El país aún sigue consternado con la avalancha que arrasó con varias viviendas en zona limítrofe entre los municipios de Dosquebradas y Pereira en Risaralda. La madrugada de este martes hizo crujir la tierra debido a las constantes lluvias por el temporal de invierno que azota la región Andina y otras zonas del país. Hasta el momento esta tragedia deja cerca de 15 víctimas fatales y más de 30 heridos, aún falta por establecer la ubicación de varios desaparecidos reportados tanto en Pereira como en Risaralda.
A propósito de la tragedia, muchos se preguntan si esto es crónica de una muerte anunciada, pues, hace más de 40 años un suceso de las mismas proporciones azotó un barrio aledaño sobre la avenida del río y la cuenca del río Otún en Pereira, Fue el 6 de octubre de 1976 cuando una avalancha provocada por un desgranamiento de tierra acabó con la vida de 71 personas que habitaban en la zona.
Según expertos, esta situación pudo preverse con antelación teniendo en cuenta distintos factores; como la zona de influencia a una cuenca hídrica, pues es de conocimiento común que en épocas de invierno los ríos aumentan su caudal y la fuerza de estos, termina provocando sedimentos y movimientos de tierra por la fuerza en la que arrasan en su trayecto, no obstante, otro factor a tener en cuenta es el desplazamiento y el asentamiento de comunidades en terrenos ilegales.
Este sector ha sido señalado por estar habitado por denominadas invasiones, y aunque muchos habitantes afirman que la adquisición de estos predios se hizo mediante la vía legal, desde otros sectores se destaca que en su momento habían sido ofrecidas distintas variantes para la reubicación dentro del territorio, sin embargo, muchos pasaron por alto la propuesta y decidieron continuar sus vidas en este lugar.
Deliana Cardozo Peláez, geóloga integrante del Comité de Defensa del Territorio le dijo a El Espectador que si bien hay un riesgo inminente y es de conocimiento público, este no tiene medidas de mitigación, pues los temporales de invierno provocan el crecimiento de los ríos y eso es incontrolable por parte de las administraciones, que aunque busquen tomar medidas, no hay ninguna que sea viable o aplicable en ese tipo de situaciones, teniendo en cuenta que contra la naturaleza es imposible combatir.
En el lugar de los hechos se encontraba una sequia hace muchos años, pero esta fue intervenida por algún habitante de la zona y con el paso del tiempo, el correr del agua provocó remoción en la tierra y la masa fue desmoronándose, al punto de terminar en avalancha y arrasar con todo a su paso.
Según Cardozo, en este sector de Risaralda algunos habitantes han recibido propuestas entorno a la reubicación, pero es complejo puesto que los proyectos en donde habitarían estarían distantes de la zona urbana y central de la capital de Risaralda por lo tanto deciden continuar en este lugar, por otro lado, algunos miembros de la comunidad señalan que los proyectos ofrecidos no son coherentes con sus necesidades y por su condición social les es difícil acceder, igualmente en este lugar habitan varias víctimas del conflicto e incluso muchos desplazados por la violencia, que han optado por construir sus hogares en aquí a pesar del inminente riesgo.
La tragedia sucumbió sobre las 6:30 de la mañana del martes 8 de febrero, muchos de los habitantes del lugar se encontraban preparando su desayuno, saliendo para sus trabajos o departiendo al inicio de la mañana, pero las fuertes lluvias que azotaron la noche y madrugada a Pereira, terminaron debilitando la montaña que no soportó la carga y terminó desplomándose sobre los habitantes del barrio La Esneda, que al día de hoy continúan en labores de búsqueda.
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