Desde hace al menos una década, la presencia de grupos criminales en el estado de Michoacán dejó de limitarse a zonas despobladas, tramos carreteros e improvisados campos de batalla. Organizaciones como la Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios encontraron en el sector agrícola una robusta fuente de ingresos alimentada por el miedo a la violencia.
Las extorsiones a productores de limón y aguacate —por mencionar sólo un par de productos— fueron lo que motivó el surgimiento de movimientos de autodefensa que, liderados por personajes como Hipólito Mora, pretendían recuperar su tranquilidad a través de las armas.
Sin embargo, la desmedida capacidad de fuego de las células delictivas, así como su imparable ambición por incrementar sus recursos, mantienen a la población bajo un constante acecho.
Testimonios recopilados por el periodista Óscar Balderas y publicados para MVS Noticias detallaron algunas de las experiencias de pobladores que han sido víctimas directas de los cárteles michoacanos.
Un hombre identificado con el nombre de Manuel, que trabaja como limonero, dijo que durante casi ocho años pagó entre 50 y 60 centavos el corte de cada kilo de limón al crimen organizado.
Sin embargo, en fechas recientes, hombres que se identificaron como miembros de los Caballeros Templarios comenzaron a exigirle el pago de un peso por kilo. “Les dije que me iban a quebrar y casi de inmediato me di cuenta que elegí mal las palabras”, narró al periodista. La respuesta de los extorsionadores fue que su jefe necesitaba armas y que, si no pagaba, “lo que van a quebrar no es mi negocio, sino las piernas de mis hijos”.
Leonor, que desde pequeña estuvo en contacto con la producción de aguacate, reconoció que su cariño por Buenavista —municipio en donde fue acribillado Hipólito Mora— se ha visto mermado por la violencia. “Ya no soy feliz. Todo el tiempo tengo miedo”.
Otra historia compartida por Balderas es la de Regina, una joven estudiante a quien el crimen organizado le arrebató incluso la posibilidad de rezarle a su padre.
Según su narración, su papá fue asesinado en Tierra Caliente a las afueras de su huerta. Tenía un negocio y, cuando empezó a prosperar, los grupos criminales comenzaron a hostigarlo para exigirle un cobro de piso.
“Que dónde estaba su lealtad con los michoacanos, que si no sabía que los jaliscos se querían meter al estado. O acaso él era un jalisco y por eso no cooperaba”, eran las formas en que trataban de persuadirlo.
Debido a que no cedió a la presión, decidieron asesinarlo. “Ahora me enteré que ya ni siquiera puedo ir a dejarle flores, unos muchachos se ponen afuera del panteón de Buenavista Tomatlán y te cobran mil pesos por visita a la tumba. Ahora mejor le rezo desde mi casa”, relató la joven a Balderas.
Actualmente, la violencia en Michoacán responde principalmente a la incursión del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y los intentos de los Cárteles Unidos por frenar su avance.
De igual forma, fracturas dentro de este conglomerado criminal han desatado violentos enfrentamientos entre células como Los Viagras y remanentes de Los Caballeros Templarios, las cuales se han especializado en extorsionar a la población para obtener dinero y conseguir armamento que les permita solventar sus disputas bélicas.
Sé el primero en comentar en"“Tengo miedo”: los testimonios de agricultores en Michoacán que son extorsionados por el narco"