El turismo, si se planifica y se gestiona con responsabilidad, ha demostrado su capacidad de contribuir a la creación de empleo, promover una integración social inclusiva, proteger el patrimonio natural y cultural, conservar la biodiversidad, generar medios de vida sostenibles y mejorar el bienestar de las personas.
Según la Organización Mundial del Turismo, “teniendo en cuenta que el sector experimenta un tremendo crecimiento, es esencial asumir esfuerzos colectivos para garantizar su sostenibilidad a largo plazo. Es fundamental esforzarse por promover un desarrollo turístico que apoye, en igual medida, la conservación de la biodiversidad, el bienestar social y la seguridad económica de los países y comunidades de acogida”.
Desde el archipiélago de Nueva Caledonia hasta Eslovenia, pasando por Brasil, Costa Rica, Namibia o Ecuador, las opciones que existen hoy en día para recorrer nuestra geografía de forma sostenible se cuentan por decenas para disfrutar de múltiples espacios protegidos a través de la cultura, la gastronomía, el senderismo o el agroturismo, entre otras actividades.
Recientemente, Brasil relanzó su forma de presentarse a los turistas del mundo, centrada en la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente, la “Marca Brasil” ahora incluye en su diseño curvas y colores que reflejan la diversidad cultural y natural del país. La iniciativa busca que el país vuelva a situarse en la agenda positiva del planeta y como solución a la crisis climática.
La tendencia del ecoturismo
En la actualidad, cualquier viajero puede calcular la huella de carbono de sus escapadas para conocer la cantidad de CO2 emitido como consecuencia de sus desplazamientos. El ritmo y las formas de nuestro sistema actual hacen imposible evitar tener un impacto en el medio ambiente en la práctica total de nuestras acciones, por pequeñas que sean. Pero es posible compensarlas.
Ahí es donde entra el llamado mercado voluntario de carbono, a través del cual cada persona puede comprar una cantidad de créditos de carbono proporcional a las toneladas emitidas para destinarlas a proyectos de reforestación o eficiencia energética. De este modo, durante la transición hacia la utilización de energías limpias y biocombustibles, estos parches son una manera de aliviar la presión ambiental ejercida por el sector de los viajes, que, según un artículo publicado por la revista Nature, suma el 8% del CO2 global que el ser humano emite cada año a la atmósfera.
Una de las grandes diferencias radica en el medio de transporte que utilicemos al desplazarnos. El avión es, de lejos, el transporte más contaminante, sobre todo en trayectos cortos, pues los momentos de mayor emisión de CO2 son el despegue y el aterrizaje.
En 2019, un movimiento medioambiental llamado flygskam o “vergüenza de volar” instó a evitar los viajes en avión, algo que ha promovido que las empresas cada vez traten de ofrecer opciones menos impactantes a nivel medioambiental y ya no es raro ver avisos en portales de búsquedas de vuelos que avisen de cuáles provocarán un menor porcentaje de emisiones. Mientras, el tren lidera el listado de los medios más sostenibles.
En cuanto a los automóviles, desde el tipo de vehículo hasta el modo de conducción puede aumentar o disminuir nuestra huella. Conducir un vehículo eléctrico o híbrido y desplazarnos con tranquilidad y sin grandes cambios de velocidad marca una gran diferencia.
El ecoturismo podría ser una pieza clave para cambiar la sociedad, al poner en valor un sistema que enriquece el entorno en base a nuestra actividad, algo que hasta ahora siempre ha provocado el efecto contrario.
Sin embargo, no solo el sector de los viajes ha logrado generar una mayor sensibilidad entre los viajeros. No es raro encontrar etiquetas en prendas de ropa que nos informan de su fabricación sostenible, o avisos en el envoltorio de los productos que nos avisan de que han implicado un menor porcentaje de emisiones.
La opinión pública al respecto crece y exige opciones que pongan al alcance de todos la elección de elegir acciones más sostenibles. También la hostelería, la energía o la producción están indagando cada vez más en el coste medioambiental de los servicios que ofrecen y las empresas van, poco a poco, subiéndose a la tendencia de la disminución y la compensación.
Brasil y el ecoturismo
Recientemente, los organismos que gestionan el comercio exterior de Brasil -la Agencia Brasileña de Promoción de Exportaciones e Inversiones (ApexBrasil)- y la promoción del turismo internacional -la Agencia Brasileña de Promoción del Turismo Internacional, Embratur-, retomarán el uso del logotipo que el país utilizó como marca país entre 2005 y 2019.
Según se anunció el martes en Brasilia, la medida forma parte de una nueva estrategia de posicionamiento de la imagen de Brasil, ahora centrada en la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente. La “Marca Brasil” incluye en su diseño curvas y colores que reflejan la diversidad cultural y natural del país.
“El turismo es una de las actividades económicas más importantes del mundo y quizá la que más garantiza la conservación; nadie quiere visitar un país que destruye y quema sus bosques, porque prefieren visitar un Brasil que preserva y tiene responsabilidad climática. Queremos que nuestro respeto por la fauna, la flora, los bosques, la vida y la democracia sea admirado por el mundo y que el mundo venga a visitarnos”, afirmó Marcelo Freixo, presidente de Embratur. “Para nosotros, el turismo es parte de la solución porque genera empleo, salarios y desarrollo”, concluyó.
La nueva directiva de Embratur creó la Gerencia de Sostenibilidad y Acción Climática para dar centralidad a este tema en su gestión, formulando políticas y negociando alianzas internacionales en favor de la neutralización de las emisiones de carbono en los destinos turísticos del país. El equipo técnico también actuará para inducir a estos destinos a incorporar prácticas de sostenibilidad.
El presidente de ApexBrasil, Jorge Viana, destacó que la iniciativa busca que “Brasil vuelva a situarse en la agenda positiva del planeta y como solución a la crisis climática. Tenemos que introducir la sostenibilidad, en todas sus manifestaciones, en nuestra vida cotidiana”, invitó el funcionario.
Las reservas forestales brasileñas: instrumentos de protección medioambiental
La ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático, Marina Silva, aseguró que el turismo es una de las alternativas para que “las reservas forestales brasileñas se conviertan en instrumentos de protección medioambiental, pero también de desarrollo económico e inclusión social”.
La funcionaria enumeró las prioridades de la acción conjunta entre el Ministerio de Medio Ambiente, el Ministerio de Turismo y Embratur, como la promoción de los Patrimonios Naturales de la Humanidad reconocidos por la UNESCO y la mejora de la infraestructura para visitar los parques nacionales, siguiendo el ejemplo de prácticas similares en países como Argentina, Chile y Sudáfrica.
Por su parte, la Ministra de Turismo, Daniela Carneiro, aseguró que “el turismo sostenible es la solución”, y destacó el éxito de los destinos que realizan turismo comunitario para atraer turistas internacionales y promover políticas de preservación del medio ambiente. “Tenemos que reconocer y reforzar esos destinos”, reiteró.
Carneiro insistió en la necesidad de priorizar la formación de los trabajadores para el turismo internacional y ampliar las inversiones en infraestructura. “Tenemos que tratar bien a los brasileños, y así los extranjeros se sentirán bien en nuestro Brasil”, añadió.
Turismo sostenible, una oportunidad para la Amazonía
La búsqueda por parte de los turistas de destinos en los que la preocupación por el medio ambiente sea uno de los atractivos, está creciendo en todo el mundo a un ritmo de 3% anual, advierte la Sociedad Internacional de Ecoturismo (TIES, por sus siglas en inglés). Siguiendo esta creciente preferencia por los viajes sostenibles, las comunidades nativas y ribereñas de la Amazonía, bioma que abarca el territorio de seis países (Brasil, Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia y Venezuela), han encontrado en este tipo de turismo una forma de contribuir a la conservación de su territorio y cultura.
“Quien conoce la Amazonía se siente atravesado afectivamente por el lugar y por todo lo que implica la protección de la región”, afirmó en una entrevista con National Geographic, la socióloga ambiental Nelissa Peralta, profesora de sociología de la Universidad Federal de Pará e investigadora del área de Organización Social de la Amazonía. “Esta es una de las ventajas del turismo que coloca a los residentes locales como protagonistas”, contó.
La afirmación de Peralta se basa en estudios de campo realizados por la propia investigadora, que demuestran los beneficios de la creación de proyectos turísticos en la Amazonía cuando los emprendimientos son gestionados por y para las comunidades locales, ya sea en Brasil o en otros países con bioma amazónico. Y no está sola.
La propia Organización de las Naciones Unidas (ONU) cuenta con un documento, creado en 2015, que sitúa al turismo como una de las herramientas capaces de ayudar a la sociedad a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030, en especial el 8 (trabajo decente y crecimiento económico), 12 (producción y consumo responsables) y 14 (protección a la vida submarina).
Entre los beneficios de los proyectos turísticos gestionados de forma sostenible, la ONU enumera: la reducción de las amenazas a la vida silvestre y el mantenimiento de la biodiversidad; el fin de la pobreza; el fomento de la inclusión social y la conservación del patrimonio cultural.
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