El centro de menores del barrio madrileño de Hortaleza está rodeado por un muro de unos tres metros, las puertas están cubiertas con rejas. Una de ellas está abierta y entramos. Dentro hay un jardín arbolado donde los chicos juegan al fútbol y bromean en corrillos, como en cualquier patio de colegio. Al identificarnos en el control de seguridad nos impiden pasar, no nos dejan hablar con los educadores del centro.
Ya de vuelta en la calle, nos encontramos con Sadik y Reola, ambos de 15 años y procedentes de Marruecos, el país africano limítrofe con España. El primero está aquí desde hace un mes y medio, cruzó la frontera en patera, el segundo apenas lleva 24 horas, llegó escondido en la parte de atrás de un camión de mercancías. Están desorientados, apenas hablan español, se muestran amables y sonríen con timidez.
Uno de ellos cuenta que aspira a quedarse en este centro hasta los 18 años, como está permitido en la ley española, al otro le gustaría que le trasladen a un barrio más céntrico de Madrid. Ambos sueñan con encontrar una familia de acogida, conseguir un trabajo, tener un futuro.
Cuando nos vamos a despedir llegan otros tres chicos, también jóvenes. Lo primero que nos preguntan es si somos de VOX. Tienen miedo, en los últimos días les han estado molestando. Antes de irnos, les deseamos suerte.
“¿Suerte? ¿Qué suerte vamos a tener? Nosotros no tenemos futuro, sólo nos queda esto”, dice uno de los tres que han llegado más tarde, antes de sacar de su abrigo una bolsa con pegamento y acercársela a la nariz para inhalar. Mientras, Sadik y Reola bajan la cabeza y dicen adiós con un gesto.
En España hay 12.262 menores extranjeros como estos chicos tutelados por los servicios de protección públicos, según datos suministrados por el Ministerio del Interior en julio de este año. Son lo que en España, en especial durante las últimas semanas, se conocen como menas, un tecnicismo que se refiere a los menores extranjeros no acompañados.
Los voluntarios que trabajan con ellos critican que el término les deshumaniza y cosifica, ignorando su drama. Son chicos de 12 a 16 años procedentes de países como Marruecos y Argelia que llegan a España para buscar una vida mejor. Huyen de la guerra, la pobreza y la violencia, incluso a algunos han intentado reclutarles en sus países de origen grupos armados ilegales como los talibanes. Las niñas parecen invisibles, muchas desaparecen víctimas de las redes de trata y explotación sexual.
Han sido el blanco de la diana de VOX durante la campaña para las elecciones del pasado domingo, cuando este partido de extrema derecha irrumpió en el mapa político español pasando en menos de un año de no tener representación a ser la tercera fuerza del país.
Para lograrlo ha usado con fines electorales problemáticas sensibles como la migración y la inseguridad. Ha apuntado directamente como una amenaza a los menores extranjeros que llegan a España, en su mayoría adolescentes procedentes del África subsahariana que dejaron a sus padres.
Hablan de “manadas de menas” que supuestamente protagonizan crímenes y agresiones en las ciudades españolas donde se asientan. Su discurso ha sido tachado de racista por las instituciones que defienden los derechos de los menores. “Ante todo son niños, hay que integrarlos y protegerlos, no criminalizarlos ni perseguirlos. Recordemos que la inmensa mayoría no ha cometido ningún delito”, responden desde Unicef.
Algunas de las fuentes consultadas creen que VOX está incitando al odio. En los últimas semanas se han producido agresiones racistas en ciudades grandes como Madrid, Barcelona, Zaragoza y Sevilla. “Esto no había sucedido nunca en España, es la consecuencia de la instrumentalización de estos niños para fines políticos”, dice a Infobae Lourdes Reyzábal, presidenta de la Fundación Raíces que ayuda a menores en riesgo de exclusión social.
Junto a otras ONG dedicadas a proteger los derechos de la infancia, Raíces instó hace unos días a la Fiscalía y al Defensor del Pueblo a investigar los delitos de odio contra los menores migrantes que están solos en España. Creen que se está produciendo un “fenómeno de estigmatización creciente” que está “calando en la sociedad”.
Los líderes del partido ultra han llevado su lucha hasta las mismas puertas de los centros públicos donde duermen estos niños, que están financiados y dependen en última instancia de las comunidades autónomas.
“Yo vivo en un barrio popular de Madrid, donde hay un centro de menores extranjeros, y cada vez que salgo a la calle las mujeres me vienen a contar que los policías les dicen que no salgan con joyas”, decía el líder de VOX Santiago Abascal en el debate electoral organizado por la televisión pública española, ante el silencio del resto de candidatos a presidir el país.
Mientras en países europeos como Francia y Alemania las fuerzas constitucionalistas han establecido un cordón sanitario contra la ultraderecha, en España los otros dos partidos conservadores -PP y Ciudadanos- tienen pactos de gobierno con VOX en comunidades estratégicas como las de Madrid y Andalucía. Tras el debate, los líderes progresistas Pedro Sánchez -del PSOE- y Pablo Iglesias -Unidas Podemos- fueron criticados por ignorar a Santiago Abascal en lugar de confrontar sus ideas.
Este domingo se ha convocado una manifestación a las puertas del centro de menores de Hortaleza, el barrio de Madrid donde vive el líder de VOX, pese a que distintas organizaciones vecinales han pedido a la Delegación del Gobierno que la prohíba por vulnerar los derechos de los menores y la tensión que se puede generar.
Cuando Infobae visita la zona unos días antes, el ambiente es tranquilo. En este barrio diverso de más de 180.000 habitantes convive una minoría privilegiada que dispone de chalets lujosos y zonas verdes -entre los que se encuentra Santiago Abascal- junto a un amplio sector de familias obreras que se asienta en áreas deprimidas.
Las organizaciones de protección de la infancia denuncian las condiciones infrahumanas de estos centros, donde hay superpoblación, no hay camas para todos los niños ni educadores suficientes para hacerse cargo de ellos.
“Viven en la indigencia, no tienen ropa interior para cambiarse después de la ducha. Muchos no consiguen ni siquiera jabón o pasta de dientes. Les dan una bolsa de picnic por la mañana y así hasta la noche, se pasan el día en la calle. En esas condiciones lo único que pueden hacer es sobrevivir. Son niños, a mí me cuesta mucho imaginar que mis hijos con 15 años tuvieran que pasar por ese horror”, denuncia Lourdes Reyzábal.
El Fiscal de Menores, Javier Huete, ha desmentido las cifras de VOX, asegurando que no hay relación entre estos chicos y los reportes de criminalidad. Cree que es conveniente insistir en que son “víctimas” del sistema, pues “cualquier acción puntual grave tiene una trascendencia mediática que genera sensación de inseguridad”.
Sin embargo el discurso ultra ha calado en el 15,1% de los votantes en España, 3.6 millones de personas que apoyaron el domingo pasado a la extrema derecha en una atípica llamada a las urnas que reflejó el descontento de la sociedad ante la clase política tradicional.
Los analistas creen que VOX es la consecuencia de unos síntomas que se venían advirtiendo en los últimos años. El miedo ante un futuro sombrío como consecuencia de la inestabilidad política, la segunda tasa de desempleo juvenil más alta de la Unión Europea y la amenaza de la desaceleración económica, todo ello acrecentado por la crisis independentista en Cataluña.
Desde las ONG advierten que todos los partidos políticos que han ostentado el poder en España, sin importar si eran de izquierdas o derechas, han olvidado a estos menores extranjeros. “No podemos ser cínicos ahora, la criminalización ha ido imponiéndose lentamente. VOX tan sólo es la voz más grosera del olvido histórico que ha sufrido esta minoría, a la que la clase política nunca ha considerado como parte de los suyos”, critica Reyzábal.
Son pocos los menores migrantes no acompañados que logran salir adelante en España. Al llegar a la mayoría de edad, no tienen permiso de trabajo. Muchos se quedan en la calle, en una situación de limbo legal.
Uno de los que se pronunció estos últimos días, mientras la campaña de VOX atizaba el debate, es Sidi Talebbuia, quien escribió en Twitter una carta dirigida al partido ultra que se hizo viral.
“Hoy me avergüenza ver los comentarios de algunos políticos, me sorprende la falta empatía y me preocupa la ‘alarma’ social que algunos pretenden generar a cambio de un puñado de votos, votos que cosecharán gracias al engaño y la manipulación, votos que estarán manchados de sangre”, dice este argelino que con 10 años se quedó solo en España y que actualmente ejerce como abogado en el país.
Pese a que la ley española protege a los menores de edad, sean o no nacionales, y contempla su protección a cargo de las comunidades autónomas, algunos de estos chicos son repatriados a sus países. “Les hacen pruebas que miden el desarrollo de sus genitales o de sus mamas y si la Fiscalía considera que ya han cumplido los 18 años, les expulsan de España”, dicen desde Raíces.
Aunque esta fundación les ofrece asesoramiento legal y programas para encontrar un trabajo digno cuando llegan a la mayoría de edad, los expertos coinciden en que esas ayudas son sólo un parche. La solución real pasa por el compromiso político a favor de la integración y por aumentar el presupuesto para las consejerías públicas que se encargan de la protección de los menores.
Las organizaciones de ayuda humanitaria están presionando al gobierno en funciones, los socialistas del PSOE que volvieron a ganar las elecciones el pasado 10 de noviembre, a que se moje. “Sería un cambio histórico y necesario, hasta Naciones Unidas ha amonestado a España para que cambie su actitud respecto a este tema”, concluye Lourdes Reyzábal.
MÁS SOBRE ESTE TEMA:
Fenómeno VOX: qué piensa la nueva ultraderecha española y hasta dónde puede llegar
FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
Sé el primero en comentar en"Quiénes son los “menas”, la “amenaza” con la que azuza fantasmas la ultraderecha española"