Roger Waters o cómo aprovechar el gran legado de Pink Floyd para difundir sus ideas políticas

El ex músico de la banda de rock Pink Floyd Roger Waters actúa en el escenario durante su gira en el Tacoma Dome en Tacoma, Washington, Estados Unidos, 18 de septiembre de 2022 (REUTERS/Amr Alfiky)
El ex músico de la banda de rock Pink Floyd Roger Waters actúa en el escenario durante su gira en el Tacoma Dome en Tacoma, Washington, Estados Unidos, 18 de septiembre de 2022 (REUTERS/Amr Alfiky) (AMR ALFIKY/)

Hay dos cuestiones que obsesionan a Roger Waters hoy en día. La primera es dejar en claro a todo el mundo que él es la mente detrás de “los años dorados de Pink Floyd”, como está anunciando en la promoción de la gira This Is Not A Drill, su tour mundial de despedida, que iba a comenzar en 2020, pero que la pandemia por COVID-19 postergó al año pasado. Durante ese tiempo optó por regrabar algunas canciones de su antigua banda y de su carrera solista y sacarlas bajo el nombre de The Lockdown Sessions recién ahora, que el mundo volvió a la normalidad. Lo otro que lo motivó a retomar los shows en vivo es la oportunidad de expresar sus ideas políticas, posiblemente más radicales y polémicas que nunca, a quien quiera escucharlas. En realidad, su mensaje está dirigido a todos los que asisten a sus conciertos, y al que no le gusta, es invitado cortésmente a retirarse con un anuncio que dice sin tapujos: “Si eres de los que dicen ‘amo a Pink Floyd, pero no soporto las ideas políticas de Roger’, harás bien en irte al carajo al bar ahora mismo”. En ambos casos, sus pensamientos se encuentran en los extremos de los de sus antiguos compañeros de banda, por lo que, a casi cuatro décadas de su separación, la grieta dentro del grupo de rock progresivo más grande del mundo sigue abierta y humeante.

Durante los meses de confinamiento, David Gilmour entretuvo a los fanáticos con streamings en las redes sociales en los que interpretaba versiones de clásicos junto con su familia. Bajo el rótulo de Von Trapped Family Series, el guitarrista mostró la intimidad de su casa y hasta estrenó una canción (“Yes, I Have Ghosts”) que escribió para acompañar el audiolibro de su esposa, Polly Samson, A Theatre for Dreamers, editado en 2020.

El ex guitarrista de Pink Floyd, David Gilmour, en foto de archivo
El ex guitarrista de Pink Floyd, David Gilmour, en foto de archivo

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Waters, en cambio, se recluyó y en silencio registró a la distancia con los músicos que lo acompañan en vivo The Lockdown Sessions, un EP con nuevas versiones intimistas de “Mother” y “Vera”, de The Wall, “The Gunner’s Dream” y “Two Suns In The Sunset”, de The Final Cut –la obra antibélica que grabó antes de irse de Pink Floyd y que busca revalorizar con los años– y “The Bravery of Being Out of Range”, uno de sus mejores temas solistas de su álbum Amused to Death. El final es una reinterpretación del clásico “Comfortably Numb”, que grabó con su banda al comenzar la gira, tocada un tono más abajo, sin solos de guitarra y un acompañamiento vocal femenino que la hacen mucho más oscura que la original. Podría ser la banda sonora perfecta para acompañar las imágenes del desastre que está dejando Vladimir Putin en Ucrania… si no fuera porque el músico ha justificado públicamente la invasión rusa al país vecino. “No se debió animar a Rusia a invadir la Ucrania (sic)”, dijo a Rolling Stone en una reciente entrevista. “Esta guerra se trata básicamente de la acción y la reacción de la OTAN empujando hasta la frontera rusa, lo que prometieron que no harían cuando [Mijaíl] Gorbachov negoció la retirada de la URSS de toda Europa del Este”, explicó a CNN.

“¿Por qué los Estados Unidos no alientan a [Volodimir] Zelensky a que negocie, obviando la necesidad de esta horrible guerra?”, se pregunta. Desde su perspectiva, Occidente es responsable del conflicto actual por proveerle armas a Ucrania en lugar de presionarla para que dialogue con su invasor. “Joe Biden está alimentando el fuego y eso es un crimen”, advirtió. En sus presentaciones, las pantallas muestran una foto del presidente norteamericano con una leyenda que reza: “criminal de guerra… recién comenzando”. El compositor de The Wall manifestó su congoja por las víctimas en numerosas ocasiones, pero nunca exigió a Rusia un cese al fuego. Por el contrario, tuvo un intercambio a través de cartas abiertas con la primera dama ucraniana, Olena Zelenska, a quien le pidió que persuada a su esposo de que “detenga la masacre” a expensas de que su país pierda el control del Este de su territorio.

“Dejémoslo en que estoy decepcionado y sigamos adelante”, dijo David Gilmour a The Guardian sobre las declaraciones de su ex compañero. El guitarrista, en una posición claramente antagónica, convocó al baterista Nick Mason para resucitar a Pink Floyd el año pasado y grabar su primera canción en casi 30 años, “Hey Hey Rise Up”, en colaboración con el cantante del grupo ucraniano Boombox, Andriy Khlyvnyuk. La voz fue tomada de la cuenta de Instagram del artista, que se mostró en la plaza Sofiyskaya en Kiev cantando “The Red Viburnum In The Meadow”, una vieja composición de protesta que nació en la Primera Guerra Mundial. El simple, que incluye una nueva versión de “A Great Day For Freedom”, de The Division Bell, que ya recaudó más de 600 mil dólares que serán destinados a la ayuda humanitaria en Ucrania. Además, mientras Waters afirma que los crímenes de guerra que cometió Rusia son mentiras creadas por el aparato de propaganda occidental, el grupo que él fundó a mediados de los 60 optó por plegarse al boicot cultural contra la antigua república soviética y decidió retirar su catálogo de las plataformas de streaming que allí funcionan. El bajista sabe de boicots culturales, ya que es parte del movimiento Boicot, Sanciones y Desinversión (BDS), que promueve sanciones contra Israel y presiona constantemente a los músicos que quieren tocar allí para que se abstengan de ir.

Su postura contra el Estado de Israel, a quien acusa abiertamente de haber impuesto un apartheid en Medio Oriente, es conocida hace décadas, pero en los últimos años también se ha hecho explícita en sus shows. Su discurso se ha encrudecido y aunque aclara constantemente que no es antisemita, sus dichos muchas veces llegan al límite de la tolerancia. En la mencionada entrevista a Rolling Stone, por ejemplo, sugirió que hay judíos de Estados Unidos y el Reino Unido que son responsables de lo que sucede en Israel, porque “pagan por todo”.

Waters está sufriendo las consecuencias por sus dichos. Recientemente denunció que fue incluido en la lista negra de una organización llamada Myrotvorets, que según él tiene el apoyo del gobierno de Zelensky, y en Polonia, el consejo deliberante de Cracovia lo declaró persona no grata y sus conciertos fueron cancelados. Sin embargo, la mayor consecuencia que podría tener la radicalización de su discurso es que los interesados en adquirir el catálogo de Pink Floyd, valuado en medio millón de dólares, desistan de comprarlo. Hoy las negociaciones con los posibles inversores están estancadas, aunque también han influido factores económicos y la relación rota que existe entre los miembros del cuarteto.

De hecho, muchas decisiones artísticas vinculadas con la música que grabaron Waters, Gilmour, Mason y el tecladista Rick Wright (fallecido en 2008), han sido motivo de controversias. Sin ir más lejos, recién el año pasado salió la remezcla del LP Animals, que se había hecho en 2018. El proyecto se demoró porque había un desacuerdo respecto al texto que iba a acompañar el interior del álbum. Waters, de acuerdo con versión de los hechos, aceptó quitarlo y lo compartió en su sitio web, no sin antes acusar al guitarrista de querer relativizar sus aportes en la creación del álbum. En rigor de verdad, Animals, editado en 1977, es una obra pergeñada por Roger Waters, inspirada en Rebelión en la granja, de George Orwell, donde quedan expuestas sus ideas de izquierda al representar a los cerdos como la oligarquía, a los perros como empresarios depredadores y a las ovejas como el proletariado.

La ideología política del músico tiene su origen en su hogar. Sus padres eran maestros y militaban en el Partido Comunista británico. Cuando su progenitor falleció en la Batalla de Anzio durante la Segunda Guerra Mundial, su madre se mudó a Cambridge, donde crio a sus dos hijos sola. En su adolescencia, fue el presidente de la juventud de la Campaña Anual para el Desarme Nuclear de su ciudad, para la que diseñó afiches y participó de sus movilizaciones. En los últimos años también estuvo presente en manifestaciones, principalmente en aquellas que pedían la liberación del fundador de Wikileaks, Julian Assange.

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“En cuanto a política, mi plataforma es muy pequeña”, dijo a Rolling Stone. “Se trata únicamente de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de París en 1948″. Sin embargo, sus principios de extrema izquierda lo han llevado a apoyar regímenes totalitarios cuestionados por todo el planeta, como el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, a China y, en especial, a Rusia. Además de haber desarrollado un odio visceral hacia Israel –al que ha llegado a comparar con la Alemania nazi-, también es un ferviente opositor de la política exterior de los Estados Unidos (donde reside actualmente), nación a la que acusa de ser la que más civiles ha asesinado en la historia.

En definitiva, lo que ha demostrado el compositor de “Wish You Were Here” en este tiempo es que el despotismo no es un problema para él si los líderes políticos están alineados con sus propias creencias. The Wall, entre otros aspectos, configura una crítica al fascismo y a la imposición del pensamiento por parte del sistema educativo. Sin embargo, en reiteradas ocasiones, sus compañeros de Pink Floyd lo acusaron de manejar la banda como un dictador, queriendo imponer su visión por sobre la de los demás. Mason llegó a compararlo con Josef Stalin, y en su libro, Dentro de Pink Floyd (Ma Non Troppo, 2016), habla de su “lucha por modificar lo que había sido una banda ostensiblemente democrática en una de un único líder”.

Él, sin embargo, afirma que respeta todas las opiniones. En la nueva canción que incluyó en esta gira, The Bar (de ahí la mención antes de comenzar el show), un posible adelanto de su próximo álbum, se refiere al bar como un “lugar seguro” en el que las personas pueden “intercambiar sentimientos e ideas libre y francamente sin miedo a ser castigados”. Ahora bien, en las últimas entrevistas que dio, cuando los periodistas hacían observaciones con las que no estaba de acuerdo, él les decía que debían informarse mejor, como si fuera el dueño absoluto de la verdad.

El ex bajista de Pink Floyd aspira a convertirse en uno de esos trovadores que han dedicado su carrera a enfrentarse al statu quo, desde Woody Guthrie, que tocaba con una guitarra que tenía escrita la frase “Esta máquina asesina fascistas”, hasta los músicos latinoamericanos que lucharon con su arte contra las dictaduras de sus países, como Caetano Veloso o Mercedes Sosa. Sin ir más lejos, él es uno de los invitados estelares del nuevo álbum de León Gieco, El hombrecito del mar, donde participó en una versión del clásico de Víctor Jara “Gira, gira, girasol”, que incluye la voz del cantautor chileno. Waters no podría haber encontrado un lugar donde sentirse más cómodo, tanto desde lo ideológico como desde lo musical. La diferencia es que mientras esos artistas se opusieron a gobiernos de facto, él cuestiona regímenes democráticos y defiende la política de países con instituciones cuanto menos poco transparentes.

El cofundador de Pink Floyd, Roger Waters, actúa durante su gira This Is Not a Drill en el Crypto.com Arena de Los Ángeles, California, Estados Unidos, el 27 de septiembre de 2022 (REUTERS/Mario Anzuoni)
El cofundador de Pink Floyd, Roger Waters, actúa durante su gira This Is Not a Drill en el Crypto.com Arena de Los Ángeles, California, Estados Unidos, el 27 de septiembre de 2022 (REUTERS/Mario Anzuoni) (MARIO ANZUONI/)

Su otra zona de confort es el escenario, donde haciendo uso de la tecnología de punta lanza sus diatribas políticas al público mientras mantiene vivo el legado de Pink Floyd. En ese aspecto parece existir un consenso con sus ex compañeros. A fin de proteger el material inédito que podría caer en el dominio público, en diciembre pasado fueron subidos a plataformas digitales una serie de conciertos de la gira presentación de Dark Side Of The Moon, de 1972, junto con un EP de versiones alternativas de las pistas del mítico álbum. En vísperas de su 50º aniversario, el próximo 1º de marzo, es posible que el clásico LP sea reeditado en una edición de lujo. Lo que sí está confirmada es la salida de un libro que cubrirá la realización del disco, imágenes de las giras y archivos que develan cómo fue diseñado el arte de tapa.

Más allá de las sensaciones que pueden generar las declaraciones de Roger Waters en el último tiempo, es innegable que en gran medida han sido sus composiciones las que convirtieron a Pink Floyd en una de las bandas de rock más grandes de la historia. Durante esos “años dorados”, como él mismo los promociona, que van de Dark Side Of The Moon a The Final Cut, supo captar los miedos, las inseguridades y el malestar de la sociedad occidental y transformarlos en grandes canciones. Fue él quien decidió dotarlas de un nuevo significado con el devenir del nuevo siglo, pero la obra no ha perdido vigencia y al escucharla sigue causando el mismo impacto que cuando salió en los 70.

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