Luis Miguel Pascual
Hautacam (Francia), 21 jul. Cuando los anales glosen la victoria de Jonas Vingegaard en el Tour de 2022 tendrán que dedicar un capítulo especial a Wout van Aert, el ciclista más influyente de esta edición, que ha pesado en la carrera más que ningún otro y ha contribuido a llevar al danés a su primera gran vuelta.
El belga es el estilete del equipo Jumbo, gran dominador de una edición en la que se disponen a enfundarse el maillot amarillo, el de puntos rojos de rey de la montaña y el verde de la regularidad, todos a los que optaban. Gracias a su potencia, han contribuido a derribar al esloveno Tadej Pogacar, que partía como el principal favorito para sumar su tercer Tour consecutivo.
Su trabajo incansable en cada una de las etapas ha contribuido a la victoria de Vingegaard en la general, pero también a que el Tour vaya camino de convertirse en el más rápido de la historia.
“La de este jueves ha sido una obra maestra del equipo”, dijo el danés tras imponerse en el Hautacam, con especial agradecimiento a dos compañeros, Van Aert y Sepp Kuus.
El belga se escapó nada más lanzarse la carrera y aguantó hasta la subida final, donde impuso un ritmo elevado que acabó por sacar de rueda a Pogacar. “No necesité atacar”, reconoció Vingegaard, que con el esloveno desarbolado solo tuvo que rematar la faena.
Algo parecido sucedió en la undécima etapa, con final en el Granon. Entonces fue el esloveno Primoz Roglic quien contribuyó a desgastar a Pogacar, que sufrió una pájara en la última subida y acabó cediendo el liderato.
ESCUDERO
El ciclista del UAE inició una labor de acoso al maillot amarillo, pero el Jumbo y en especial Van Aert, le han protegido en todo momento.
El belga ya fue de una gran ayuda en la etapa 5, la de los adoquines, cuando limitó las pérdidas de Vingegaard que se quedó descolgado y, gracias a su ayuda, solo perdió 13 segundos.
En cada etapa, Van Aert ha dejado alguna pincelada de su potencia, un soldado inagotable que ha tenido tiempo y energía para sumar dos triunfos de etapa, en la 4 en Calais y en la 9 en Lausana, y cuatro segundos puestos, además de garantizarse el maillot verde de la regularidad.
“Es un orgullo formar parte de este equipo, me da mucha confianza”, señaló Vingegaard.
La influencia del belga en la carrera también puede medirse en el poder de intimidación que tiene sobre los rivales, ya que basta con que reciba la orden de acelerar para que el ritmo de la carrera suba de forma exponencial.
Van Aert, que se ha ganado el apelativo de “navaja suiza” por su capacidad para brillar en todos los terrenos, en llano, en montaña, contrarreloj o al “sprint”, ha sabido canaliza su fuerza en favor del maillot amarillo sin descuidar sus propias ambiciones.
El belga cruzó la meta de Hautacam en tercera posición, solo superado por Vingegaard y Pogacar, y apretando el puño por la victoria de su compañero que deja sentenciado el Tour.
“Atacar es algo que me gusta. Lo he hecho desde el primer kilómetro y ha sido una de las jornadas ciclistas más increíbles de mi vida”, señaló el belga.
Su fortaleza es tal que hay quien se pregunta si no podría disputar la general del Tour.
“La forma en la que he terminado en Hautacam me hace preguntármelo también a mi. Ha sido un buen test. Pero lo cierto es que lo he hecho un día después de haber perdido 20 minutos. Para ganar el Tour hay que estar arriba todos los días y no sé si estoy preparado para eso”, aseguró.
Vingegaard no siente tampoco la amenaza. El danés, modesto, sabe lo que es compartir liderazgo en uno de los mejores equipos del mundo.
“Van Aert es uno de los mejores del mundo en todos los terrenos, pero no creo que haya rivalidades, no creo que tenga ambiciones en la general y si las tiene compartiré el liderato como hice con Roglic. Es mejor tener dos líderes en un equipo”, indicó. EFE
lmpg/apa
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