Ciudad de México, 2 feb (EFE).- Un Niño Dios de madera con siglos de historia, el Niñopa, es uno de los máximos orgullos del pueblo de Xochimilco, en el sur de la Ciudad de México, y miles de personas se reúnen cada 2 de febrero para presenciar el cambio de hogar de la figura, aunque este año se vivió una celebración con mesura debido a la todavía latente pandemia.
México celebra cada 2 de febrero el Día de la Candelaria, que señala el final de las celebraciones de Navidad, durante el cual las familias cocinan tamales (alimento a base de maíz con rellenos variados) y sacan a relucir su Niño Dios.
Pero el Niñopa es una figura muy especial, pues aunque se desconoce la fecha exacta de su creación, se estima que fue a finales del siglo XVI o principios del XVII, según los estudios del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México, como compartió con Efe Araceli Peralta, cronista de Xochimilco e investigadora en dicha institución.
Además, es probable que fuese tallado en el convento franciscano de San Bernardino de Siena, ubicado en el centro de Xochimilco, donde este miércoles y cada año en el templo con el mismo nombre se celebra una misa para el traspaso de lo que se conoce como la mayordomía, es decir, el Niño Dios pasa de una familia a otra, que ahora lo cuidará como si fuera un bebé y recibirá en su casa a quien quiera visitarlo.
“Me siento muy contento y honrado de ver el amor que la gente le tiene. (…) Hay que seguir las tradiciones pero sobre todo buscar el dialogo de amistad con Dios, dejar lo material, y transformarlo en acciones de fe, esperanza y caridad”, dijo a varios medios Gerardo Rubí.
La figura fue llevada a la casa de la familia Rubí Olivares desde la Catedral de San Bernardino, donde alrededor de 300 personas -muchas de las cuales también portaron a su propio Niño Dios- recibieron a los mayordomos anteriores y celebraron el traspaso del niño entre música de banda, y gritos de “¡Viva el Niñopa!”.
Cada año una familia tiene la fortuna de acoger a la figura en su casa, tras pasar años -incluso décadas- en una lista de espera. En el caso de la familia Rubi Olivares, en 1985 el padre de familia se inscribió y fue mayordomo en 1991.
CON SENTIMIENTOS ECONTRADOS
Esta habría sido su segunda mayordomía pero falleció hace tres meses a causa de la covid-19, por lo que para la familia recibir al Niñopa es una “mezcla de emociones”, compartió Gerardo.
“Para mí son sentimientos encontrados, porque cada cosa me recuerda a algo que él fue diciendo y preparando. Tratamos de que fuera todo lo más parecido posible a lo que el pensó”, dijo.
Además, la celebración del Día de la Candelaria de este 2022 fue el regreso del Niñopa al templo y a las calles después de que en 2021 se cancelasen las celebraciones por el alto nivel de contagios que atravesaba México.
Algunos confesaron sentirse algo decepcionados ante el regreso porque, por las medidas por la covid-19, no hubo danzantes ni tampoco se repartió la tradicional comida de estas fechas que suelen compartir los mayordomos.
Sin embargo, la mayoría de los asistentes -muchos menos que otros años- se mostraron felices de poder volver a ver al Niñopa y pedirle para su familia y allegados, especialmente en temas relacionados con la salud.
María Yolanda Martínez tiene 80 años y hace tiempo que recorre gran parte de la ciudad para visitar a este especial Niño Dios. En esta ocasión le pidió “que ya se acabe esta pandemia” pero también pidió para su hermana, que padece cáncer, y “para todo el mundo”
“En general, tal como está esto, pido para todo el mundo por todas las familias. (…) Ya pido por todos: alcohólicos, drogadictos, personas de calle o los que no tienen trabajo”, compartió con Efe después de salir de ver al Niñopa.
Con este sensación agridulce, los devotos ya esperan al 2 de febrero de 2023, cuando desean poder celebrar como en años anteriores y sin restricciones al Niñopa, una figura que refleja el sincretismo de las tradiciones mexicanas.
Esto, porque más allá de las referencias católicas derivadas de la llegada de los españoles a tierra mexicana en el siglo XVI, el calendario agrícola prehispánico y mesoamericano marca que en estas fechas se bendecían las semillas en muchos pueblos originarios y se marcaba el principio de la siembra.
“Se le ha dado continuidad con el Niñopa a rituales prehispánicos que tienen que ver con la tierra”, terminó la cronista Araceli Peralta.
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