz del padre para explicar quién es su mujer y qué enfermedad sufre. Esperando a míster Bojangles es una de esas novelas que tienen la tristeza de la historia y, a la vez, la emoción y el optimismo de un amor inolvidable.

Un reino demasiado breve, Mauro Libertella (Penguin)

¿Cuántas experiencias amorosas —cuántos fracasos— se necesitan para llegar a la adultez? ¿Cómo se cuentan? ¿Cuánto duelen? Luego de Mi libro enterrado (Mansalva), en el que hablaba de la muerte de su padre, el escritor Héctor Libertella, y de El invierno con mi generación (Penguin), en el que se ocupaba del devenir de la amistad adolescente, Mauro Libertella registra en Un reino demasiado breve (Penguin) un nuevo quiebre, el del fin de la primera juventud y el paso hacia una vida adulta. Y lo hace recordando a sus primeras parejas y a todo lo que las rodea: esperanzas, celos, miedos, hastíos, inseguridades. Dicho de otro modo: las asimetrías que se dan en toda relación.

Soledad Silveyra y Claudio García Satur, protagonistas de “Rolando Rivas”, de Alberto Migré

Migré, Liliana Viola (Sudamericana)

Sí, es cierto: Migré, de Liliana Viola, no es una novela. Pero se puede leer como tal, no sólo por la manera exquisita en la que está escrita, sino también por la forma en que (re)construye la vida de un hombre que marcó la educación sentimental del país. El libro es la biografía del autor icónico de la cultura popular argentina, a la vez que el retrato político y social de una época. El Alberto Migré de Viola es escurridizo, pero también dominante y controlador, todavía muy presente para quienes trabajaron con él, aunque hayan pasado diez años de su muerte. Es un enigma a resolver, un misterio. Porque el secreto, materia central de la telenovela, también lo fue en su vida.

Mil veces hasta siempre, John Green (Nube de Tinta)

John Green es el gran escritor de la literatura adolescente. Es el autor de Bajo la misma estrella —que se llevó al cine con protagónicos de Shailene Woodley y Hazel Grace Lancaster—, Ciudades de papel, Buscando a Alaska, etc. Se destaca en sus novelas la manera en que logra captar el sentimiento trágico de la adolescencia. En todas ellas hay un pico de desdicha que no llegan a la frustración, pero que advierte que la vida ha dejado de ser el idilio de la infancia. Su nueva novela, Mil veces hasta siempre, sigue las desventuras de dos amigas que intentan resolver la misteriosa huida de un multimillonario, mientras aprenden las duras lecciones sobre amor y amistad.

Pedro Mairal

La uruguaya, Pedro Mairal (Emecé)

Desde Salvatierra (2008), Pedro Mairal estuvo alejado de la novela. Necesitaba una idea que lo llevara a construir un texto largo. Y casi diez años después la encontró. El argumento de La uruguaya tiene la fuerza de la sencillez. Él mismo lo explicaba en una entrevista de Matías Méndez: “Un tipo [casado] cruza por el día a Montevideo a buscar unos dólares, saltando el cepo cambiario del fin del kirchnerismo y, además, se va a encontrar con una chica. Es una chica que conoció el verano anterior y con la que se está comunicando por email desde hace meses”. Así se abre un universo de incertidumbres que indagan sobre el amor, la paternidad, los miedos, la barrera de los 40. Una de esas novelas que te cambian la forma de ver la vida.

Chica de oficina, Joe Meno (Sigilo)

He aquí una gran novela que no recibió el reconocimiento que merecía. Con una narración muy visual, parece puntuar el guion de una película. Odile tiene 23 años, trabaja como telemarketer y está enamorada de un hombre casado. Ex estudiante de arte; ahora se “dedica” al vandalismo urbano. Jack tiene 25, su mujer lo acaba de abandonar. Trabaja en la misma empresa que Odile. Están atravesando la juventud, son como dos versiones mayores de Holden Caulfield —el protagonista de El guardián entre el centeno— que viven una historia de amor bajo la nieve. Y son dos jóvenes en bicicleta que hacen cosas inquietantes.

Gabriela Margall

Huellas en el desierto, Gabriela Margall (Vergara)

Para quienes su educación sentimental estuvo atravesada por los misterios que resolvían Hercules Poirot y Miss Marple, he aquí una historia para disfrutar. Como si fuera uno de aquellos icónicos detectives, Gabriela Margall (El secreto de Jean Austen) devela en Huellas en el desierto la pasión que vivió Agatha Christie al conocer al joven arqueólogo Max Mallowan durante una expedición a Irak. Agatha, que creció bajo estrictas normas victorianas, era todavía joven —y ya divorciada— cuando viajó al Oriente Medio en compañía de un matrimonio de exploradores y de Mallowan, con quien, a pesar de todas las barreras —su estado civil, la diferencia de edad, la timidez—, terminarían enamorándose. Huellas en el desierto habla de esta “segunda primavera” —tal como la propia Christie se refiere al hablar de Mallowan en su autobiografía—, que aparece como una fuerza incontenible en medio del páramo.

Once tipos de soledad, Richard Yates (Fiordo)

Hace un tiempo, cuando salió la primera edición, Guillermo Martínez —el autor de Crímenes imperceptibles y La mujer del maestro, entre otros— decía: “Los libros extraordinarios, y Once tipos de soledad lo es, deberían venir, como el frasquito de Alicia, con un rótulo que dijera ‘Léeme’, para poder distinguirlos en el lugar donde es más fácil pasar por alto un libro extraordinario: las mesas de novedades de una librería”. Once tipos de soledad es uno de los mejores libros que vas a leer en la vida. Son personajes enfrentados a los mayores dilemas existenciales justo en el punto de inflexión, en el que un gesto o una decisión pueden cambiar todo. y la traducción de Esther Cross es fabulosa.

Keira Knightley protagonizó la versión fílmica de “Expiación” (AFP)

Bonus tracks

Si te gustaron algunos de los títulos mencionados, podés seguir con:

Poema en viñetas, Dino Buzzati: Orfeo y Eurídice en la versión del gran autor y artista italiano. Ahora Orfeo es una estrella de rock y Eurídice una chica de la que se enamora apenas ve bajar de un taxi y meterse en un club en un sótano. Escrita como una novela gráfica, cada página es para enmarcar.

Expiación, de Ian McEwan: ¿Qué pasaría si, ingenuamente, quebrás el destino de una pareja que vivía un amor en secreto? La literatura como reparación es uno de los tópicos de esta novela majestuosa, que fue llevada al cine por Joe Wright y estuvo nominada a mejor película.

Stoner, John Williams: Gracias a Ian McEwan, que la mencionó en una entrevista de la BBC, se recuperó una de las novelas más hermosas jamás escritas. Stoner es la historia mínima sobre un hombre que se enamora de la literatura. Es una novela para quienes tenemos fe en los libros, una novela para los que pensamos que la literatura es casi un superpoder.

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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

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