Tu jefa de recursos humanos ahora es prácticamente la enfermera de la escuela

Especial para Infobae de The New York Times.

Gia Ganesh tiene el don de tratar a las personas, por lo que le encantaba dirigir las operaciones de personal (lo que muchas empresas ahora llaman Recursos Humanos, RRHH) en Florence Healthcare. Ella dirigía las contrataciones de la empresa de tecnología sanitaria, se reunía con mujeres embarazadas que planeaban pedir una baja por maternidad y ayudaba al personal a decidir si usar sus beneficios de bienestar en terapia o en un masaje.

No obstante, al igual que muchas personas que trabajan, se dio cuenta de que la pandemia amplió la descripción de su trabajo y lo llenó de responsabilidades nuevas, y como muchos profesionales de recursos humanos, descubrió que a veces tenía que desempeñar un papel parecido al de la enfermera de la empresa.

Cuando el COVID-19 empezó a propagarse, Ganesh se aseguró de que los trabajadores tuvieran estipendios para establecer espacios de trabajo en casa y planificó actividades virtuales, como un espectáculo de magia y un concurso de cocina, para mantener a la gente conectada. El otoño pasado, estaba reunida con el director general para redactar la orden de vacunación de su empresa, que exige que todos los empleados, incluso los que trabajan a distancia, tengan un esquema de vacunación completo contra el coronavirus. Ganesh revisa todas las solicitudes de exención de la norma de vacunación de personas que prefieren someterse a pruebas periódicas de coronavirus.

“¿Qué ocurre si los trabajadores dan positivo en las pruebas de COVID-19? ¿Cómo nos ocupamos de ellos, y de su puesto, si están de baja durante un periodo significativo? Hay muchas complejidades nuevas que el COVID-19 le ha traído al mundo de los recursos humanos”, afirmó Ganesh, cuya empresa tiene unos 150 trabajadores en todo el mundo.

Así como la crisis del COVID-19 convirtió en investigadores aficionados de salud pública a las personas que intentaban seguir con su vida cotidiana, también obligó a los profesionales de RRHH, en especial a los de las pequeñas y medianas empresas, a adoptar un nuevo enfoque para la salud pública. Mientras las empresas sopesaban cuándo volver a la oficina, si exigir o no las vacunas contra el coronavirus y qué tipo de exenciones de esas normas permitir, con frecuencia se les pedía a los directores de RRHH que lideraran esas acciones. Ya no bastaba con que estos profesionistas gestionaran la satisfacción laboral y el desarrollo profesional de sus colegas. De repente, también estaban a cargo de la vigilancia de su salud, seguridad y opiniones sobre la inmunización.

Las responsabilidades añadidas de los empleos de RRHH se hacen más evidentes ahora, a medida que más organizaciones ponen en práctica la obligatoriedad de la vacunación. Alrededor del 17 por ciento de los empleadores estadounidenses exigen vacunas o pruebas COVID-19 negativas a los trabajadores que se reincorporan a la oficina, según una encuesta de Gallagher a más de 500 empleadores realizada entre agosto y octubre.

En las conversaciones de las empresas sobre las vacunas también se plantea la posibilidad de exigir vacunas de refuerzo. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) de Estados Unidos no han actualizado su definición de “esquema completo de vacunación”, pero dicen que estar “al día” en la vacunación incluye un refuerzo. Algunos dirigentes estatales y locales, como la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, señalaron que también tienen previsto incluir un requisito de refuerzo.

Luego está la disputa respecto a los planes del regreso a la oficina, tienes a los ejecutivos deseosos de ver a los trabajadores en persona contra la situación que plantea el aumento de casos de COVID-19. A esto se le suma el reto de retener el talento ahora que los trabajadores están abandonando sus trabajos: 4,5 millones de personas dejaron sus puestos de manera voluntaria en noviembre. Las fuentes de estrés, para algunos directores de recursos humanos, parecen multiplicarse cada mes.

Para George Boué, responsable de RRHH en Stiles, una empresa inmobiliaria comercial con sede en Fort Lauderdale, Florida, las preocupaciones provocadas por su trabajo comenzaron a aumentar este otoño. No paraba de despertarse a las tres de la mañana, con la mente llena de preguntas. ¿Cómo iba a presentarles una orden de obligatoriedad de vacunación a sus colegas que la consideraban una intromisión? Lo que es más importante, ¿cómo iba a mantener a salvo a todos los miembros de su oficina?

Boué, quien cuenta con el esquema de vacunación completo, estaba rodeado de amigos en el sur de Florida que citaban información errónea sobre la vacuna. Calculó que era muy probable que una tercera parte de su plantilla de 300 personas no tuviera un esquema completo de vacunación. Cuando el Departamento del Trabajo puso en marcha su norma sobre las vacunas en noviembre, exigiéndoles a las grandes empresas que sus trabajadores se vacunaran o se sometieran a pruebas semanales, Boué empezó a redactar los términos de la política de vacunación de su empresa; luego la dejó en pausa debido a las batallas legales sobre la obligatoriedad, en especial en Florida. Boué decidió que entre sus compañeros de equipo no se referiría a la política como una orden porque quería aliviar las tensiones siempre que fuera posible.

“Hay quienes sienten que el mundo se está acabando, lo cual es terrible, y otros del otro lado del espectro que sienten que todo esto es un montón de tonterías”, señaló. “La parte más difícil de mi trabajo ha sido tratar de atender a todos los grupos”.

Los profesionales de recursos humanos aseguran que intentan, en la medida de lo posible, cumplir con las normas gubernamentales y recalcarles a los trabajadores que solo están siguiendo las recomendaciones de las autoridades de salud pública.

“No busco ser médica o científica”, dijo Amy Zimmerman, jefa de personal de Relay Payments, una empresa de programas informáticos con sede en Atlanta que tiene poco más de cien trabajadores. “Tenemos instituciones como la Organización Mundial de la Salud y los CDC y personas realmente inteligentes que toman decisiones en las que puedes confiar, si eres sensato”.

Boué, en el sur de Florida, por fin ha llegado al límite de su angustia causada por el trabajo de recursos humanos: se jubiló a finales del año pasado. Su esposa trabaja en un hospital y con las inquietudes respecto a su labor (sobre los camiones frigoríficos y la saturación de camas) él siente que no puede llevarse a casa su propio conjunto de preocupaciones laborales.

Boué solía levantarse con ganas de llegar a la oficina: “Aunque soy antisocial, me gusta trabajar y ayudar a la gente”, señaló, pero los dos últimos años han minado esa sensación de entusiasmo: “No hubo un momento particular de revelación”, añadió. “Simplemente me di cuenta de que el estrés no me hacía bien”.

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