El asesinato había sido registrado por cámaras de seguridad, pero aun luego de haberlas revisado incontables veces, la policía del condado de Santa Clara, California, no logró obtener más que una imagen borrosa del homicida, que apenas servía para una descripción general. Se veía que el auto en el que se iba, dejando el cadáver de Rufino Benítez, de 25, en un estacionamiento desolado de la ciudad de San José, era un Mercedes Benz gris, pero no el número de la licencia.
Los seis casquillos de balas que se recuperaron fueron enviados al laboratorio forense, pero no condujeron a nada. Semanas más tarde el caso se había enfriado.
Hasta que el sargento Mark Babione, retirado de la policía de Salinas, quien superaba el tedio de la jubilación haciendo trabajo forense por cuenta propia cada tanto, encontró una pista. Su observación condujo al arresto de Uriel Cabrera, un hombre de 31 años enamorado de su pistola .38 Super, una favorita de los capos narco, tras un proceso similar al de series como CSI, comparó East Bay Times.
El 5 de mayo de 2018 Benítez se reunió con sus amigos para festejar el día de la Batalla de Puebla (y tradicional celebración entre los latinos, con comida y bebida mexicana) en El Culichi VIP, una taquería en San José Este. En un momento fue al baño y, al salir, dijo a sus amigos que se había peleado a puñetazos con otro hombre.
Pocas horas más tarde, en la madrugada del día 6, dos detectives de homicidios de la ciudad, Jesús Mendoza y Todd Jennings, recibieron la orden de acercarse a un estacionamiento cerca de Story Road y la avenida Jackson. Allí encontraron el cadáver de Benítez, quien había sido baleado varias veces en el pecho.
Durante los días siguientes Mendoza y Jennings averiguaron algunos detalles. En las cámaras del restaurante se ve a Benítez salir en su automóvil, camino a la casa de un amigo donde pensaba pasar la noche. También se ve salir detrás a alguien en un Mercedez gris.
El resto se sigue en las cámaras del estacionamiento donde murió Benítez. Primero se detiene frente a una tienda de celulares y se baja del automóvil. Detrás de él estaciona el Mercedes y el hombre que también se baja camina detrás de Benítez y le dispara seis tiros a quemarropa. Luego el asesino se va, su automóvil con las luces apagadas.
“Fue un homicidio brutal”, dijo Jennings al periódico. “Sucedió en segundos. Él estaba calmo y traquilo. No dudó”.
Mientras Mendoza y Jennings llegaban a un punto muerto de la investigación, Babione miraba en su computadora fotos de armas y balas del archivo digital de pruebas sobre delito armado de los Estados Unidos.
Investigaba un tiroteo en el condado de Monterrey, al sur de la ciudad de San José, que se había cometido con una .38 Super. Revisó primero los condados cercanos, como el de Santa Clara, donde encontró el caso de Benítez. Luego revisó otros condados, entre ellos Contra Costa.
Allí, en la ciudad de Concord, encontró algo raro.
Una bala de 2016 que no se parecía a la que él buscaba, pero cuyas marcas le recordaban a otra que acababa de ver. Avisó a la policía de Santa Clara.
La bala que encontró Babione se había disparado al aire en 2016, durante una discusión familiar. El incidente había sido tan menor que el informe policial no indicaba el nombre de su protagonista, sólo su perfil en Snapchat: UCabrera93. Tras identificar a Cabrera, buscaron su perfil en Facebook, donde encontraron muchas fotos del Mercedes Benz gris.
Con la sospecha de estar en camino, tomaron de Facebook la fecha de nacimiento de Cabrera y rastrearon sus antecedentes. Cuatro días después del asesinato de Benítez había sido detenido en San Bernardino por manejar un auto sin placa. Cargaba una .38 Super.
Los detectives viajaron a San Bernardino, cerca de Los Angeles, y detuvieron a Cabrera por su arma; resultó ser la pistola que había disparado las seis balas contra Benítez. Cuando obtuvieron autorización para rastrear los movimientos del celular de Cabrera, encontraron que entre el 5 y el 6 de mayo se había trasladado de la taquería al estacionamiento donde se produjo el homicidio, y que luego había regresado a su casa.
“Es muy raro que todas las piezas se acomoden como en este caso, y que terminemos por dar con un sospechoso que conserva el arma homicida”, dijo Jennings al East Bay Times. Se trata de un arma especial, “lo suficientemente única como para que alguien se la quede”, agregó Mendoza. “Dispara más rápidamente y con más poder de fuego que muchas similares”.
Pero con las pruebas que sostenían sus sospechas, los policías descubrieron que aún les faltaba algo: el criminal. Cabrera había pagado su fianza en San Bernardino, pero apenas salió lo habían deportado a México. Hizo falta que regresara ilegalmente y se instalara en el valle de San José para que finalmente pudieran detenerlo el 13 de febrero. El juicio comenzará el 18 de marzo.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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