¿Un teléfono inteligente que dure una década? Sí, es posible

Especial para Infobae de The New York Times.

¿Cómo se vería un teléfono inteligente que pudiera durar diez años?

Es una pregunta sobre la que la mayoría de nosotros no ha tenido el lujo de reflexionar. Esto se debe a que muchos teléfonos inteligentes están diseñados para ser remplazados cada dos o tres años. Además, Apple, Samsung y otros fabricantes de teléfonos develan cada año nuevos modelos —junto con grandes campañas de mercadotecnia— que nos animan a renovar nuestro dispositivo.

Sin embargo, ten paciencia y fantasea un momento.

Si un teléfono inteligente fuera diseñado para durar una década, probablemente estaría hecho de tal manera que con solo abrirlo podríamos remplazar partes como una batería que ya no retiene la carga o una pantalla rota. Muchos de sus componentes podrían ser renovados: si quisieras una cámara mejor, podrías simplemente cambiar una vieja por una más nueva y poderosa. También podrías descargar actualizaciones de software del fabricante del teléfono de forma indefinida.

Sensible y sustentable, ¿no?

Pensar en cómo sería un dispositivo así es especialmente relevante ahora que vuelve a empezar la temporada de teléfonos: esa época del año en la que las empresas tecnológicas nos bombardean con nuevos modelos. El miércoles, Apple develó el iPhone 14, el cual tiene un parecido impactante con sus predecesores. También esta semana, Google anunció planes para presentar nuevos teléfonos Android en octubre. Y el mes pasado, Samsung introdujo una serie de teléfonos celulares que se doblan como libros.

Estos productos recién salidos del horno enfatizan cómo los teléfonos inteligentes no están hechos para la longevidad. La mayoría de los dispositivos vienen fuertemente sellados con pegamento para que no te metas en ellos. Las partes, como las cámaras y las pantallas, son imposibles de renovar a la carta. Las actualizaciones de software están garantizadas tan solo durante una cantidad finita de tiempo: lo más común es que sean dos años para los Android y unos cinco años para los iPhone.

Mantenernos como dueños de teléfonos inteligentes durante estos ciclos cortos es bueno para las empresas tecnológicas y sus arcas, pero tal vez no tanto para nosotros y nuestras carteras.

Don Norman, un exvicepresidente de tecnología avanzada en Apple y el autor de casi dos docenas de libros sobre diseño, comentó que los fabricantes de teléfonos inteligentes eran los culpables de tratar la tecnología para el consumidor como si fuera ropa de moda, lanzando productos cada año que se vuelven más difíciles de reparar y agregando funciones que aceleran la obsolescencia.

“Se busca que la computadora sea una pieza de metal y lo más delgada posible”, comentó Norman. “Entonces, tendrías hacer la batería sin carcasa para que sea muy difícil llegar a ella. Utilizas pegamento en vez de tornillos”.

Sin embargo, la idea de un teléfono que dure más no tiene por qué ser una fantasía. Ya existe uno: el Fairphone 4 de la empresa emergente Fairphone en Ámsterdam con un precio de 580 dólares. El Fairphone, de venta exclusiva en Europa, tiene una cubierta de plástico que se puede quitar con facilidad para exponer sus entrañas. Sus componentes se pueden cambiar tras quitar unos pocos tornillos comunes y corrientes.

La idea detrás del Fairphone es que, si quieres un teléfono con nueva tecnología, puedes tenerlo sin tener que remplazar por completo tu dispositivo actual… y si algo sale mal con el teléfono, como que se te caiga, se pueda arreglar con facilidad. Esto vuelve al Fairphone la antítesis de la mayoría de los teléfonos inteligentes de la actualidad y demuestra cómo las empresas tecnológicas pueden diseñar los dispositivos de formas distintas, en favor de la durabilidad y la sustentabilidad.

Cómo podría ser el equipo

Toma tu iPhone o tu Android y míralo de cerca. Fíjate cómo está cerrado muy ajustado con tornillos peculiares que necesitan destornilladores especiales. Apple incluso inventó su propio tornillo.

No obstante, el Fairphone viene con un pequeño destornillador que te invita a abrir el teléfono. Por lo tanto, cuando comencé a probarlo, eso fue lo primero que hice.

Desarmar el Fairphone fue pan comido. Tras quitarle la cubierta de plástico se reveló una cámara, una batería, unos altavoces y otros componentes. Estaban sujetos con tornillos comunes que se podían quitar con rapidez con el destornillador. En menos de cinco minutos, quité todas las partes. Más o menos en la misma cantidad de tiempo, volvía a ensamblar el teléfono.

La experiencia de desarmar el teléfono fue empoderadora. Tuve la confianza en que, si debía hacer alguna reparación o algún mantenimiento básico, como ponerle una nueva cámara o batería, podría hacerlo en minutos y por poco dinero (Fairphone cobra 30 dólares por una nueva batería y 80 dólares por una cámara nueva).

Por otro lado, desensamblar mi iPhone fue una pesadilla.

Cuando desarmé el dispositivo de Apple durante una prueba anterior, tuve que quitar los tornillos patentados con un destornillador especial y derretir el pegamento que mantenía junta la carcasa. Para quitar la batería, tuve que usar pinzas para tirar de las diminutas bandas de pegamento que tenía debajo. Aunque con el tiempo pude remplazar la batería, rompí la pantalla del iPhone en el proceso… y la pantalla sustituta me costó unos 300 dólares.

La cubierta de plástico del Fairphone no es bonita y es probable que salga disparada si el teléfono se cae en una superficie dura. Sin embargo, sería aún menos divertido que se te caiga un teléfono Apple o Samsung cuya parte trasera es de cristal, para que se haga pedazos y la reparación te cueste cientos de dólares (o deba ser remplazada).

Cómo fue usarlo

Usar el Fairphone fue bastante extraordinario. Tiene un software vainilla de Android, esto quiere decir que puede cargar aplicaciones de Google y software descargado por medio de Play Store.

No obstante, Eva Gouwens, directora ejecutiva de Fairphone, comentó que la empresa estaba comprometida con brindarles actualizaciones de software a sus teléfonos durante el mayor tiempo posible. Estas actualizaciones son cruciales para proteger tu equipo de los últimos ciberataques y softwares maliciosos; también garantizan que las últimas aplicaciones funcionen en tu teléfono.

Un modelo de Fairphone que salió hace seis años sigue obteniendo actualizaciones de Android. La mayoría de los teléfonos Android dejan de recibir actualizaciones después de dos años.

Fairphone señaló que estaba ganando dinero, tras generar ganancias de unos pocos millones de euros en 2020 y 2021. Más allá de la venta de teléfonos y las partes fáciles de instalar, la empresa está experimentando con la venta de servicios como ayudar a la gente a reparar sus dispositivos o mantener el software de sus teléfonos inteligentes, comentó Gouwens. Es un flujo lento y constante de ingresos, en contraste con el modelo más veloz de venta de teléfonos nuevos cada año.

“Si diseñas un teléfono que dure y tus usuarios realmente se quedan el dispositivo y lo usan más, te vuelves más rentable”, mencionó Gouwens.

Qué opinamos sobre nuestra tecnología personal

Esta columna no busca recomendarle a la gente que se compre el Fairphone 4.

El asunto más general es que las empresas tecnológicas con una riqueza increíble podrían hacer un mejor trabajo para que sea más fácil reparar sus teléfonos y estos sean más amables con el medioambiente y nuestras carteras. Y nosotros, como consumidores, podríamos hacerlo mejor cambiando nuestra manera de concebir la tecnología personal, comentó Norman.

“Los consumidores sí tienen un poder significativo, pero solo si la gente se alía”, opinó.

Un paso importante es darles mantenimiento a nuestros dispositivos como si fueran nuestros autos: por ejemplo, considera llevar un dispositivo descompuesto a un taller antes de recurrir a remplazarlo. Otra acción es rechazar el bombo publicitario sobre cada función gradual que se introduce con cada teléfono nuevo.

Porque, si ya estamos contentos con nuestros teléfonos inteligentes, seguiremos estándolo… siempre y cuando funcionen. Y ahora sabemos que algunos modelos pueden funcionar durante mucho tiempo.


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