Por Tarek Amara y Angus McDowall
TÚNEZ, 25 jul (Reuters) – El pueblo tunecino participaba el lunes en un referéndum sobre una nueva Constitución, que los críticos del presidente Kais Saied temen que resulte en un aumento casi total de sus poderes que acabe con los avances democráticos logrados tras la revolución de 2011.
La votación se celebra en el primer aniversario de la destitución por parte de Saied de un parlamento elegido democráticamente, estableciendo un régimen de emergencia que comenzó a gobernar por decreto.
Los divididos partidos de la oposición tunecina han calificado su actuación como un golpe de Estado, que corre el riesgo de devolver a Túnez a la era autocrática de antes de la revolución y de poner el último clavo en el ataúd de la “Primavera Arabe” de 2011.
Pocas personas recorrían las húmedas calles de Túnez a primera hora de la mañana, pero en el colegio electoral de la calle Marsella, en el centro de la capital del país, Illyes Moujahed era el primero en hacer cola, afirmando que Saied es la única esperanza.
“Estoy aquí para salvar a Túnez del colapso. Para salvarla de años de corrupción y fracaso”, dijo.
No está claro cuándo se anunciarán los resultados tras el cierre de las urnas a las 21:00 GMT, pero con el aparente escaso entusiasmo sobre el referéndum entre la mayoría de los tunecinos y el boicot de los principales partidos, los analistas esperan un “sí” con baja participación.
A la salida de un café en el centro de Túnez, Samir Slimane dijo que no está interesado en votar. “No tengo ninguna esperanza de cambio. Kais Saied no cambiará nada. Sólo busca tener todos los poderes”, dijo.
Según las propias normas de Saied para el referéndum, no se necesita un nivel mínimo de participación entre los 9,2 millones de votantes registrados para aprobar la nueva Constitución. Sólo ha estipulado que la nueva carta magna entrará en vigor una vez que se publiquen los resultados finales, y no ha dicho qué ocurre si los votantes la rechazan.
Saied ha calificado sus cambios como los cimientos de una nueva república tunecina para reconducir la revolución y poner fin a años de parálisis política y estancamiento económico.
“Estableceremos una nueva república, no como la de los últimos 10 años negros (…). Queremos un Estado de derecho. El pueblo tendrá la última palabra”, dijo Saied tras votar.
DESUNIÓN
Sin embargo, aunque casi todos los principales partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil han denunciado el enfoque unilateral del presidente para reescribir la Constitución y la legitimidad del referéndum, no han logrado construir un frente unido.
La desunión fue visible en las protestas contra Saied de los últimos días. El islamista Ennahda, el mayor partido del Parlamento tunecino, participó en una protesta el sábado. Las organizaciones de la sociedad civil y los partidos más pequeños celebraron una el viernes. Un partido que respalda la autocracia anterior a la revolución celebró la suya ambos días.
Las protestas atrajeron a un número reducido de personas, pero los mítines organizados por los partidarios de Saied también han tenido una asistencia modesta y ha habido pocas señales de entusiasmo en torno a la campaña del referéndum.
La mayoría de los tunecinos parecen estar más centrados en la grave situación de la economía nacional y el aumento de los precios.
Sin embargo, el declive económico desde 2011 ha dejado a mucha gente enfadada con los partidos que han gobernado desde la revolución y desilusionada con el sistema político.
“No apoyo a Saied, pero votaré ‘sí’ en el referéndum porque los que protestan contra él son la principal causa de nuestros problemas durante la última década”, dijo Mohammed, originario de la libia Trípoli.
De las tres elecciones parlamentarias y las dos presidenciales celebradas desde la revolución, la participación más baja, del 41%, fue en 2019 para la cámara que Saied terminó por disolver.
Una participación el lunes muy por debajo de esa tasa pondría aún más en duda la legitimidad de la nueva constitución de Saied y su proyecto de rehacer la política tunecina.
(Reporte de Tarek Amara y Angus McDowall; edición de Gareth Jones y Toby Chopra; traducción de Darío Fernández)
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