El arranque de El Hotel de los Famosos volvió a poner el foco en la dinámica de los realities. Y si hablamos de este tipo de programas, que tuvo su explosión a comienzos de este siglo, es inevitable hablar de Gran Hermano. El formato holandés que se estrenó en nuestro país en la pantalla de Telefe, dejó algunos de los momentos más recordados de la televisión de los últimos veinte años y sumó al staff de la farándula algunos nombres propios que quedaron para siempre.
Uno de ellos es el de Tamara Paganini, subcampeona de la primera edición y, junto a Gastón Trezeguet, una de las grandes figuras del programa que terminó ganando Marcelo Corazza. Al salir de la casa, tuvo un shock impensado de popularidad y un sinuoso recorrido mediático, con sus correspondientes luces y sombras, hasta que se retiró por completo de los flashes para encarar una nueva vida. Y para hablar un poco de todo esto, fue una de las invitadas del jueves en LAM, el programa que conduce Ángel de Brito por América.
Tamara contó que ingresó a la casa más famosa del país como el gran cliché de los castings. Lo acompañó a su novio de entonces, que había visto la versión holandesa, y no dudó en anotarse. Pero la que quedó fue ella, entró a un mundo desconocido en un contexto bien diferente: “En ese momento no había ni siquiera teléfono con cámara, yo estaba aprendiendo lo que era un mail, no había información”, reveló la ex participante, y resumió en una palabra lo que vendría después: “No esperábamos ni locos todo lo que nos pasó”.
A continuación, la mujer dio algunos ejemplos de lo que vivía por entonces. “No podía entender que la gente me corriera por la calle, que tuvieran una remera con mi cara”, admitió, y comparó la situación con veinte años atrás, que en este caso, son todo. “La gente te ama o te odia, pero en ese momento el hater te escupía literalmente en la calle. Me pasaba de ir caminando con mi novio y dos pibas de 20 años se me pararan enfrente y que me dijeran ‘puta de mierda’”, señaló.
Para evitar estas situaciones de acoso, Tamara contó que tuvo que apelar a una estrategia. “Me tenía que vestir de hombre para andar con la calle. Usaba gorrito y barba postiza. Me ponía faja y caminaba a lo chabón para que no me miren ni siquiera como mujer”, reconoció. Pero había momentos en que la situación se salía de control: “He salido de boliches con partes íntimas lastimadas, un pezón, me han roto la ropa”.
Para escapar de esas situaciones, creyó que había encontrado una solución alejándose de la gran ciudad: “Me fui a vivir a Córdoba, pensé que irme de los medios con tanta gente que quiere ser famosa iba a ser más fácil, pero me convertí en figurita difícil y me buscaban un montón”, lamentó. Sin embargo, por necesidad tuvo que volver al medio del que se había alejado, ya que no conseguía trabajo en otro rubro. “No tenía para comer. Entonces hacía una foto en Paparazzi y me llamaban de boliches”, recordó.
Pero con el paso del tiempo, Tamara pudo encausar su vida por fuera de las cámaras, a las que regresa cada tanto pero sabiendo que hay otro camino posible. Hace ocho años que trabaja en un laboratorio de alta complejidad y se permite mirar con otra perspectiva su experiencia en la casa más famosa del país. “Recién ahora estoy sanando. Me llevó 20 años y todo este tiempo de terapia en terapia”, admitió.
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