Los leales a Vladimir Putin se sienten engañados. Nadie había sido informado de los planes del mandatario de invadir Ucrania, ni estaba preparado para las sanciones que ha recibido el país por parte del mundo, que se unió en repudio hacia la invasión. “Pero quien decide dimitir corre el riesgo de ir a la cárcel”, dice una fuente cercana al gobierno a Agentsvo, heredera del prohibido sitio de investigación Proekt.
El descontento recorre cada rincón y en el Kremlin, dicen, “todo es un delirio”. “¡Nos engañó!” es la frase más recurrente, dicha por lo bajo y con enojo. Varias fuentes rusas hablaron con Rosalba Castelletti, la corresponsal del diario italiano La Repubblica en Kiev, y aseguran que ni los más leales habían sido informados sobre sus planes militares en Ucrania: “Aquellos que durante años habían construido una reputación y un imperio en casa o habían cultivado una dulce vida en el extranjero entre villas en el Oeste y enormes cuentas ocultas, hoy ven sus castillos desmoronarse como la arena bajo el duro golpe de las sanciones occidentales”.
Según los datos publicados por ese medio, al menos una cuarta parte de los altos funcionarios quisieran dimitir como protesta, pero no pueden, ya que serían acusados de traición. “Renunciar ahora sería visto como un intento de fuga”, confirmó otra fuente gubernamental a Meduza -uno de los medios de comunicación independientes más populares de Rusia- aún más pesimista: “Te matarían”.
Lo cierto es que sólo un círculo pequeño de gente muy cercana a Putin había sido informada de los planes del mandatario. Ellos incluyen al ministro de Defensa Serghej Shoigu, el jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Valerij Gerasimov, y los líderes de contrainteligencia. Las fuentes consultadas por los medios independientes rusos dicen que ni el jefe de gabinete de la oficina presidencial, Anton Vajno, estaba al tanto de la “operación militar especial”, como llaman desde el Kremlin a la invasión a Ucrania.
Julija Latynina, la ex comentarista de Eco de Moscú y Novaya Gazeta obligada a abandonar el país en 2017 tras reiteradas amenazas, dijo que la ex ministra de Desarrollo Económico de Rusia y actual presidenta del Banco de Rusia, Elvira Nabiullina, se sintió profundamente traicionada y habría intentado renunciar ya dos veces, en vano. Se había reunido durante dos semanas con el primer ministro Mikhail Mishustin y su primer adjunto Andrei Belousov para preparar contramedidas ante posibles sanciones económicas ante el eventual reconocimiento de la independencia de las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk.
Un agente del FSB, los servicios secretos herederos del KGB, dijo a Vladimir Osechin de la ONG anticorrupción Gulagu.net: “Se lo habían ocultado a todo el mundo”. Según La Repubblica, se dice que Andrei Kostin, director de VTB, el segundo banco ruso más grande, está “de luto”.
La periodista independiente Farida Rustamova afirmó también que el director ejecutivo adjunto de la multinacional de tecnología rusa Yandex, Tigran Khudaverdjan, ni siquiera quiso participar en la reunión entre empresarios y Putin convocada el 24 de febrero.
El descontento parece ser tal que el historiador Andrei Zubov advirtió: “Va a haber un golpe desde arriba muy rápido, como la destitución de Jruschov en 1964, la muerte del zar Pablo I en la noche del 11 al 12 de marzo o la extraña muerte de Stalin en marzo de 1953″.
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