El ataque de Rusia a Ucrania ya lleva casi un mes y medio y nada hace pensar que se detendrá en los próximos días, más allá de eventuales conversaciones para alcanzar un alto al fuego. Es por eso que mientras continúe el conflicto entre ambas potencias agroexportadoras, los mercados agrícolas seguirán sumidos en una fuerte volatilidad, con los precios en niveles históricamente altos, como es el caso del aceite de girasol, del cual los países en cuestión explican el 80% de las exportaciones mundiales del producto.
Hoy los despachos de este producto desde el Mar Negro están prácticamente paralizados por la guerra, lo que deja un gran vacío en la provisión mundial de aceite, llevando los precios a niveles pocas veces vistos. Esta es la razón por la cual especialistas y referentes del complejo girasolero argentino están convencidos de que la actual situación representa una oportunidad de crecimiento para el sector.
En Argentina, el girasol es un importante cultivo que se disputa el quinto lugar en volumen con el sorgo. Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) la cosecha de la oleaginosa está entrando en su etapa final, con el 93,7% de las 1,65 millones de hectáreas ya recolectadas. De esta manera, ya se levantaron 3,1 de las 3,3 millones de toneladas que se estipulan para la campaña 2021/22.
Pero más allá del volumen a obtenerse, el mercado centra su atención en la suba de los precios del aceite. Así, el precio de exportación de este subproducto, que representa el grueso de los ingresos del complejo, pasó de USD 1.470 la tonelada en la previa del conflicto a USD 2.225 en la actualidad. O sea, el precio creció un 51,3% en poco más de un mes. Este incremento se ve reflejado en las proyecciones de exportación de este año, ya que la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) estimó que el complejo girasolero alcanzaría despachos por USD 1.840 millones, USD 512 millones más que lo previsto hace un mes y USD 538 millones por encima de la marca del 2021.
Crecimiento
Para Guillermo Moro, presidente de la Asociación Argentina del Girasol (Asagir), existen estímulos suficientes y un contexto donde Argentina podría concretar un aumento del área sembrada y, por ende, en la producción. La suba de los precios internacionales se conjuga como el principal factor que empujaría un incremento, sobre todo el plafón desde donde aumentaron ya era alto.
“El girasol ya venía en un crecimiento lento, pero sostenido en su precio internacional porque era más grande la demanda que la oferta. Esto ya sucedía en la pre guerra, porque ya era un escenario auspicio y de crecimiento de área en Argentina”, contó Moro a Infobae. Y si bien remarcó la naturaleza conservadora en cuanto a cambios radicales en los planes de negocios por parte de los productores, estimó que la campaña que viene podría producirse un importante salto
Según sus proyecciones, en la campaña 2022/23 de girasol, que comenzará a sembrarse recién en junio y julio, dependiendo de la zona, se podría alcanzar las dos millones de hectáreas, lo que significaría un salto en torno al 20%, crecimiento que de concretarse representaría un salto de 350.00 hectáreas respecto a lo implantado durante el actual ciclo. Así, y teniendo en cuenta que se plasme esta proyección y se obtengan rendimientos promedios, la producción podría ubicarse en 4 millones de toneladas, 700.000 toneladas más que lo previsto la cosecha pronta a finalizar.
La subdirectora de Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), Patricia Bergero, observó al escenario planteado por Moro como “factible”. En este sentido detalló que “hay muchas consultas y productores por el tema semillas. Esto quiere decir que hay interés por parte de los agricultores, porque los precios subieron de forma impresionante y eso ya de por sí es un estímulo suficiente. Hay una visión como para llegar a las 2 millones de hectáreas. Es factible que lleguemos a eso”.
Para la especialista, “existe una oportunidad sin lugar a dudas”, ya que considera que independientemente de lo que ocurra con este conflicto, se debe tener en cuenta el impacto de la guerra en el transporte, la producción, las industrias y los puertos de los países en cuestión, sobre todo, Ucrania, que es el territorio donde se están disputando los combates. “Si bien eso puede llegar a arreglarse, hay que ver en el largo plazo cómo lo va a afectar. En el corto y mediano plazo lo que hay es una búsqueda hacia los productos sustitutos del aceite de girasol, pero más allá de estos, sin lugar a dudas es una oportunidad para el girasol argentino”, planteó Bergero.
Oportunidades
Para el presidente de Asagir hay un abanico de posibilidades que se abren para el cultivo, tanto por la guerra, como así también por motivos a un “reacomodamiento” de los mercados y que responden a “cuestiones extraordinarias para un futuro mejor”. En todos los casos, Moro puso especial énfasis en la necesidad de que Argentina aproveche estos cambios a modo de sacarle provecho e impulsar así la producción e industria dependiente del girasol.
En primer lugar, Moro marcó posibles cambios en los requisitos europeos para el ingreso de aceite de girasol que facilitarían las exportaciones argentinas hacia la región. Según relató, Europa es “esquiva para Argentina, porque venían conservando muy estrictamente las trazas de agroquímicos en aceite, por lo cual no podíamos calificar y atender ese mercado, sino que a eso lo hacia Ucrania. Hoy están reevaluando estas condiciones para flexibilizarse, por lo cual podríamos acceder a ese mercado premium. Si Argentina tiene la rapidez y sapiencia para aprovechar eso, es un mercado que queda para el futuro, no solo en volumen sino también en calidad y precios”.
En segundo lugar, puntualizó como otra oportunidad el “reordenamiento de los mercados” que se está dando, no exclusivamente por el conflicto. Hay países que están buscando comprar con contratos futuros a décadas. Y eso es muy bueno. Por lo tanto, son dos noticias que son muy importantes para el país y ahí necesitamos ser rápidos y plásticos para que estas oportunidades las podamos aprovechar al 100%”.
Limitantes
Por su parte, el jefe de Estimaciones Agrícolas de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), Esteban Copati, reconoció un mayor interés de los productores por el girasol, sobre todo por los precios actuales que presenta, pero ve como un limitante a la posible expansión de la oleaginosa a la oferta de semillas para su implantación. El especialista explicó que “el escenario que estamos viendo hoy en día no estaba previsto el año pasado, por lo que la multiplicación u oferta de semillas disponible para el girasol este año estuvo planificada en 2021, donde no se tenía en cuenta esta guerra y el impacto en los mercados. Ahí puede haber un limitante.
En este sentido, Bergero coincide con Copati, quien entiende que el crecimiento en la superficie hasta las 2 millones de hectáreas es “factible”, pero ve más difícil una mayor expansión por el tema planteado por el especialista de la Bolsa porteña. “Hay una cuestión que tiene que ver con una cuestión de disponibilidad de semillas. No se puede reproducir semillas con la suficiente rapidez como para satisfacer un crecimiento de demanda previsto: un plan para producir la suficiente cantidad de semillas empezar hoy y no es para la campaña que viene, sino para la siguiente. Entonces es probable que no haya la suficiente cantidad de semillas para superar las dos millones de hectáreas”, sostuvo Bergero.
En otro punto, Copatti sostuvo que otro factor que se puede convertir en un contratiempo es la cuestión climática, en especial a la hora de la siembra, en la dos principales productoras de girasol en el país: el NEA y el sur bonaerense. Es por esto que puntualizó que si bien “puede haber buena humedad en profundidad, si no llueve durante la siembra y no hay humedad superficial, la semilla no va a germinar. Más allá de la intención de siembra, hay que ver si el clima permite concretarlo”.
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