Ya lo había adelantado Felipe Solá en el brindis de fin de año que el Frente Renovador organizó en el edificio Anexo C del Congreso: “Sergio se va a mostrar más”, dijo y así ocurrió.
El viernes Sergio Massa se fue de Pinamar a San Isidro. Lo acompañó el diputado Daniel Arroyo quien le organizó una reunión con el obispo Oscar Ojea, elegido en noviembre presidente de la Conferencia Episcopal Argentina.
Habitué en Tigre, donde en diciembre participó de la procesión náutica por el día de la Virgen, el obispo los recibió para una larga charla. “Nos pidió que fortalezcamos el diálogo, que trabajemos fuerte en los temas de jubilados y laboral, que miremos con atención el tema glaciares y minería. Y que fomentemos herramientas de lucha contra la droga y las adicciones”, contó a su regreso a la playa el ex diputado nacional. Y reveló que Ojea les subrayó, tal como manifestó la Iglesia públicamente, la necesidad de “mucho diálogo contra la violencia”.
Hasta ahí, todo normal y hasta tal vez previsible. Pero cuando Massa se retiraba del obispado de San Isidro, justo el día después de que se reuniera con el presidente del PJ bonaerense, Gustavo Menéndez, un grupo de chicos se acercó a pedirle selfies para subir sus cuentas de Instagram. Pero de pronto empezaron a decirle que “los medios dicen que está en Pinamar”… y hasta alguno con desconfianza lo increpó: “¿Es usted o no es usted?”
FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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