Una Europa envejecida pierde respeto y autoridad

Una bandera de la Unión Europea (UE) ondea ante el Parlamento de Londres, Reino Unido: Chris Ratcliffe/Bloomberg
Una bandera de la Unión Europea (UE) ondea ante el Parlamento de Londres, Reino Unido: Chris Ratcliffe/Bloomberg

No es sorprendente ver a Irán capturar a un buque de bandera británica en respuesta al petrolero incautado en Gibraltar. Irán sabe que Gran Bretaña ya no es la antigua Gran Bretaña, y que Europa ya no es la solía ser. También se puede decir que el espíritu de la OTAN no está en su mejor momento.

El juego politico internacional es similar al deporte. Sus posibilidades de ganar están sujetas a su condición física, juventud, habilidad, paciencia y tambien a la buena distribución de roles cuando se trate de un juego en equipo. Las posibilidades del gran jugador que fue Europa hoy se ven reducidas no solo en ganar nuevos desafíos, sino en mantener las victorias anteriores.

El carguero británico Stena Impero, capturado por Irán
El carguero británico Stena Impero, capturado por Irán

Analizar dirigencialmente Europa y encontrar hoy una figura politica europea excepcional, podria ser frustrante. Aunque a la democracia no le gustan los hombres fuertes con tendencia al liderazgo desbordado. Hoy las redes sociales eliminan rápidamente las auras de cualquier aspirante a traves de rumores y escándalos. La época en la cual los grandes acontecimientos dieron a luz a hombres extraordinarios, ha terminado.
Francia no encontró a otro Charles de Gaulle o a “un mago” como François Mitterrand. Ahora es muy fácil desprestigiar al presidente que vive en el Palacio Elíseo. Esta es la realidad de Francia y la de otros países.

Angela Merkel se está preparando para irse sin que Alemania haya encontrado aun un canciller de alto nivel que pueda suplantarla. Nada sugiere que Alemania pueda dar a luz a un hombre como Konrad Adenauer, quien la sacó de los escombros y la condujo al camino de la democracia, la prosperidad y la estabilidad. Tampoco parece poder encontrar un líder como Helmut Kohl, quien aprovechó, inteligentemente, la oportunidad histórica creada por el derrumbe del muro soviético y reunificó Alemania sin una sola gota de sangre.

Emmanuel Macron y Angela Merkel (AFP)
Emmanuel Macron y Angela Merkel (AFP)

Gran Bretaña sufre de la misma enfermedad. El prometedor Boris Johnson conoce la historia. Johnson sabe que no es suficiente sentarse en la oficina de Winston Churchill para volverse como Churchill. Tampoco alcanza con sentarse en el sillón de Margaret Thatcher para merecer el título de Iron Man.

Este es un tiempo europeo muy normal, de una dirigencia mas bien común, predecible y estándar”, pero mucho más peligrosa para la estabilidad de Europa. Es la era de los líderes nacidos a través de Twitter, Facebook y otras plataformas de redes sociales.

Europa no esperaba lo que sucedió en las ultimas décadas. El muro de Berlín se derrumbó y volvió la Alemania unificada. El muro cayó igual que el modelo soviético y Europa abrió sus brazos a los estados que escapaban de la ex-URSS. La OTAN hizo lo propio, todos pensaron que la era estadounidense había comenzado y que el mundo viviría bajo la custodia de la única superpotencia. Europa miró la Rusia de Yeltsin y la vio girar, y todos vimos a los oficiales del Ejército Rojo vendiendo por sus uniformes en las calles de Moscú por unos pocos dólares.

Sin embargo, Europa no percibió que Rusia estaba profundamente preocupada por los dictados y consejos de los embajadores occidentales y que se estaba preparando para vengar la escena del suicidio soviético. Tampoco entendió lo que sucedió cuando Boris Yeltsin, con su anunció de renuncia y partida estaba colocando a la agonizante Rusia bajo la custodia de un coronel que vivía cerca de la muralla alemana en el momento de su colapso: el coronel era Vladimir Putin, un hombre que dominaba por completo los pasillos y las oficinas de la KGB, al igual que el arte de esconder sentimientos y dirigir golpes severos con guante de seda.

Europa parecía un tren con diversos compartimentos que viajaba hacia el progreso y la prosperidad descansando sobre un enorme legado de revoluciones, descubrimientos, ideas y luces, pero nunca vio venir a la Rusia del coronel Putin.

Así, los europeos comenzaron otro tiempo en que fueron distanciándose de una realidad que les costaba comprender. El viejo continente colocó todo en un sueño común, una moneda unificada y fronteras abiertas que se convertirían en un pasaje seguro para el flujo de bienes, turistas e ideas. Los conflictos se limitaron a disputas sobre presupuestos, el precio del queso francés o los vinos italianos antes de que Yugoslavia volara en pedazos para recordarle a Europa los demonios de las crisis de identidad y el olor a sangre.

Europa perseguía sus sueños y diferencias mientras China se levantaba de su largo sueño. Los herederos del comunismo chino trasladaron la tumba de Mao al lugar de retiro final y lanzaron la reforma y modernización más grande de la historia. El país, que estaba repleto de pobres que se aferraban al “libro rojo” decidió apoderarse de su destino y cambiar su ubicación y su futuro.

Así, bajo la estricta supervisión del Partido Comunista, millones de chinos salieron de la pobreza y el país ha entrado en una carrera frenética para alcanzar y participar profundamente de la revolución tecnológica. Los europeos despertaron un día y descubrieron que China se convirtió en la segunda economía más grande del mundo.

En los últimos años Europa se encontró con tres jugadores preocupantes. Un presidente estadounidense que dirige su país y el mundo incluso a través de Twitter y pide al viejo continente que pague por su protección el doble de presupuesto de su defensa; un presidente ruso, que no se avergüenza de anexar Crimea y desestabilizar a Ucrania para castigar a la OTAN por acercarse a Rusia; y un presidente chino que lanza su ofensiva económica y tecnológica refrescando la ruta de la Seda y el sueño de la nueva era china.

Donald Trump (Foto: Reuters)
Donald Trump (Foto: Reuters)

Mientras tanto, el rostro de la Unión Europea se fue arrugando y envejeciendo. Sus países viven a diferentes velocidades en lo económico, político y cultural. Las últimas elecciones enviaron diferentes señales. Una parte de los europeos aparecen cansados del sueño que muchos creían que era irreversible. La extrema derecha emergió en más de un lugar y la ola populista ha empujado voces inquietantes al Parlamento Europeo aprovechando el fracaso de las políticas de integración y la descontrolada afluencia de refugiados.

Entonces, Gran Bretaña, que siempre había dudado de la sinceridad y los sentimientos europeos de De Gaulle, dio el golpe más duro al elegir el divorcio de Europa a traves del Brexit.

Hoy, Europa se parece a un grupo de barcos que se preparan para navegar en diferentes direcciones. La llegada de Boris Johnson es una prueba clara de ello. El gran jugador europeo que siempre fue tan lucido y preparado para las situaciones difíciles ha envejecido.

Envejecer debe ser digno y honorable para el hombre. Para Europa pareciera ser un castigo y una cita con el ocaso y la desintegración.



FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

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