Habíamos logrado aquello que otras 209 selecciones nacionales de todo el mundo afiliadas a la FIFA no habían podido: jugar –por tercera vez- una final de la Copa del Mundo. Transcurría el 13 de Julio de 2014.
Imposible olvidar el gol de Mario Goetze cuando faltaban 8 minutos para completar los 120 e ir a penales. Ni Demichelis ni Garay llegaron para impedir que Schurrle enviara aquel centro desde la izquierda que Goetze-quien ingresó en reemplazo de Miroslav Klose-convirtiera en puñalada.
Íbamos 0-0 contra Alemania que venía de hacerle 7 goles a Brasil impidiéndole una final descontada y sometiéndolo a la disputa de un tercer puesto que también resignó frente a Holanda por 3-0. La poderosa Alemania que vulneraba a todas las defensas, no hallaba cómo hacerlo contra nuestro equipo nacional.
El mérito reconocido y calificado por todo el universo futbolístico aquí, en nuestro país, se transformó en frustración.
En aquella Selección Nacional jugaban los mejores jugadores argentinos que brillaban en los equipos de elite de las principales ligas europeas: Sergio Agüero, Pablo Zabaleta y Martín Demichelis (Manchester City), Ángel Di María (Real Madrid), Javier Mascherano (Barcelona), Ezequiel Lavezzi (PSG), Gonzalo Higuaín, Federico Fernández y Mariano Andújar (Napoli), entre otros.
No importó el claro penal cometido contra Higuaín y reconocido a los pocos meses por su autor, el arquero alemán Manuel Neuer. El referí italiano Nicola Rizzoli sabía que era tiro libre penal y expulsión. Prefirió creer y decir que se había tratado de un choque en el aire. Su arbitraje nos perjudicó claramente.
Higuaín se perdió un gol habilitado por un cabezazo hacia atrás de Toni Kross, Palacio elevó un remate que debió ser a ras del piso, teníamos algunos jugadores lesionados y a otros extenuados, que a pesar de ello dejaron todo en el campo.
Salimos subcampeones y, en vez de celebrar, nos amargamos.
La culpa la tuvo Messi.
Alejandro Sabella quien lideró y condujo magistralmente a ese plantel encabezando un cuerpo técnico de primerísimo nivel, hizo efectiva su renuncia anunciada antes de la final.
El día anterior a su muerte, Julio Grondona le había manifestado a algunos miembros del Comité Ejecutivo de la AFA que se ocuparía personalmente de persuadir a Sabella para que continuara. No fue posible.
El 14 de Agosto de 2014, bajo la presidencia sucesoria de Luis Segura, comienzó la era de Gerardo Martino como director técnico jefe de la Selección Argentina. La AFA se conviertió en un preciado botín político por el cual comenzaron a competir muchos dirigentes. La Selección pasó a ser un ítem, dejó de ser una prioridad seriamente atendida. Empezarían a abrevar por Ezeiza, como nunca antes, visitantes frecuentes con opiniones y proyectos.
Martino construyó su oficina en Ezeiza, trabajó incansablemente para la Copa América de 2015 en Chile con el respaldo y la experiencia de los funcionarios de AFA al tiempo que se preguntaría, ¿quién es mi interlocutor?, ¿ quién tiene el poder de la decisión?: ¿Segura?, ¿ Tinelli?, ¿ Juan Carlos Crespi, presidente de la Comisión de Selecciones Nacionales?, ¿Claudio Tapia a quien Crespi agregó una vez a una delegación – al precio de un reto de Grondona- y nunca más dejó de acompañar?
La definición por tiros libres desde el punto de penal tras el empate a cero contra Chile, generó una nueva frustración para gran parte de los aficionados y de la prensa.
Aquel plantel lo integraban los mejores jugadores del fútbol argentino y verdaderas vedettes de las grandes ligas europeas tales como Fernando Gago (Boca), Javier Pastore (PSG), Erik Lamela (Tottenham), Éver Banega (Sevilla), Lucas Biglia (Lazio), Marcos Rojo (Manchester United), Carlos Tevez (Juventus) y Nicolás Otamendi (Valencia), entre otros, sumados a la base del Mundial anterior.
La culpa la tuvo Messi.
El 3 de diciembre de 2015, en el marco de una Asamblea Extraordinaria, la AFA se disponía a elegir a su presidente institucional para el período 2015-2019. Sobre 75 asambleístas que votaron y ante la presencia de tres veedores de la IGJ (Inspección General de Justicia), el Defensor del Pueblo de la Ciudad (Alejandro Amor y su equipo), miembros de la prensa de casi todos los medios, dirigentes de todos los clubes, integrantes del Comité Ejecutivo, los gerentes en pleno de las distintas áreas de la AFA y más de cincuenta invitados, el sufragio resultó 38-38. Una vergüenza eternizada.
En ese clima de candidatos en campaña (Luis Segura, Marcelo Tinelli, Claudio Tapia, Armando Pérez, Nicolás Russo y Hugo Moyano, quienes habían presentado los avales correspondientes) nos disponíamos a competir en la Copa América Centenario a disputarse en los Estados Unidos de Norteamérica.
Los pasillos, oficinas y adyacencias de la AFA se asemejaban a comités políticos donde líderes, punteros, adherentes y “espías” generaban el clima febril cual permanente asamblea.
Mientras tanto la Selección acompañada por Crespi y Tapia transitaba en orfandad el objetivo inmediato de una nueva Copa América. Otra vez la final, nuevamente el empate contra Chile y una suerte esquiva en la definición por penales. Subcampeones otra vez. Frustración en gran parte de los argentinos. Y un gran plantel, lo mejor que se podía convocar: Sergio Romero (Manchester United), Jonatan Maidana y Gabriel Mercado (River), Ramiro Funes Mori (Everton), Matías Kranevitter y Augusto Fernández (Atlético Madrid) y Nicolás Gaitán (Benfica) fueron los novatos de una nómina compuesta por la base de las competiciones anteriores.
La culpa la tuvo Messi.
Al regresar al país en un vuelo chárter alquilado de emergencia (200.000 dólares extras) para llegar 24 horas antes de lo programado en el organigrama original, la jueza Maria Romilda Servini dispuso el procesamiento de seis dirigentes, dos ex jefes de gabinete (Aníbal Fernández y Jorge Capitanich) y un alto funcionario (Gabriel Mariotto) en una causa caratulada “Fútbol para Todos”, imputándoles “administración fraudulenta”.
A partir de ese momento el caos institucional se transformó en un estado apocalíptico y el gobierno intervino la AFA. Para lograrlo contó con el apoyo de la Conmebol y de la FIFA. Fue así que se consensuó poner al frente a Armando Pérez (Belgrano de Córdoba).
En medio de tanta crisis y confusión, Martino –quien no cobraba sus honorarios desde hacía cinco meses- se valió de la coyuntura y renunció a la dirección técnica de la Selección Nacional.
La culpa la tuvo Messi.
Es así que la Comisión Regularizadora de la AFA respaldada por el más alto nivel del gobierno argentino designó como nuevo director técnico de la Selección Nacional a Edgardo Bauza. Su trabajo duró desde el 1° de agosto de 2016 hasta el 10 de abril de 2017. Fueron ocho partidos: 3 ganados, 3 perdidos y un empatado.
La culpa la tuvo Messi.
En mayo de 2017 Claudio Tapia, ya presidente de la AFA desde el 29 de marzo de ese año, anunció la contratación de Jorge Sampaoli a cargo de la dirección técnica del seleccionado nacional recomendado por Daniel Angelici.
La culpa la tuvo Messi.
Tras la agónica clasificación frente a Ecuador (tres goles de Lío en el 3-1), comenzó el proceso más desdoroso en la historia moderna de la Selección Nacional. Todo fue un espanto: organización, programación (un partido de despedida de tono menor y ningún amistoso), viajes innecesarios en hoteles de cinco estrellas, un clima interno inarmonioso, filtración bizarra de audios, cancelación del partido en Jerusalem, ausencia a una audiencia papal, declaraciones tan inaceptables como ridículas de Tapia (“No vamos a Israel para contribuir a la paz mundial”), un manual para seducir mujeres rusas presentado por la AFA, el grupo dividido, la falta de liderazgo técnico y dirigencial y el regreso del Mundial en octavos de final con un plantel remozado entre los históricos y los nuevos: Nahuel Guzmán (Tigres de Monterrey), Franco Armani (River), Wilfredo Caballero (Chelsea); Gabriel Mercado (Sevilla), Nicolás Tagliafico (Ajax), Cristian Ansaldi (Torino), Federico Fazio (Roma), Marcos Acuña (Sporting de Lisboa), Marcos Rojo (Manchester United), Nicolás Otamendi (Manchester City); Lucas Biglia (Lazio), Éver Banega (Sevilla), Ángel Di María (PSG), Maximiliano Meza (Independiente), Javier Mascherano (Hebei Fortune), Enzo Pérez (River), Eduardo Salvio (Benfica), Giovani Lo Celso (PSG), Cristian Pavón (Boca); Gonzalo Higuaín (Juventus), Paulo Dybala (Juventus), Sergio Agüero (Manchester City) y Lionel Messi (Barcelona).
La culpa la tuvo Messi.
Tapia presentó a Sampaoli como el mejor técnico del mundo y lo despidió por ineficaz a cambio de una millonaria indemnización. Y entonces, tras anunciar y prometer gestiones con Guardiola, Simeone y Pochettino, nombró al frente de la selección a un debutante: Lionel Scaloni. Un técnico que llegó a ser integrante del equipo de Sampaoli (por gestión de su padre) como tercer ayudante de campo detrás de Nico Diez y Sebastián Beccacece, quienes renunciaron después de la actuación en Rusia.
La culpa la tuvo Messi.
Para cubrir tanto disparate, reapareció el último 14 de enero en la Selección Nacional una de sus figuras más emblemáticas: César Luis Menotti, campeón mundial de 1978. Es el nuevo Director de las Selecciones Nacionales. Aún no han sido especificadas sus funciones ni sus atribuciones. Su presencia en Madrid y Tánger hubiesen sido un buen síntoma como comienzo de su gestión. Sin embargo no viajó para iniciar una necesaria convivencia con los jugadores de un nuevo plantel. El ingreso de Menotti provocó la renuncia de Jorge Burruchaga, quien cumplía unas poco visibles funciones de “manager”.
La culpa la tuvo Messi.
Perdimos contra Venezuela (jugó Lío), le ganamos a Marruecos (no jugó Lío), el técnico dijo haberse sentido deslumbrado por los 15 minutos de Matías Zaracho (tocó el balón 4 veces) y que “dejando atrás lo de Venezuela (¿?) estamos bien…”. Unos días antes, Menotti había criticado severamente a Scaloni “no por la derrota sino por cómo se jugó”. Inequívocamente nos estaba expresando que Scaloni sería evaluado a partir de la Copa América a disputarse durante el próximo mes de junio en Brasil. Ya sin los “históricos” Romero, Mascherano, Biglia, Higuaín, Agüero…
La culpa la tuvo Messi.
Lleva 13 años y medio jugando en la Selección. Tuvo siete entrenadores (Pekerman, Basile, Maradona, Batista, Sabella, Martino y Scaloni; dos Directores de Selecciones -Bilardo y ahora Menotti-; y dos managers o coordinadores -Daniel Pellegrino y Burruchaga-). La AFA cuya selección capitanea fue presidida por cuatro titulares: Julio Grondona, Luis Segura, Armando Pérez (intervención) y Claudio Tapia. Sus compañeros ya se pueden contar por cientos y por decenas los dirigentes acompañantes. Su presencia es la principal razón de los ingresos por el patrocinio de la indumentaria y de los cachets maximizados por jugar los partidos amistosos en las fechas FIFA. Ese dinero extra que le pagan a la AFA cuando él juega -más de medio millón de dólares- lo repartía entre sus compañeros, los asistentes y demás empleados que integraban la delegación.
El último jueves por la noche San Antonio le realizó un tributo a Emmanuel Ginóbili con motivo de su retiro del básquetbol. La emoción no es un sentimiento provocado; por el contrario fluye espontáneamente, es casi incontenible. Aquella comunidad le reconocía a un jugador extranjero su talento, su esfuerzo, su compromiso y su identidad.
Es todo lo que no sabemos disfrutar de Messi, el mejor jugador de fútbol del mundo. Más grave aún descargamos en él nuestras propias frustraciones pues creemos que con él solo, nos alcanza.
Disfrutemos de Messi en la última etapa de su brillante carrera y dejemos que el orgullo de su argentinidad sin discusiones nos aflore, nos identifique con él, con un argentino admirado en todo el mundo.
Habrá un mañana en el cual Messi será leyenda y usted, sus hijos y sus nietos se pondrán de pie para aplaudirlo con gratitud y emoción. No espere ese momento. Hágalo ahora.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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