Más de 70.000 almas de River Plate hicieron estremecer el estadio Monumental al corear a voz en cuello “Muñeeeeco”, en un adiós a pura emoción de Marcelo Gallardo, que como DT del equipo millonario ganó 14 títulos en ocho años.
“Jamás en mi vida soñé con vivir algo así, con un nudo en la garganta, esto es más de lo que podía tener”, dijo Gallardo al tomar el micrófono en el centro de la cancha, adonde lo rodearon con todos los trofeos conquistados, tras un partido que fue sólo anécdota al perder 2-1 con Rosario Central por la penúltima fecha de la Liga argentina.
Con banderas, globos y fuegos artificiales, la multitud cantó y saltó, pero también derramó lágrimas a granel al rendirle un tributo de antología a un ídolo de 46 años al que bautizaron Napoleón: un estratega genial de baja estatura.
“Y dale alegría, alegría a mi corazón”, le cantaban un estribillo roquero desde las colmadas tribunas, aunque con tristeza por la despedida, en una fiesta final de gratitud.
Gallardo también rindió un homenaje: “Gracias a vos, Enzo”, le dijo al uruguayo Enzo Francescoli, manager deportivo del club y otro ídolo riverplatense que le dio un respaldo clave en su trayectoria. El Príncipe también rompió a llorar, emocionado.
Otro momento conmovedor se vivió cuando el volante colombiano Juanfer Quintero, en nombre de la hinchada, tomó el micrófono y dijo: “Venimos a decirte gracias, por ganar, gustar y golear, por tus ideales, por enseñarnos a creer”.
La leyenda de un cartel que colgaba de la tribuna de socios era emblemática: “Gracias Muñe. Sos eterno como lo de Madrid”.
Aquella final épica de la Copa Libertadores en diciembre de 2018 en el estadio Santiago Bernabéu, en la capital española, fue la hora más gloriosa de Gallardo como DT y de River en toda su historia.
Ganar la llamada “Final del Siglo” a su archirrival Boca Juniors por 3-1 en la capital española es un hecho memorable para los del barrio capitalino de Núñez (zona norte) y la cara luminosa del planeta River en la era contemporánea.
El lado oscuro había sido el descenso a la segunda división en 2011, corolario de una crisis futbolística de dimensiones homéricas.
River volvió al año siguiente a primera división y en 2014 contrató como entrenador a un exvolante que habia sido deslumbrante campeón con sus amados colores de la banda roja.
“Creo que he nacido para esto”, dijo con un tono premonitorio cuando se iniciaba aquel ciclo.
Ahora el nombre del sucesor es todavía una incógnita. Para quien sea designado, la vara le ha quedado muy alta.
La dura decisión que tomó no puede ser desvinculada de la peor temporada del equipo en ocho años y medio.
River fue bruscamente eliminado en octavos de final de la Libertadores-2022 y luego se quedó afuera de la Copa Argentina.
Para colmo, perdió dos veces 1-0 el superclásico con Boca por la Liga.
– Hinchas agradecidos –
Detrás deja un palmarés de siete copas internacionales, incluidas las Copas Libertadores de 2015 y 2018, y siete títulos de torneos domésticos.
“Triste porque se va, pero feliz por todo lo que nos dio”, dijo a la AFP Ángel Gómez (52 años), un comerciante, al entrar al coliseo de Núñez.
Otra hincha de la banda roja, Milagros Banchi (22), una asistente educativa, reflexionó: “Fueron muchas emociones estos años, pero tendrá las puertas abiertas para volver”.
En su exitoso camino al frente de los millonarios supo formar equipos pese a perder figuras atraídas por las montañas de dólares que fluyen de las ligas hegemónicas.
“Le venden jugadores y sigue estando ahí. Se recicla y sigue”, ilustró su capacidad el DT español Pep Guardiola.
Cuando tenía nueve años le decían: “¡Ahí va el muñequito, ojo con el muñequito!”, por hacer malabarismos con la pelota con su físico menudo rodeado de juveniles grandotes.
Gallardo no es un DT del montón moderno. Siempre dice que “es chabacano y superficial” decirle a los jugadores frases como “vamos a poner huevos (garra)”.
“Creo en decirles que salimos a la cancha a defender algo y a sentirnos bien con nosotros mismos”, sostiene en su ideario.
dm/ma
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