Los expedicionarios llegaron sedientos al safari que se llevó a cabo en el desierto de Zimbabwe, en julio de 2015. Sus bolsillos estaban llenos de dinero.
Bajaron las bebidas y empezaron a hablar de un gran león asesinado días antes por un cazador que estaba visitando la zona. Los trabajadores de ese lodge que escucharon la conversación, se preguntaron si los cazadores estaban hablando de Cecil, el león de 12 años que merodeaba por los bosques de Kalahari del Parque Nacional Hwange, según un nuevo libro del investigador de la Universidad de Oxford, Andrew Loveridge.
Sería la primera pista para averiguar cómo mataron a Cecil. El animal no se había visto desde el 1 de julio. Jericho, el otro león macho del área, se había quedado solo. Los trabajadores del hotel trasmitieron lo que habían escuchado a un vigilante de los Parques Nacionales.
La muerte de Cecil en 2015 creó una fuerte controversia internacional, con gran fervor en torno a Walter Palmer, un dentista de Minnesota de 55 años y ávido cazador de grandes “trofeos”. Palmer habría pagado a los cazadores y guías locales unos USD 50,000 para acabar con Cecil con un arco y una flecha en Gwaai Conservancy, un refugio privado muy cerca del parque. La polémica se agudizó cuando se dio a conocer que ninguna caza de leones había sido legalmente permitida en dicha área.
Más tarde, Palmer emitió una disculpa pública en la que afirmaba que “no tenía idea de que el león era un conocido, uno de los más queridos, que tenía collar de registro y que formaba parte de un estudio”. Aunque la guía de Palmer fue acusada por su participación en la muerte de Cecil, un tribunal superior de Zimbabwe retiró el procedimiento más tarde.
El libro de Loveridge, Corazón de león: la vida y la muerte de Cecil y el futuro de los leones de África, ofrece el primer relato detallado de las últimas horas de Cecil, incluyendo nueva información sobre cómo los cazadores sacaron al león del parque hasta su muerte. El libro, basado en entrevistas con miembros de la cacería y el análisis de datos de Loveridge, también corrige muchos de los errores que plagaron la cobertura informativa de la muerte.
“Lo que encuentro más difícil sobre todo este incidente es la aparente insensibilidad con la que los cazadores emprendieron esta cacería”, escribe Loveridge en libro, según publicó National Geographic. “El león era una mercancía para ser recogida, ‘tomada’ según el lenguaje de la caza. La preocupación por el dolor y el sufrimiento del animal nunca parece haber sido una consideración en particular“.
El libro llega ahora que la caza es un tema candente en Estados Unidos. Bajo la presidencia de Donald Trump, cuyos hijos son grandes cazadores, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre del país ha estado reduciendo las restricciones a la importación de trofeos de caza desde el exterior. En octubre, la agencia comenzó a emitir nuevos permisos para traer cadáveres de leones de Zimbabwe.
El abogado de Palmer no hizo ningún comentario sobre el libro de Loveridge.
El experto estudió a Cecile durante ocho años, y el trabajo, a menudo, estaba plagado de muertes. Desde que empezó la investigación en 1999, 42 leones macho con collar de registro habían sido asesinados por cazadores, de acuerdo a National Geographic.
“Es muy triste perder un animal de estudio con el que estás muy familiarizado y con el que has pasado tanto tiempo”, declaró a la BBC después de conocer la muerte de Cecil. “Es alguien muy cercano a ti. Cada uno de ellos tiene personalidades bien diferentes, por lo que es muy angustiante cuando mueren, no solo por la caza de trofeos sino también por otras causas“.
Según el libro, los miembros del equipo de investigación comenzaron a preocuparse por Cecil el 6 de julio, cuando notaron que el collar con GPS no había transmitido datos desde el 4 de julio. El collar tenía baterías nuevas. Un mal funcionamiento era poco probable.
Cuando el equipo escuchó rumores sobre una cacería de leones, sus miembros se dirigieron al campo. El equipo rastreó a los cazadores hasta la granja de Antoinette.
Después de realizar algunas entrevistas con el personal, el equipo descubrió que un cadáver de elefante fue transportado a unos 300 metros del lugar donde había sido asesinado. El elefante fue el cebo apetitoso para el león, así que ahí fue donde Palmer disparó a Cecil, según Loveridge.
El león, sin embargo, sobrevivió al primer disparo de flecha.
“Está claro que Cecil estaba herido de muerte y no se había alejado mucho del lugar donde lo dispararon”, señala el autor. “Esto lo corroboran los datos del GPS del collar de Cecil, que permite una reconstrucción forense de lo sucedido. El collar envió una posición desde el lugar de caza justo antes de las 9pm a las 11pm, y vieron que la posición del collar se había movido tan solo 80 metros. Por lo tanto, parece probable que Cecil recibiera un disparo en algún momento entre las 9 y las 11 de la noche del 1 de julio“.
Palmer y su equipo determinaron que Cecil murió de “10 a 12 horas después de haber sido herido”.
“Cecil sufrió una crueldad increíble durante, al menos, 10 horas. Fue gravemente herido y murió lentamente”, dice el libro.
“Claramente, a pesar de que la herida era grave, la flecha había omitido los órganos vitales o las arterias que habrían causado una rápida pérdida de sangre y una muerte relativamente rápida. Ciertamente, el león estaba tan incapacitado que en todas esas horas había sido capaz de moverse solo 350 metres del lugar donde fue asesinado”.
FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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