Por Luis Jaime Acosta
CALI, Colombia 14 mayo (Reuters) – Habitantes de la ciudad colombiana de Cali, el epicentro de las protestas contra el Gobierno del presidente Iván Duque, están soportando el impacto de bloqueos de carreteras por parte de los manifestantes que triplicaron los precios de algunos alimentos y provocaron escasez de combustibles.
La tercera ciudad más poblada del país, usualmente conocida por su amor a la salsa, ha reportado más muertos confirmados que cualquier otra de Colombia durante las protestas que empezaron a finales de abril, convertida en escenario de saqueos, actos de vandalismo y enfrentamientos entre manifestantes y la policía.
Habitantes pidieron acuerdos urgentes entre el Gobierno y los manifestantes para que ingrese más comida y gasolina, así como para poner fin a las protestas, las más largas y violentas en la historia reciente del país.
“Estamos viviendo un momento crítico”, declaró Andrés Bolaños, trabajador independiente de 28 años, mientras esperaba su turno en una estación de servicio para aprovisionar de gasolina su motocicleta.
“Las dos partes necesitan encontrar un convenio para que haya un buen corredor humanitario en donde pueda abastecerse la ciudad de alimentos y de combustibles”.
Filas de más de dos kilómetros de vehículos y motocicletas se observan en algunas estaciones de servicio que venden combustible. Otras estaciones no han recibido gasolina desde hace varios días y permanecen cerradas.
A los vehículos se les vende cuatro galones de gasolina y a las motocicletas dos, a lo que se suma otra restricción que regula el abastecimiento dependiendo del último número de matrícula.
Además de la escasez de gasolina y gas natural, algunos supermercados permanecen cerrados y en otros se ven los estantes vacíos por el desabastecimiento de alimentos, que subieron de precio considerablemente.
“El impacto ha sido desabastecimiento total y las alzas de los precios”, dijo Diana Falla, de 36 años, propietaria de un supermercado en un barrio de clase media. “Conseguimos lo que podemos, nosotros mismos nos encargamos de traerlo porque a veces los proveedores no lo traen”.
UN POCO DE PACIENCIA
Una bandeja de 30 huevos que costaba 12.000 pesos (3,2 dólares) antes del inicio de las protestas ahora vale 18.000 pesos (4,8 dólares), apuntó Falla, quien dejó de ofrecer productos como papa, tomate, cebolla, frutas y vegetales por la escasez y los altos precios que pedían algunos proveedores.
El precio de una libra de papa (cerca de medio kilo) se triplicó a 3.000 pesos (0,80 centavos de dólar), según los consumidores.
“No se consigue plátano, papa, pollo”, reclamó Clara Grijalba, una ama de casa de 72 años a la salida del supermercado de Falla. “Que por favor se retiren, no es posible que sigamos en estas condiciones”.
Los manifestantes, que inicialmente protestaban para rechazar un plan fiscal del Gobierno que después fue retirado, ampliaron sus demandas para exigir un ingreso básico para las familias más pobres, el fin de la violencia policial, educación y empleo para los jóvenes y el retiro de un proyecto de reforma a la salud, entre otros.
Las cifras de víctimas fatales durante las protestas no coinciden. Mientras la Defensoría del Pueblo informó que está verificando la muerte de hasta 41 civiles, la Fiscalía General reportó 14 homicidios confirmados hasta el miércoles de esta semana.
Elizabeth Serna, de 40 años, una de las líderes de la protesta en Puerto Resistencia, un sector obrero del oriente de Cali que se convirtió en un símbolo de las manifestaciones, pidió calma a los habitantes de la ciudad por los bloqueos.
“Ahora no tienen alimentación, están en escasez, pero muchas personas viven con escasez diaria”, dijo la dirigente de uno de los bloqueos de la ciudad de 2,5 millones de habitantes.
“Al menos saben que tienen plata para comprar, pero no tienen qué comprar. Hay muchos que no tienen ni plata ni qué comprar. Que tengan paciencia porque es una lucha que vamos a ganar para todos”, agregó en medio de una multitud de jóvenes, advirtiendo que los bloqueos continuarán hasta que haya un acuerdo con el Gobierno. (Reporte de Luis Jaime Acosta, editado por Nelson Bocanegra)
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