Jason Lathrop se estaba entrenando para una caminata con mochila cuando comenzó a sentir cómo sus rodillas crujían cuando salía a trotar por las mañanas por las afueras de su casa en Portland (Oregon).
Esperaba que su médico le dijera que se había roto el menisco o que se había lastimado un ligamento. Pero el doctor le dijo que sus rodillas estaban bien. En cambio, se enteró que tenía un soplo cardíaco. Seis semanas después, el padre de 43 años y con dos hijos se estaba sometiendo a una cirugía a corazón abierto para reparar una válvula mitral defectuosa.
Después de una vida activa haciendo ejercicio de forma frecuente, llevando una alimentación saludable y sin fumar, Lathrop se sorprendió al descubrir que algo podría estar yendo mal en su corazón.
“Tu corazón, junto a tus pulmones, es tu motor aeróbico. Pensé que si hubiera algún órgano con el que no tendría ningún problema serían esos dos porque los cuidé muy bien. La verdad es que fue un shock“, admite Lathrop, analista de Intel.
El ejercicio ayuda a fortalecer el corazón y a alargar la vida de las personas, según los expertos. Pero los problemas cardíacos aún son comunes y, algunas veces, dramáticos en personas activas. Es algo que puede acentuarse durante la temporada de maratones de los próximos meses, ya que se suelen dar casos de muerte súbita y ataques cardíacos que, a veces, ocurren durante algunas carreras de larga duración.
Esos casos, a menudo muy publicitados, es una oportunidad para transmitir un mensaje sobre la importancia de la salud del corazón en las personas activas: el ejercicio es bueno, pero no te protege al ciento por ciento. Eso es lo que asegura Aaron Baggish, director del Programa de Rendimiento Cardiovascular del Hospital General de Massachussetts, en Boston.
Incluso los médicos, a menudo, pasan por alto la posibilidad de problemas cardíacos cuando ven a pacientes atléticos.
“El ejercicio no confiere inmunidad completa a la enfermedad cardíaca. No se pueden superar los problemas cardíacos por el simple hecho de correr cada día“, advierte Baggish.
Décadas de investigación en decenas de miles de personas han establecido una conexión directa entre el ejercicio rutinario y la salud cardíaca. Entre otras medidas, según los estudios, realizar 150 minutos de ejercicio moderado cada semana puede reducir las tasas de presión arterial, enfermedad cardíaca y mortalidad, entre otras condiciones.
“Si tuviera que elegir una pastilla para los estadounidenses diría que el ejercicio es el remedio perfecto, más que cualquier otra píldora“, comenta Mark Link, un electrofisiólogo cardíaco del Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas, en Dallas.
Pero reducir el riesgo no es lo mismo que eliminarlo. A veces, el ejercicio puede exacerbar los riesgos cardíacos, especialmente a niveles extremos, aunque los científicos todavía están trabajando en los detalles del aspecto que debería tener el corazón en un atleta.
En un estudio realizado en 2013, los investigadores analizaron los registros de salud de más de 52,000 esquiadores de Suecia que compitieron en una carrera de 90 kilómetros entre 1989 y 1998. Encontraron que los atletas masculinos que habían esquiado más rápido y los que habían competido en más carreras mostraron tasas más altas de ritmo cardíaco irregular, lo que se conoce como arritmias, en un período de 10 años.
En comparación con los hombres que habían competido una sola vez, aquellos que completaron cinco carreras tuvieron el doble de probabilidades de ser hospitalizados por bradiarritmias, o ritmos cardíacos inusualmente lentos. La fibrilación auricular, una frecuencia cardíaca irregular o muy rápida, también fue más común en los esquiadores que más solían practicar este deporte.
Pero, en general, los atletas cosechaban muchos beneficios. Las tasas de mortalidad fueron más bajas en los esquiadores que hicieron más carreras en comparación con los que hacían menos. Las tasas de mortalidad fueron más bajas en estos deportistas en comparación con la población general.
Este no es el único ejemplo donde la evidencia revela que el entrenamiento vigoroso altera los corazones. Por ejemplo, los atletas profesionales parecen mostrar altos niveles de depósitos de calcio en las arterias del corazón. Estas placas son normalmente un signo de riesgo elevado de ataques cardíacos, pero nuevos estudios sugieren que pueden ser menos preocupantes en atletas sanos. “Hasta cierto punto, el jurado todavía está liberando sobre eso”, manifiesta.
El riesgo más común al que se enfrentan las personas activas es la creencia de que el ejercicio les da libertad para disfrutar de comportamientos dañinos para el corazón. El exceso de alcohol, la comida chatarra y el tabaco en la edad adulta pueden alcanzar a esas personas más adelante, según Baggish.
Las predisposiciones genéticas también importan, incluso para aquellas personas que lo hacen todo bien. Eso es algo con lo que Jay Kuo, compositor y productor de Broadway de 49 años, ha estado luchando desde que su presión arterial y sus triglicéridos se dispararon hace un par de años, a pesar de sus hábitos saludables.
Asustado por su historial familiar de enfermedad cardíaca, su padre tuvo un ataque al corazón a los 44 años, Kuo ha dejado de fumar, ha reducido su ingesta de sal, ha eliminado las carnes procesadas y ha comenzado a tomar un batido de col todas las mañanas. También sale a correr, hace yoga, medita y toma medicamentos para mejorar su presión arterial y los niveles de triglicéridos. A pesar de todo eso, no está progresando tanto como le gustaría.
“Es frustrante. No quiero que me pase lo que le sucedió a mi padre“, lamenta.
La detección de afecciones cardíacas sigue siendo controvertida, ya que los investigadores continúan debatiendo si buscar problemas terminaría perjudicando a más personas de lo que podría ayudar.
Los doctores también quieren tener cuidado para no asustar a la gente para que no haga ejercicio. En un estudio de 2012, Baggish y sus compañeros analizaron una base de datos que incluía a 10.9 millones de personas que se registraron para correr maratones o medias maratones entre el 2000 y el 2010.
En esos informes encontraron 59 casos de paro cardíaco (42 de ellos fatales) que ocurrieron durante la carrera o en la línea de meta, lo que sugiere que la muerte súbita inducida por el ejercicio es bastante rara, a pesar de que los casos trágicos llaman mucho la atención.
La mayoría de los corredores que sobrevivieron a un paro cardíaco dijeron que habían tenido algún tipo de síntoma antes del evento, como molestias en el pecho o dificultad para respirar. Si bien el riesgo de paro cardíaco se eleva durante el ejercicio o durante episodios de actividad elevada, como palear en la nieve, ese riesgo es mayor entre las personas que no hacen ejercicio de forma regular.
Consulta a un médico si tienes dudas. Es lo que sugiere Baggish. Pero no dejes que las historias de atletas con problemas cardíacos te asusten para que no hagas ejercicio.
“El problema de nuestro país (EEUU) es que la gente no hace demasiado ejercicio“, señala.
Un diagnóstico de esas características no tiene por qué significar el final de un estilo de vida atlético. Dos años después de la cirugía de su corazón, Lathrop sale a correr tres días a la semana y suele hacer unos 16 kilómetros o más.
“Estoy corriendo mucho más lejos que antes de la cirugía. Tengo una nueva oportunidad en la vida”, apostilla.
FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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