
Este viernes, el ex director de Pemex, Emilio Lozoya Austin, investigado por la compra fraudulenta de plantas fertilizantes y por haber recibido sobornos de Odebrecht, llegó al Reclusorio Norte de la Ciudad de México, tras refugiarse durante varias semanas en la mansión de un empresario ruso , en la urbanización La Zagaleta, en España.
Eran minutos antes de las 06:00 horas, cuando el ex titular de la petrolera mexicana durante el gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018) arribó a una de las prisiones más grandes de la capital mexicana, localizada en la colonia Guadalupe Chalma de la alcaldía Gustavo A. Madero.

En la cárcel —con más de 8.7000 internos — se encuentran confinados miembros del Cártel de Sinaloa; el líder y fundador de la Unión Tepito, Ricardo Castillo alias “El Moco”; Gildardo López, “El Gil”, miembro de Guerreros Unidos y presunto responsable de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, y criminales de cuello blanco como el abogado Juan Collado —preso por lavado de dinero y delincuencia organizada — y el ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte.

Es sabido que todo tiene un precio dentro de la prisión. Además de la saturación y hacinamiento, prevalece la comisión de delitos, desde el cobro por el “pase de lista” y el “uso de suelo”, pasando por la extorsión, la venta y distribución de droga, el uso de celulares con los que se realizan extorsiones y secuestros, hasta violaciones y asesinatos.
Según denuncias de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, presos del Reclusorio Norte han presentado quejas agresión física y psicológica, falta de cuidados médicos, seguridad jurídica y atentados contra la inseguridad personal.

Pero no todos los reos sufren maltratos de este tipo. Los llamados “padrinos del reclu” tienen acceso a celdas aisladas del resto de la población y pueden obtener lujos como televisión por cable, celulares e internet.
Tienen, además, la posibilidad de contratar “monstros”, otros reclusos que fungen como asistentes que realizan mandados para los privilegiados y aseo de los sitios en donde duermen.
Los internos que pagan por estar en las “celdas VIP” tienen acceso a visitas conyugales en espacios privados dentro de un edificio llamado “La íntima”. A diferencia del resto de los presos que reciben a sus esposas en el patio, solamente cubiertos por casas de campaña y cobijas.

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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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