Un hilo imaginario entreteje paisajes en Trama sinfónica, la nueva muestra colectiva del Museo de Arte Contemporáneo de La Boca con obras de Luis Felipe Yuyo Noé, Marina de Caro, Mauro Koliva, Mónica Millán, Mauricio La Chola Poblete, Matías Ercole y Cristina Schiavi, entre otros, que inaugura un proyecto de trabajo conjunto entre las fundaciones Luis Felipe Noé y Tres Pinos.
Pinturas e Instalaciones con espejos de Noé; dibujos de La Chola Poblete, Koliva y Ercole; textiles de Millán y de Caro; y la instalación Tupungato, de Cristina Schiavi con fotos de Raúl Flores, entre otras, conforman un grupo heterogéneo de obras que ocupan la planta baja y el primer piso del museo ubicado en la concurrida avenida Almirante Brown del Distrito de las Artes del barrio de La Boca, en la Ciudad de Buenos Aires.
Ambas fundaciones que comparten el 2019 como punto fundante de nuevos proyectos, confluyen en un trabajo asociado del cual esta muestra es la primera de una serie de acciones dentro de un programa de colaboraciones, propuesto y coordinado por Luciana Salvá, integrante del Comité Artístico de la Fundación Tres Pinos.
De hecho, Trama sinfónica tiene la curaduría compartida de las artistas y gestoras culturales Cecilia Ivanchevich, Natalia Revale, por parte de la Fundación Luis Felipe Noé, y de Salvá, por el museo.
La muestra surgió a partir del conocimiento sobre el proyecto de la Fundación Felipe Noé y de ambas curadoras, que junto con Lorena Alfonso vienen trabajando fuerte en la fundación que promueve la obra y trayectoria del artista, por lo cual “surgió la posibilidad de empezar a pensar una serie de acciones en conjunto que pudieran llevar adelante ambas instituciones”, dado que, refiere Salva: “Estamos bastante cerca y perseguimos objetivos y un plan de trabajo afín”.
“A partir de esto empezamos a trabajar en una serie de proyectos. Este es el primero de ellos, que pensamos para este año, cocrear una muestra, Trama sinfónica, en diálogo con artistas de diferentes generaciones, con Yuyo Noé como protagonista y otros artistas que vienen trabajando con la fundación (Tres Pinos) en diferentes proyectos, como Alexis Minkiewicz, Matías Ercole, Mauricio La Chola Poblete, Agustín González Goytía y Lucrecia Lionti”, enumera.
La muestra inicia su recorrido desde la pintura Sin-fonía, de Luis Felipe Noé, iniciada hacia 1982 y retomada durante la pandemia en 2020, en momentos en que el artista se sobreponía al coronavirus. Desde su título juega resonancias contrapuestas como en otras de sus pinturas y es considerada por Noé como un trabajo en proceso. Es a partir de esta pintura adquirida recientemente para la Fundación Tres Pinos, ubicada a la derecha del salón de la planta baja, que las curadoras proponen un “entramado polifónico” de visualidades afines y discordantes, de materialidades y poéticas formales, aparentemente extrañas.
Perseguidor incansable del caos y parte de sus desvelos en la escritura de su próximo libro, en la pieza inaugural de la exposición “Noé incorpora la línea vibratoria de color como recurso estético, que forma parte de su lenguaje visual identitario”, y al “arco temporal” que trasciende casi cuatro décadas “se suma la espiral del caos como un gran atractor absorbente de distintas estéticas para proponer una nueva”, indican las curadoras.
La exposición, que reabrirá sus puertas el 7 de enero, cuenta además con obras de Marina De Caro, Catalina León, Julia Masvernat, Mónica Millán y Cristina Schiavi.
Precisamente en ese entretejido textual e intergeneracional de materialidades variadas, propuestas desde la asociación curatorial, lo bidimensional juega con los volúmenes y el espacio, desde vibrantes colores, reflejos difusos, paisajes, ritmos, rostros, pequeños diablos y cuerpos que remiten a mitos de transfiguración actuales del mendocino La Chola Poblete en sus delicados dibujos en tinta, hasta una corporalidad hecha huella en los objetos tela colgadas de de Caro o las estructuras aéreas como cintas hechas de acrílico sobre mdf calado con láser de Masvernat como Propagación de las ondas sísmicas, entre otras obras.
“El nombre de la muestra parte de una obra de Noé que realizó en el año 2020, pero que a su vez empezó en los años 1980, y que abre un arco temporal que nos invita como curadoras a empezar a pensar distintos aspectos sobre las materialidades por un lado, sobre esos arcos temporales de la búsqueda de los artistas, a veces, las distintas expansiones de lo que implica la pintura o las disciplinas en sí mismas; por eso en esta muestra hay distintas puestas en tensión desde ese lugar”, explica Ivanchevich.
Además, señala que la idea intergeneracional, con un Yuyo de vitales 88 años como “maestro de maestros”, se referencia en que varios artistas que participan en la muestra colectiva comparten la “potencia creativa y también van apoyando procesos creativos de otros artistas, y ahí se van armando entramados”, lo cual es importante fortalecer para el área de Educación y transformación social a cargo de Revale en la Fundación Noé, por lo cual, como explica: “Queríamos poder armar una polifonía entre los artistas y una polifonía desde las miradas”.
La curadora explica que esta conjunción del quehacer creativo con el acompañamiento en los procesos “tiene que ver con estás múltiples formas de irradiar” tomadas “de esa motivación de Yuyo, lo que él irradia y motiva en otros artistas, y que es un poco también su eje cuando habla de lo educativo, del suscitar. Palabra que usa y que tiene que ver con la motivación que se puede generar a los otros, y sobre todo (considerándolo) desde las primeras infancias”. Y agrega que “siempre está la posibilidad de dialogar con Yuyo y también de tener esta suerte de actitud generosa en relación a otros artistas, y siempre las múltiples miradas”.
A su vez, destaca el hecho de que muchos de estos artistas también trabajan en educación y motorizan “espacios de clínica, o de educación” y a modo de ejemplo pone el de Catalina León con la Asociación Vergel que trabaja arte y salud: “Entonces, es interesante esa búsqueda interior de cada uno, pero también esta motivación desde la educación y desde miradas bien amplias”, concluye.
En este punto, Salvá relaciona esto con la trama entre clínicas artísticas y docentes que descubren a partir de la muestra: “Algunas las conocíamos de antes, por ejemplo Leonti está haciendo una clínica con Masvernat que al momento de convocarlas no lo sabíamos”, y Revale acota: “Koliva con Mónica Millán y ella con Noé”, dicen al unísono.
Por lo cual, afirma Ivancevich, hay un relacionamiento producido en la lectura de las distintas propuestas creativas y el lugar desde el cual construye cada artista y el modo de encarar la materialidad, y el cruce dialógico entre los artistas, que en ese “suscitar” y una potencia no visible a primera vista plantean otro entramado e impulsan “un punto de partida para otros entramados”, propone.
Por otro lado, está la cuestión del proceso creativo y “el tiempo de cada artista y ese propio análisis de lo temporal en sus propios procesos también”, afirma Revale.
“En Sin-Fonia que inició en los 80 y finalizó en 2020, Yuyo mismo vuelve y dialoga. Habla de sinfonía porque habla de la melodía, de cómo le va resonando a nivel cromático, entonces tiene cierta sensibilidad en la forma en que esa obra lo invitó a abordarla”. Y en el caso de Reflexiones, contextos y fuera de contextos –instalación de la que se expone una parte, una reinterpretación–, una propuesta desde la curaduría, añade Ivanchevich fue que “lo lúdico propuesto por la obra se pudiera presentar en distintas instancias de montaje, en distintas reconfiguraciones”.
En esta instalación con marcos vacíos pintados e inscriptos con leyendas, retratos, espejos donde mirarse y observar el entorno, y una tela pintada sin soporte, el tiempo es el eje de un diálogo de Yuyo “con obras que fueron protagonistas en distintos momentos de su proceso, desde un espejo de los años 70, pinturas de los 80″, dice Revale. “Él se cita a sí mismo’’, explica por su parte Ivanchevich, a “un libro de los 90, Antiestética de sus inicios, Recontrapoder y uno empieza a leer literalmente la obra. Se encuentra con esa temporalidad impresa dentro de la propia obra”.
Esa misma temporalidad impresa en otras obras con “distintas búsquedas” hasta su concreción, “como en el caso de Millán el bordado, cuántas horas condensadas hay ahí -se pregunta Ivanchevich-, pero también refiere que la propia de Caro “contaba cómo fue llegar a Naves Nubes que implicaba una puesta del cuerpo sobre la obra hasta que esa obra sucede. No se la imagina antes, sino que la obra es, a veces, un registro de ese tiempo (del proceso)”, indica.
Pero otros temas recorren la muestra, dice por su parte Salvá como en el trabajo de León que utiliza durlock (placa de yeso) y ve “como el material reacciona, se degrada, se desgrana” y que también plantea un marco temporal con el nombre de la pieza 18.11.98 -18.11.08 (2009).
“En el caso de Lionti, la obra Doscientos días representa un calendario en realidad (bordada) y aparece nuevamente desde una estética completamente distinta en el trabajo artesanal, textil que podemos encontrar en la obra de Millán”, explica.
La muestra tiene entrada libre y gratuita en el Museo Marco La Boca, Avenida Almirante Brown 1031 (CABA), de miércoles a domingos de 11 a 19. Desde el 7 de enero al 27 de febrero.
Fuente: Télam.
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