Un diciembre caliente para el oficialismo y la oposición

Máximo Kirchner Presupuesto 2022 - cámara de diputados
Bloque del Frente de Todos en la Cámara de Diputados (Maximiliano Luna)

Como ya es usual, diciembre no da respiro y nadie puede -al menos en el mundo de la política- permitirse el lujo de bajar la guardia, dar el año por concluido y abocarse a brindis y festejos sin prestar atención a los hechos y a la agenda política en esos tiempos de reconfiguración no sólo de la relación entre oficialismo y oposición, sino también al interior de los dos principales coaliciones políticas. Bien lo sabe ahora la flamante diputada de Juntos por el Cambio que se ausentó de la votación del pasado miércoles por estar de viaje, pensando en sus propias palabras “que había terminado el año legislativo”. Pero nada está terminado, especialmente en un año en el que el Gobierno prorrogó las sesiones ordinarias del Congreso, lo que a diferencia de la convocatoria a sesiones extraordinarias, deja la agenda abierta a cualquier tema que se imponga en el debate.

Así, después de la victoria legislativa contundente que significó el rechazo del Presupuesto para el 2022, una oposición envalentonada impulsó la convocatoria a una sesión el pasado martes para debatir un proyecto que contaba ya con media sanción del Senado, y que apuntaba a subir el piso de Bienes Personales y establecer una actualización automática anual. La paradoja, desde el inicio, ya estaba planteada, porque el proyecto en cuestión había sido presentado e impulsado por un miembro de la bancada del Frente de Todos en el Senado, Carlos Caserio, argumentando que en un contexto inflacionario era necesario elevar el mínimo no imponible para evitar gravar a contribuyentes que no deberían tributar ese impuesto. Aunque en un inicio la iniciativa establecía un piso de 8 millones, finalmente se fijó en 6 millones, y fue aprobada por unanimidad el pasado 28 de octubre.

A pesar de estas modificaciones, el proyecto seguía sin ser visto con buenos ojos por el ministro de Economía Martín Guzmán, ya que alteraba sus proyecciones en materia recaudación y por lo tanto sus metas de reducir el déficit fiscal, en medio de las intrincadas negociaciones con el FMI. Como consecuencia de este debate interno de la coalición oficialista, el proyecto había quedado pisado en la Cámara de Diputados, hasta que la oposición terminó levantándolo como bandera.

Sin embargo, como ya sabemos, la jugada terminó no siendo la esperada por los paladines de la reducción de impuestos, ya que el oficialismo junto con los votos de la izquierda logró imponer su dictamen de mayoría, que mantiene el mínimo no imponible en seis millones de pesos, pero aumenta la alícuota para los patrimonios de más de 100 millones, y también establece alícuotas diferenciales para los bienes en el exterior. El triunfo fue por 127 votos sobre los 126 que logró reunir Juntos por el Cambio, por la ausencia de tres legisladores (una por dar positivo en el test previo a la sesión y dos por viajes al exterior). Esta situación generó no pocas tensiones y pases de facturas entre las diversas fuerzas que componen el interbloque, que se suman a las que ya se vienen arrastrando desde el rechazo del proyecto de ley de presupuesto, una maniobra que generó reproches internos desde distintos sectores que reclamaron mayor inteligencia y responsabilidad.

Fotos presupuesto 2022- Congreso- 17/12/2021
Diputados de Junto por el Cambio (Maximiliano Luna)

Lo cierto es que la foto del tablero de votación del pasado martes, junto también con la foto de la votación del presupuesto, las dos grandes contiendas que ya tuvo la Cámara de Diputados desde su renovación, parecen dejar algunos indicios sobre cómo será de acá en más la dinámica legislativa en la Cámara baja con la nueva composición. En primer lugar, la premisa de que quién convoca a la sesión es porque ya tiene los números asegurados ya no es sostenible. En el Presupuesto el oficialismo convocó y perdió, en bienes personales fue la oposición la que convocó y también perdió. La incertidumbre y el suspenso hasta el último minuto parecen haber llegado para quedarse, y el azar, el criterio de oportunidad, o incluso las picardías, muchas veces terminarán siendo los protagonistas que definan en el camino. En esta línea, tanto oficialismo como oposición tienen que aprender que los triunfos y también las derrotas son efímeras, y que nadie puede dormirse en los laureles. En medio de la incertidumbre, resta por ver a futuro si algunos alineamientos se consolidan y brindan un poco más de certezas, como el del oficialismo con los diputados misioneros y rionegrinos, o el de Juntos por el Cambio con los diputados libertarios. Pero por ahora, cada votación es a final abierto.

Ahora será el turno de Senado, que el 29 de diciembre pondrá a prueba por primera vez su nueva composición, y al no poder rechazar el proyecto porque tuvo origen en su propia Cámara, deberá votar sólo respecto a si mantiene la redacción original del proyecto o incorpora las modificaciones realizadas por la Cámara de Diputados. Habrá que ver en primer lugar si el oficialismo, con 35 miembros propios y dos abajo del quórum, logra alcanzarlo junto con aliados clave como Weretilneck y Solari Quintana y dar inicio a la sesión. Y después, habrá que ver los resultados finales que arroje la votación, en donde los 33 senadores del interbloque juntos por el Cambio anticiparon su rechazo en bloque.

Mirando ya no el Congreso Nacional sino la Legislatura bonaerense, la última semana del año también vendrá cargada de votaciones claves y de definiciones relevantes. La convocatoria ya fue realizada para el martes 28 de diciembre. En primer lugar, debe debatirse el presupuesto provincial, que incluye una autorización de endeudamiento, y también la Ley Impositiva para el 2022. Pero también está en agenda la posible modificación de la ley 14836, para posibilitar que los intendentes de la provincia de Buenos Aires puedan presentarse para ser re reelectos en las próximas elecciones de 2023, un tema que está lejos de las prioridades de la agenda ciudadana, pero que está en el tope de prioridades de la agenda política de todos los sectores. Y que además, divide aguas y volvió a mostrar una fractura expuesta en el seno de Juntos por el Cambio.

Por un lado, la ex gobernadora Vidal reunió a su tropa, y en un comunicado que también lleva la firma de Ritondo, Campbell, Lipovetzky y otros legisladores, expresó su contundente rechazo a modificar la ley para habilitar cualquier tipo de re reelecciones. Por su parte, horas después, algunos intendentes del PRO a través del senador Allan presentaron un proyecto que busca, en teoría, corregir la reglamentación de la ley para evitar que los intendentes que asumieron su segundo mandato en 2019 pero que renunciaron a sus cargos antes de completar los dos años, entre los que se encuentra Jorge Macri, puedan volver a presentarse en el 2023. Sin embargo, desde el sector que responde a la ex gobernadora sospechan que el proyecto puede ser en realidad una puerta para habilitar la negociación entre el Frente de Todos y los sectores de Juntos por el Cambio, tanto del radicalismo como del PRO, que no ven con malos ojos una modificación de la ley que de aire a los intendentes propios. Esta semana entonces, quedará en evidencia no solo si la política puede efectivamente autolimitarse con éxito, sino también, una vez más, la solidez y la unidad de la coalición opositora cuando efectivamente está en juego la disputa por el poder.

Más allá de las novedades en los diversos frentes legislativos, esta semana también estuvo marcada por la noticia del informe emitido por el directorio ejecutivo del Fondo Monetario Internacional, que señaló con la poca autocrítica que lo caracteriza, que la estrategia y la condicionalidad del acuerdo del 2018 del organismo con el gobierno de Mauricio Macri “no eran lo suficientemente sólidas” para abordar los problemas estructurales de la Argentina. Además, menciona a la “fuga de capitales” como uno de los factores que llevaron al fracaso de los objetivos. Un informe que dejó servida en bandeja al actual oficialismo la posibilidad de ratificar su relato y seguir cargando contra la gestión de Macri, oportunidad que no dejó pasar.

Por su parte, el ex presidente no acusó recibo del informe del FMI, y redobló la apuesta a la confrontación con un duro mensaje difundido por redes sociales en el que criticó fuertemente la gestión del gobierno, las supuestas “mentiras” y las “decisiones equivocadas”, e incluso calificó al 2020 y el 2021 como uno de los períodos “más tristes” de nuestra historia. En respuesta, la propia vicepresidenta, en un intercambio bastante infantil, publicó en su cuenta de Twitter, junto a una imagen con el título de la nota del Diario Clarín, “el burro hablando de orejas”. Pocas horas antes, ya había utilizado ese mismo medio para criticar irónicamente algunas decisiones judiciales que favorecieron a los argumentos del macrismo en diversas causas por espionaje ilegal.

Finalmente, la semana estuvo marcada por un nuevo capítulo de la pandemia que ya desde hace casi dos años marca el ritmo de la vida cotidiana en todo el mundo, y que reflejó un fuerte repunte de contagios, especialmente en algunos centros del país como el AMBA y Córdoba. A pesar de que dado el avance de la vacunación en el país seguramente las cifras de internaciones y de fallecimientos no se disparen con la misma magnitud, las autoridades sanitarias siguen atentas la situación y evalúan nuevas medidas.

En definitiva, pisando los últimos días del año y en un escenario complejo en lo sanitario, lo económico y lo social que aumenta la incertidumbre, los hechos de la última semana reflejan una vez más que tanto el oficialismo como la oposición, y sus principales referentes, parecen reflejar las dos caras de la misma moneda, enfrascados en discusiones y contradicciones internas, y también en debates con muy bajo nivel o propios del “microclima”, que están muy alejados de la realidad de los ciudadanos y de la seriedad y responsabilidad que el contexto reclama a la dirigencia política.

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