Cuando se puso de pie frente al escritorio, levantó ambas manos y sonrió al ritmo del “Meneeeem, Meneeeeeem” que alentaba el histórico Tula, vestido de camisa y saco para la ocasión. Al ex presidente de la Nación volvió a brillarle la mirada. Por un instante fue el mismo que en sus épocas de mayor poder. El que atravesaba con la mirada y hacía sentir importante a su interlocutor. El que podía convocar a un pacto a la oposición y reformar la Constitución. El de la reelección.
También cuando dijo, varias veces, que gobernó durante diez años y medio y repitió lo del medio año en que tuvo que completar el mandato cuando Raúl Alfonsín se fue antes de tiempo. Habló de que sabe “triunfar” y de que “puedo haberme equivocado” aunque se mostró más orgulloso de su recorrido que autocrítico.
A punto de cumplir 88 años, encorvado y con tos, Menem dejó que fuera Miguel Ángel Pichetto quien lo defendiera en el mismo día en que la Justicia ratificó su procesamiento en la causa por la explosión de Río Tercero. Él, en cambio, no hizo mención ni a esa ni a ninguna causa aunque en la presentación de su autobiografía se comparó con los riojanos Facundo Quiroga y Chacho Peñaloza, “mártires” en quienes se inspiró, dijo. “A los dos los mataron, a mí no me ha tocado todavía”, bromeó.
Pero antes de que hablara el senador por La Rioja, el que habló fue el jefe del bloque Peronismo Federal. “Es fundamentalmente un buen ser humano, un buen político, él inventó todo”, lo elogió Pichetto, que recordó cómo Menem recorrió el país antes de que existieran las redes sociales para hacer campañas políticas. También habló del año 89 cuando “todo volaba por el aire y no había reservas”, cuando “funcionó la política” mientras que ahora “algunos no creen en la política”. “Él entendió lo que era el arte de la comunicación”, dijo sin dar más detalles, sin recordar que cuando Menem hablaba instalaba un tema, fuera de fútbol o de política, en tiempos en que su leal ministro Carlos Corach marcaba agenda diaria apenas ponía un pie fuera de su casa cada mañana y ganaban juntos tantos admiradores como recelos.
“Mirá, chango, lo importante es que hablen, bien o mal pero que hablen”, contó Pichetto que le respondió Menem en un viaje allá en los 90. Pero marcó su preocupación en una clara defensa de la figura del ex presidente que también puede aplicarse a Cristina Kirchner. “La Argentina va a empezar a cambiar cuando en un acto patrio se pueda invitar a todos los ex presidentes y compartan el momento” señaló el rionegrino, y lo interrumpieron con aplausos. Siguió: “Cuando la mecánica judicial deje de analizar actos de gobierno. En Francia -citó- un presidente no puede ser llevado a la Justicia salvo en caso de traición a la Patria o genocidio”. Y mencionó, sin referirse a nada en concreto, “lo injusto de algunos procesos judiciales”.
Escuchaban, atentos, algunos de los más leales: su hermano Eduardo Menem, Alberto Kohan, César Arias, Alberto Mazza… Y en la primera fila, sus hijos Zulema María Eva y Nair (filmaban ambos con sus Iphone) junto a sus nietos Luca y Malek y varios sobrinos. Nadie mencionó ni la resolución judicial ni el episodio que desde Chile protagonizó el otro hijo del ex presidente, Máximo Menem Bolocco, quien acusó a Zulemita de no dejarlo ver a su padre. Sólo un rato antes del acto que arrancó a las 15:30 ella tuiteó una respuesta en contra de la ex mujer de su papá.
Hacía tiempo que Menem no hablaba en público. Volvió a hacerlo porque su hija le propuso hacer una autobiografía que publicó en una edición de autor con el título Mi vida y mi historia política.
En el acto que tuvo lugar en el Salón Illia del Senado recordó sus inicios y habló con orgullo de su condición de dirigente del interior. “Nadie creía que un riojano podía ser presidente, sólo yo”. “Después todo el pueblo creyó”, continuó, y pidió que el próximo presidente “surja de ustedes”.
Fue entonces cuando sorprendió al proponer a Pichetto para la carrera presidencial. Lo llamó todo el tiempo “presidente del Senado” en lugar de jefe del bloque. Lo tocó, lo miró y lo exhortó: “Querido amigo y hermano, lo aliento a que no afloje. Yo le digo -agregó y miró al público- que si él se lo mete en el alma y en el cuerpo va a llegar a la presidencia de la Nación, no tengo ninguna duda”. Pichetto se rió, incómodo, tomó el micrófono y agradeció con trato de “usted”: “Es totalmente generoso”.
Menem cerró como si todavía estuviera dispuesto él mismo aunque no expresó otra intención que la de seguir en su banca del Senado: “Si yo llegué, por qué no va a llegar usted, ¡métale!”. Y se despidió: “Cuenten conmigo para lo que quieran, cuando quieran y como quieran”.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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