Un argumento menos para justificar el aborto

Uno de los argumentos esgrimidos por quienes apoyan la ley de despenalización del aborto ampliada en discusión tiene que ver con la viabilidad del embrión (hasta la semana 10 de gestación) o el feto (desde la semana 10).

Es decir, sin su madre, mejor sin el territorio (cuerpo) de la mujer, no puede sobrevivir ni un segundo, por ende, no tiene independencia, por lo tanto, no es un ser humano, es solo un proyecto, un borrador. Su sistema nervioso no está desarrollado lo suficiente como para arreglárselas solito fuera de la matriz. Absolutamente cierto, sin duda alguna; claro que eso no lo convierte en un montoncito de células tratando de ordenarse, que no tengan que ver con un ser humano.

Tampoco lo convierten en un órgano de la madre (el 50% de su patrimonio genético proviene del padre). Es en verdad un trasplante, un nuevo ser vivo que crece dentro de la mujer, sencillamente porque la genética de madre (óvulo) y padre (espermatozoide) hacen un nuevo ser, no simplemente la suma de ambos.

De hecho, la mujer tiene que adecuar su sistema inmunitario, deprimirlo, para no rechazarlo y, cuando no lo logra, el resultado es el aborto espontáneo.

A tal punto no es solo parte de la mujer que pueda disponer a su antojo. Crece en su territorio, pero no es su territorio.

Pero permítame regresar al tema de la viabilidad del producto de la concepción que ya establecimos como imposible por su inmadurez. Pues bien, les pregunto qué ocurre, en términos de viabilidad, con el recién nacido y con el bebé a los 2, 3, 4, 6 meses, ya persona, ya ser humano, ya con DNI, partida de nacimiento, etcétera. Lo mismo, no es viable. Claro que respira por sí mismo y su sistema nervioso, una madeja de células en busca de un orden vía las interconexiones que intenta establecer entre ellas, está en desarrollo, pero todavía no le permite la autonomía.

Vale recordar un par de leyendas muy conocidas sobre este particular de la subsistencia. La primera es la de Moisés. Si la hija del faraón no lo hubiera encontrado enredado en los juncos de la orilla del Nilo, apenas arropado en la canasta en la cual fue depositado, otra hubiera sido la historia de las religiones monoteístas. Es decir, no hubiera logrado salir de la canasta y sobrevivir por sí mismo.

La segunda: Rómulo y Remo, hijos de Rea Silvia (sacerdotisa vestal de Alba Longa con votos de castidad) y el dios Marte, quien de paseo por la Tierra la poseyó mientras dormía. Los mellizos, no gemelos, fueron depositados en otra canasta y arrojados al río Tíber. La canasta se enredó en juncos de la orilla en las cercanías de lo que hoy en Roma se llama colina Palatina (una de las siete de la ciudad) y allí quedaron varados llorando desconsoladamente. El llanto fue escuchado por una loba que los amamantó luego de sacarlos de la canasta y logró que sobrevivieran. Otra versión cuenta que en realidad la loba era una prostituta del lugar, las tribus sabinas y latinas llamaban a las meretrices “lupa” (‘loba’) y al lugar donde ejercían, “lupanar”. La prostituta Aca Larentia y su marido, el pastor Fáustulo, criaron a los mellizos. Sin ellos, los padres sustitutos, Rómulo y Remo, hubieran muerto y la historia que hoy conocemos hubiera sido otra.

No parece que haya duda entonces que si dejamos a un recién nacido (ya persona) acostadito en su cuna solito, a la semana se muere deshidratado. Por ende, no hay tal viabilidad del humano recién nacido, tal como no la hay dentro del vientre materno.

Un argumento menos para justificar el aborto.



FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

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