Tal como su propio equipo se había encargado de anunciar, el pasado jueves Horacio Rodríguez Larreta lanzó formalmente su candidatura presidencial. Y lo hizo con un inusual spot de más de dos minutos de duración, no sólo cargado de simbolismos e imágenes, sino también con un discurso que dejó varias definiciones muy claras y no pocos mensajes implícitos dirigidos a algunos dirigentes de su propio espacio.
El video, que fue lanzado a las 20.23 horas, buscando reforzar la apelación larretista a la pretendida mística de la “generación del 23″ llamada a refundar el país, fue filmado en Santa Cruz, en el majestuoso paisaje del Cabo Vírgenes, descubierto por Fernando de Magallanes en 1520. No sólo la locación elegida remite necesariamente al nacimiento del fenómeno del kirchnerismo en dicha provincia patagónica, sino que además el faro de Cabo Vírgenes ha orientado por más de un siglo a los navegantes que se aventuran por el desafiante Estrecho de Magallanes (paso que comunica el Atlántico con el Pacífico), constituyéndose asimismo como el hito del kilómetro cero de la Ruta 40, la más larga de la Argentina, que se extiende por 5224 km hasta el límite con Bolivia.
Si a esas imágenes de altísimo valor simbólico -Santa Cruz, un faro que orienta a quienes se aventuran en aguas turbulentas, el punto de partida de un camino que une la Argentina de sur a norte- le sumamos un discurso con un fuerte contenido antigrieta, el posicionamiento y la estrategia elegidas por el Jefe de Gobierno comienzan a perfilarse con mayor claridad.
Ya lanzado oficialmente, Rodríguez Larreta comenzó un raid mediático que, pronto complementará con más viajes al interior y la presentación de sus propuestas de gobierno. En Tres de Febrero, acompañado por el intendente local, insistió con las dos grandes promesas que había explicitado en el spot: “Terminar con las divisiones y lograr una transformación productiva”. Además, insistió en los atributos que intentará potenciar durante su comunicación de campaña, y con el que buscó inocularse en el guión del spot frente a las críticas que apuntan a su falta de carisma o su tibieza: la experiencia, el trabajo y la moderación.
Sin embargo, fue otro pasaje del spot el que no pasó desapercibido entre sus socios del espacio. Cuando dijo que “los únicos que se benefician con la grieta son los que la abrieron, los que se aprovechan de ella”, advirtiendo incluso que “los que la usen son unos estafadores”, resulta inevitable pensar en un mensaje a los “halcones” del PRO como Mauricio Macri y Patricia Bullrich. La propia reacción de esta última pareció confirmar en qué clave se decodificó internamente este mensaje. Desde Twitter rápidamente respondió: “No hay lugar para dialogar con quienes son parte del problema y profundizan la decadencia de nuestro país”. Incluso precisó en un hilo de la red social algunos de los nombres con los que considera imposible dialogar, sentenciando -en una evidente alusión al alcalde porteño-, que “no hay lugar para respuestas tibias ante la triste realidad que sufren los argentinos”.
Así las cosas, y más allá de las diatribas y pirotécnica verbal propias de una interna como la de JxC, la estrategia de Larreta parece clara: con su mensaje moderado, buscará interpelar no sólo a quienes votaron a Macri en 2015 y luego se sintieron defraudados en sus expectativas, sino también que a quienes acompañaron a Alberto Fernández en 2019 pero le dieron la espalda dos años más tarde. En otras palabras, una apuesta a captar a quienes no se identifican ni con Cristina Kirchner ni con Mauricio Macri.
Ahora bien, a la luz del actual clima de opinión pública, ¿es una apuesta estratégicamente inteligente?, o ¿entraña una apuesta de riesgo? Claramente se trata de una apuesta audaz, y en un escenario donde una porción importante de la clase dirigente sigue procrastinando, la audacia de salir de esa zona de confort que para muchos es la “grieta”, es una novedad interesante.
Sin embargo, no está exenta de riesgos. Si bien es cierto que desde hace tiempo los argentinos vienen expresando cierta sensación de hartazgo frente a las actitudes que remiten a lo que se conoce como “grieta”, resulta evidente que hoy las prioridades de los ciudadanos pasan por otro tipo de cuestiones. Además, si bien las encuestas dan cuenta de que en los últimos 6 meses JxC perdió pérdida entre 6 y 8 en razón del rechazo que provocan en el electorado los enfrentamientos internos, no debería perderse de vista que en las PASO, donde votan los más convencidos, el voto macrista seguirá siendo central. La pregunta, entonces, es si con este discurso anti-grieta podrá Larreta fidelizar una parte importante del núcleo duro de votantes del expresidente, o esos votos buscarán una representación más fiel en Bullrich.
En este contexto, el “Rubicón” para Larreta parecen ser las PASO, que seguramente lo obligarán por momentos a “calibrar” su discurso sin desperfilarse. Si supera esa prueba, en las generales tendrá mucho potencial para crecer.
Como se dijo, una apuesta tan audaz como riesgosa. Una apuesta que el alcalde parece estar dispuesto a hacer y de la que es plenamente consciente. Es que sabe que una cosa es “ganar”, pero otra muy distinta será “gobernar” un país como el nuestro en el futuro próximo. El mismo precandidato lo expresó con claridad al reconocer que se “puede ganar una elección con la grieta pero no se puede gobernar y mucho menos transformar”.
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