Así empieza la novela que García Márquez dejó al morir

El escritor colombiano Gabriel García Márquez, en una fotografía de archivo. (EFE/Mario Guzmán)
El escritor colombiano Gabriel García Márquez, en una fotografía de archivo. (EFE/Mario Guzmán)
(Mario Guzman/)

Le importaba la vida, sobre todo la vida. Así que Gabriel García Márquez les dijo a sus hijos que tras su muerta hicieran con su obra lo que les pareciera mejor. El escritor murió el 17 de abril de 2014, hace casi diez años. Y sus hijos decidieron publicar esa novela que había dejado terminada pero sin revisar y que se tituló En agosto nos vemos. La novela estará en las librerías de América y Europa desde esta semana.

“Volvimos a leer el libro y nos dimos cuenta de que estaba en mejor estado del que recordábamos. Entonces, decidimos que valía la pena rescatarlo y lo que se hizo fue una edición óptima de todas las varias versiones que él tenía. En ningún momento se alteró el texto, no hay nada allí que él no haya escrito. El libro es la mejor versión de lo que él escribió”, le contó Rodrigo García Barcha a Infobae.

Algo había mostrado de este texto el propio García Márquez. En 1999, en la Casa América de Madrid, el colombiano había leído un relato y contado que era parte de una novela que estaba escribiendo. Pasó mucho tiempo y aquí la tenemos. Estos son los primeros párrafos, el aliento del creador de Cien años de soledad, otra vez con nosotros.

En agosto nos vemos

Volvió a la isla el viernes 16 de agosto en el transbordador de las tres de la tarde. Llevaba pantalones vaqueros, camisa de cuadros escoceses, zapatos sencillos de tacón bajo y sin medias, una sombrilla de raso, su bolso de mano y como único equipaje un maletín de playa. En la fila de taxis del muelle fue directa a un modelo viejo carcomido por el salitre. El chofer la recibió con un saludo de amigo y la llevó dando tumbos a través del pueblo indigente, con casas de bahareque, techos de palma amarga y calles de arena ardiente frente a un mar en llamas. Tuvo que hacer cabriolas para sortear los cerdos impávidos y a los niños desnudos que lo burlaban con pases de torero. Al final del pueblo se enfiló por una avenida de palmeras reales donde estaban las playas y los hoteles de turismo, entre el mar abierto y una laguna interior poblada de garzas azules. Por fin se detuvo en el hotel más viejo y desmerecido.

Portada de la novela póstuma de Gabriel García Márquez, En agosto nos vemos - crédito www.penguinlibros.com
Portada de la novela póstuma de Gabriel García Márquez, “En agosto nos vemos”. (penguinlibros/)

El conserje la esperaba con la ficha de inscripción lista para firmar y las llaves de la única habitación del segundo piso que daba a la laguna. Subió las escaleras con cuatro zancadas y entró en el cuarto pobre con un olor de insecticida reciente y casi ocupado por completo con la enorme cama matrimonial. Sacó del maletín un neceser de cabritilla y un libro intonso que puso en la mesa de noche con una página marcada por el cortapapeles de marfil. Sacó una camisola de dormir de seda rosada y la puso debajo de la almohada. Sacó también una pañoleta de seda con estampados de pájaros ecuatoriales, una camisa blanca de manga corta y unos zapatos de tenis muy usados, y los llevó al baño


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