Dicen por ahí que el filósofo René Descartes sostenía que la lectura es, en muchos sentidos, una conversación. El escritor Marcel Proust disentía y afirmaba que, en contraste con la conversación, la lectura consiste en recibir otro pensamiento pero en soledad, “disfrutando de la potencia intelectual que uno tiene en la tranquilidad”.
Cada quién puede coincidir con uno u otro, lo que no puede negarse es que cuando una lectora, un lector, da con un libro que la muerde, lo pincha, la abraza no puede guardarlo solo para si, necesita compartirlo. Por eso hay tribus de lectores, por eso los libros van y vienen en mochilas, carteras, morrales, por eso algunas de las charlas más apasionadas que tenemos son las charlas sobre los libros que leemos. Uno de esos libros que se pasan de mano en mano, que se leen en grupo, se convidan y se comparten es Pubertad en marcha (editado por Iamiqué).
Para decirlo en pocas palabras, Pubertad en marcha es un libro informativo que aborda una de las etapas más movilizadoras de la vida y que viene a poner en palabras y en imágenes los deseos, sensaciones y cambios profundos que atraviesan las chicas y los chicos. Lo hace con todas las letras, con un lenguaje cómplice pero riguroso, frontal pero cálido sin eludir las zonas incómodas.
Un trabajo colectivo que encararon en medio del aislamiento por la pandemia Agostina Mileo, Camila Lynn y Gloria Calvo junto a la ilustradora Martina Trach y las editoras Ileana Lotersztain y Carla Baredes, responsables del sello Iamiqué. El libro, que se publicó en 2021, agotó su tirada inicial, se reimprimió y circula como una contraseña entre pibes y también entre adultas y adultos que, como señala Lotersztain, lo leen con “ternura y alegría retrospectiva”.
En esta nota, la comunicadora Agostina Mileo, más conocida como “La barbie científica”; Camila Lynn, que es licenciada en Ciencias de la Educación; la antropóloga Gloria Calvo y la ilustradora Martina Trach reponen las conversaciones, interrogantes e inquietudes que dieron lugar a Pubertad en marcha, un libro como no hay ningún otro en el mercado local.
-¿Cómo nació este libro? ¿Cuáles fueron las preguntas que se hicieron al momento de encararlo?
Mileo: -Un día me encontré con Luciana Peker mientras esperaba que su hija saliera de clases de natación y me dijo que le parecía que era necesario que hubiera algún libro para infancias sobre menstruación, que había poco y que lo que había no era muy bueno. Ella me contactó con la editorial Iamiqué y me recibieron con mucha apertura, me contaron que hacía rato venían pensando en agregar al catálogo algo sobre sexualidad. Me propusieron que armáramos un libro con más temas, más abarcativo. Como soy especialista en menstruación y nunca había escrito para infancias, me pareció que la misión me excedía, así que llamé a mis amigas Camila y Gloria. Las tres hemos trabajado en el Programa Nacional de Educación Sexual Integral y desde hace años pensamos juntas en estos temas. Discutimos, nos pasamos lecturas, nos consultamos sobre cosas que nos suceden en nuestros trabajos. Al principio a las tres nos pasaba lo mismo, nos parecía un tema inabarcable, así que lo primero que hicimos fue consensuar algunos ejes de trabajo, como por ejemplo no presentar la pubertad como un rito de pasaje entre la niñez y la adultez o no restringir las corporalidades a aquellas que no tienen discapacidades.
Lynn: -Una vez que se acercó Agostina con esta propuesta para mi fue algo hermoso, un sueño: poder trabajar con dos amigas y escribir un libro para chicos y chicas. Después del primer índice pensamos que temáticas hoy habría que incluir, pensamos en las infancias que nos rodean y también en los discursos que circulan entre las personas adultas en torno a esta etapa, cuáles son los temores que hay. Por ejemplo: la autonomía, la privacidad, esas primeras salidas que hacen solos o solas, el uso de las redes sociales, etc.
– El libro abre un espacio de diálogo allí donde hay muy poco dicho, ¿por qué consideran que la pubertad sigue teniendo un velo tan fuerte entre los discursos sociales?
Calvo: -Hablar sobre la sexualidad de una manera integral desde una perspectiva de disfrute es algo que por diversas razones genera mucha resistencia. Y la pubertad, además, nos acerca a la infancia y nos obliga a pensar en sus características y continuidades rompiendo con las ideas esencialistas que se tienen sobre ella. Además, en la pubertad se cristalizan, haciéndolas evidentes, las tensiones entre los procesos biológicos y las construcciones socioculturales, lo que pone en cuestión cosas que han sido naturalizadas por mucho tiempo. ¿Qué dicen nuestros genitales de quienes somos? ¿Y nuestros gustos de nuestra orientación sexual? ¿Qué es lo que define la capacidad de una persona de gestar?
-¿Cuál fue la dificultad más seria que este libro les planteó?
Mileo: -Para mí, sin dudas, fue haber tenido que cerrar un texto sobre temas y categorías sobre los que cuánto más sé más dudas tengo. Yo trabajo en teoría feminista y las categorías de sexo y género son algo sobre lo que profundizo y me pregunto todos los días. No tengo en absoluto una respuesta acerca de qué son. Sin embargo, nos parecía muy importante que el libro tuviera una página que fuera “¿Qué es la identidad de género?” y hubo que hacerla de forma de dar una guía más o menos concisa para abordarla. Uno en general piensa que para hablarle a las infancias tiene que tener clarísimo el tema y después el trabajo es “explicarlo en fácil”, pero nada que ver.
Lynn: -Fuimos buscando el tono entre todas. Y el rol de nuestras editoras, Carla e Ileana, en este punto fue clave. Fuimos construyendo esta idea de decir sin eufemismos, buscar la palabra justa, expresar lo que decíamos sin dar vueltas. Aprendí mucho escribiendo el libro y creo que eso tiene que ver con poder pensarlo de una manera más concreta y directa. Como dice Agostina, no se trataba de explicarlo más fácil sino de buscar la palabra justa y que se pudiera comprender. En las primeras versiones del libro parecía que queríamos “bajar línea”, brindar todas las respuestas, pero una vez que fuimos avanzando en el ida y vuelta con las editoras encontramos que lo que queríamos era habilitar nuevas preguntas, no decirles (a las chicas y chicos) lo que tenían que sentir, sino que en esa sensación no había nada de malo.
-En varios pasajes del libro dan cuenta de la vergüenza o la incomodidad social que ronda algunos de los temas que se abordan, ¿Cómo se opera sobre esa incomodidad?
Calvo: –La incomodidad es parte de la vida, no buscamos operar sobre ella más que estableciendo las redes necesarias para que cada quien la pueda transitar entendiendo que no hay nada de malo en ella. Como práctica tiene que ver con entender que la incomodidad es una sensación que no tiene nada de bueno ni de malo, que a cada persona la afecta de manera diferente y que en cada trayectoria de vida se relaciona con distintas experiencias. Poder entender por qué nos incomodamos e ir construyendo las herramientas para poder hacer algo con ella, decir no cuando queremos decir no, poner en palabra lo que nos pasa compartiéndolo con alguien de confianza. Esto no quiere decir que no haya modos de relación, tipos de vínculos que produzcan la incomodidad como manera de disciplinar. Es ahí en donde creemos que hay que operar, en la producción de violencias que generan sensaciones que afectan negativamente a las infancias y adolescencias.
En esa misma línea trabajó Martina Trach en la creación de las ilustraciones del libro, que son frescas, con líneas plásticas y personajes desfachatados, sueltos, actuales y alegres.
-¿Cuál fue la principal búsqueda de las ilustraciones?
Trach: -La mayor dificultad tal vez haya sido el de generar imágenes y personajes desvergonzados y expresivos, a la vez cercanos a les lectores. Los textos son super frontales y quise generar personajes que estén a la par. Lo primero que supe o decidí antes de empezar fue que quería pintar más que dibujar. Me interesó más el plano y la textura que la línea, porque me da la sensación de algo que está en movimiento, cambiante y no estático. Quise estar en una búsqueda, preguntarme y sorprenderme, más que ir a lo seguro (que en mi caso sería dibujar). Creo que esa actitud es la del libro en general.
-¿Cómo fue la pubertad de cada una, qué información tenían disponible, quiénes eran sus interlocutores? ¿Y cómo observan que eso ha cambiado hasta aquí?
Trach: -Las dudas e inquietudes durante mi pubertad fueron habladas o transitadas no muy claramente con primas, hermana, amigas. No recuerdo información ordenada y clarificadora, sino más bien el recuerdo es el de atravesar directamente con el cuerpo todos los cambios que se pusieron en juego.
Mileo: -Yo tuve muchísima suerte en ese sentido. Mi familia siempre consideró que la sexualidad y el deseo son una parte importante para tener una vida plena y feliz y nunca fue un tema que había que hablar en una ocasión especial y solemne. Tampoco tenía vergüenza de preguntar en la escuela o de charlar con gente de mi edad. Y ahí me daba cuenta de que el mundo no funcionaba como mi casa, que mis docentes a pesar de ser piolas y querer darme respuestas se ponían nerviosos, que mis compañeros pensaban que era una desubicada, cosas así. Después, la experiencia de la pubertad la recuerdo como un momento de mucha exploración y censura, de descubrir el peso del disciplinamiento de la sexualidad y la libertad y la adrenalina de rebelarse contra esas convenciones. Creo que hoy la sexualidad está mucho más mercantilizada y eso hace difícil encontrar esa posibilidad subversiva de la sexualidad. Tal vez lo normativo no se impone tanto desde el lado de la censura clásica y la idea de bueno/malo pero si desde una hiper estetización de la vida en general y una presión muy fuerte porque la apariencia en un sentido amplio de la palabra opere también como capital erótico. A la vez, creo que el hecho de que tantos docentes y personal del ámbito educativo esté capacitado y formado en ESI hace que haya espacios de reflexión y contención que antes no existían y pueden configurar resistencias a que la sexualidad sea un bien de mercado.
Lynn: -Si bien creo haber tenido acceso a información, la verdad que tuvo mucho de búsqueda en solitario. Aún en un ambiente familiar que considero de mucha apertura, viví esa etapa con mucho tabú y también con culpa. Tenía interés en saber más pero me parece que el hecho de no poder hablarlo con pares y con personas de mi edad me hicieron pensar que era la única a la que le pasaban ciertas cosas y que entonces algo de eso debía estar mal. Fue bastante aliviador saber, años más tarde, que yo no era la única con esas inquietudes. Me hubiese gustado generar ese espacio antes.
Calvo: -Para cerrar me gustaría decir que vemos muy interesante el cruce que se establece entre Pubertad en marcha y quienes están criando. Muchas veces nos encontramos hablando, a partir del libro y de los distintos temas que abordamos en él, de la responsabilidad del mundo adulto a la hora de acompañar esta etapa de la vida. Cuál es la tensión, la diferencia, entre cuidado y control, como propiciar la construcción de subjetividades libres, que puedan tomar decisiones autónomamente haciendo escucha de sus deseos, pero a la vez en el marco de una práctica colectiva, compartida.
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