El nombre del teniente chileno Maximiliano Arancibia, perteneciente al Pelotón de Guerra Electrónica (Comint), ha sido un nombre clave en los últimos días. Era el encargado de Caliche, el proyecto secreto de las Fuerzas Armadas de Chile para “husmear” en las comunicaciones de Perú y Bolivia. Todo se conoció debido a un robo de cremas en la institución castrense en 2014.
En un extensa investigación del portal BiobíoChile se explicó cómo la Policía de investigaciones de Chile (PDI) sorprendió con este hallazgo, comandado por Arancibia y 34 hombres más, que estaban entrenados para posibles enfrentamientos en el área de las telecomunicaciones.
Esto comenzó con una denuncia de robo de cremas cosméticas en 2014 que terminó revelando el espionaje del militar, quien fue descubierto con más de 72 mil archivos clasificados en su poder, entre los que se encontraba las comunicaciones entre Perú y Bolivia. En el reportaje del diario chileno se detalló que habían 7 mil carpetas y que algunos estaban contaminados con virus informáticos.
Aunque no está verificado, la Dirección Nacional de Inteligencia del Ejército (DINE) informó que esta información pudo haber llegado a potencias mundiales.
REVISANDO COMUNICACIONES ENTRE PERÚ Y BOLIVIA
7.004 carpetas, con 72.213 archivos calificados como secretos y de “alta sensibilidad militar” fueron hallados al teniente. Allí estaba carpeta rotulada “HIKO”, la cual contenía la comunicación del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas del Perú con su similar de Bolivia.
Según BiobíoChile, Arancibia, con una maquinaria que había sido implementado por el Pelotón de Guerra Electrónica, estaba trabajando en un proyecto muy secreto de alta envergadura para interceptar con radio-frecuencias los países mencionados.
La información recopilada en “HIKO” era llevada hasta el Centro de Fusión de Inteligencia Conjunta Norte (Cenficnor) para que se escriban informes de inteligencia.
Este nuevo tema de espionaje fue alertado por las autoridades mapochas que consideraron que el teniente chileno había vulnerado, en más de una oportunidad, la seguridad. Sus compañeros también manifestaron a sus superiores que mantenía un disco duro irregularmente en los servidores para el proyecto Caliche. Sin embargo, el capitán a cargo de Arancibia no hizo nada y ni siquiera se lo advirtió a la Fiscalía Militar.
Solo se le impuso dos años de prisión al acusado.
Luego, hubo otra acusación penal que estuvo cargo de los militares chilenos. Refutó que haya entregado esta valiosa información a potencias y que el almacenamiento era para “un mejor análisis de mi desempeño”.
“Esta información en caso alguno la compartí con alguien que no sea relacionada a mi oficio (…) ni la he comercializado ni prestado para duplicar o copiar. Eso lo digo tajantemente y en ese sentido he actuado responsable y profesionalmente, resguardando la integridad y seguridad institucional”, se defendió.
El teniente dijo que, durante su desempeño en la institución, no había tenido ningún ofrecimiento económico ni tampoco se había enriquecido ilegalmente para ofrecer la información secreta. Desmintió que posea cuentas bancarias afuera de Chile, en el caso se determinara que pudo vender la información a otros países.
Arancibia respaldó su defensa explicando que los viajes a Tacna son muy común entre los militares chilenos; y que los traslados a México y Estados Unidos fueron por vacaciones familiares y trabajo.
El militar no se consideró espía y expresó que solo tenía la información porque era “parte de mejorar mi trabajo y desempeño en cada una de mis actividades como asesor del área de telecomunicaciones”.
ABOGADO MANIFIESTA PERSECUCIÓN
Actualmente, Arancibia se encuentra en libertad con vigilancia intensiva pese a que, en primera instancia, fue condenada a una pena de cuatro años de prisión.
Para la defensa del militar, Arturo Yuseff Durán, esto es una persecusión contra su patrocinado porque sus superiores le encargaron este proyecto cuando tenía 25 años. Argumentó que con esa edad y sin gran experiencia es imposible “resguardar los intereses del país”.
El letrado indicó que el militar nunca cometió un acto de corrupción o algún delito, ”sino una obsesión de que había que ‘liquidar’ a alguien”, por lo que es positivo en que el teniente es inocente de las acusaciones.
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