Alberto Fernández pasa sus días encerrado en el departamento de Puerto Madero, que le prestó su amigo Pepe Albistur, y donde vivió hasta antes de mudarse a la Quinta de Olivos. Está enfocado en trazar una estrategia judicial para defenderse de las acusaciones y la denuncia que le realizó su ex esposa Fabiola Yáñez, que lo acusó de ejercer violencia de género y someterla a un maltrato psicológico.
El ex jefe de Estado es parte del PJ Nacional. Fue presidente del partido durante todo su mandato y los primeros meses de este año. Cuando la presión para que dé un paso al costado empezó a aumentar, Fernández se comunicó con el gobernador de Formosa y presidente del Congreso partidario, Gildo Insfrán, y acordó una salida elegante: pidió licencia como presidente del PJ y evitó la renuncia.
Actualmente el partido está bajo la conducción de cinco vicepresidentes: Cristina Álvarez Rodríguez, Axel Kicillof, Analía Rach Quiroga, Juan Manzur y Lucía Corpacci. La decisión de la mesa política del PJ fue convocar a elecciones el 17 de noviembre y abrir el juego para que haya competencia interna. Es decir que el único presidente del partido es Fernández, pero está en uso de licencia.
Después de que se destapó el escándalo por la causa de los seguros y las denuncias de violencia de género, un sector del peronismo empezó a hacer pública su disconformidad con la continuidad del ex presidente en el partido. Y empezaron aparecer voces, sobre todo del kirchnerismo, que pedían la expulsión de Fernández del partido.
“Alberto tiene que renunciar al partido”, dijo la diputada de La Cámpora Florencia Carignano. Fue la primera que salió a blanquear su posición. Las críticas sobre Fernández se multiplicaron en el mundo K. La intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, lo cuestionó con dureza: “Es un mediocre, vago y violento”.
Las 62 organizaciones peronistas se sumaro al pedido de renuncia y le pidieron a Fernández que de un paso al costado y se vaya del partido. “Le hizo mucho daño al movimiento nacional justicialista”, indicaron desde el sector sindical. La CGT, en tanto, no se ha expresado sobre la situación del ex presidente.
Un grupo de dirigentes del PJ Porteño le envió una carta al presidente del partido, Mariano Recalde, para solicitarle la suspensión de Fernández como afiliado al partido, “hasta que la justicia dictamine su inocencia o culpabilidad en las gravisimas acusaciones en trámite contra su persona”. Entre los firmantes aparecen Fernando Gril, Carlos Campolongo, Araceli Ferreyra, Pascual Albanese y Carlos Valenzuela, entre otros.
En paralelo, hay muchos dirigentes que se mantienen cautos y prefieren no hacer pública una posición. Hay mucho silencio en el PJ. Hay quienes creen que la formalidad de la renuncia no cambiará lo que no sucede. Fernández, en los hechos, no lidera ni conduce el partido. Está completamente corrido de la vida partidaria. Si renuncia o no, es lo mismo. Así lo interpretan algunos nombres propios que son parte de la estructura institucional del partido.
“No es importante lo que haga a Alberto respecto al partido. Ya no lo conduce. Desde hace tiempo que no lo hace”, sostuvo un dirigente bonaerense que frecuenta el PJ. “Ya es parte del pasado. No tiene ninguna injerencia en lo que haga el partido. No existe”, sentenció un dirigente del interior del país que es autoridad partidaria.
Lo cierto es que no hay una postura concreta y uniforme en el PJ. Hay distintas miradas sobre lo que debería hacer el ex presidente, pero no existe una expresión en la que coincidan todos los sectores. Un ejemplo de esa falta de coincidencia es la ausencia de un comunicado institucional por parte del partido. Desde que la ex primera dama denunció a Fernández, no hubo ninguna expresión pública.
Una postura diametralmente puesta tomó el Grupo de Puebla, el foro que integran ex presidentes del progresismo latinoamericano, que decidió “suspender” la participación de Fernández en el grupo. “Condenamos enérgicamente cualquier forma de violencia de género. La reciente denuncia en contra del ex presidente de Argentina, Alberto Fernández, nos sorprende y conmociona por su gravedad”, indicaron.
El viernes se viralizó una carta en la que Fernández renunciaba al partido, alegando la situación traumática que estaba viviendo. Pero la carta no era verdadera, pese a que algunos medios la dieron como cierta. El partido no recibió ninguna carta ni comunicado por parte del ex presidente. La situación generó que algunos dirigentes asumieran que el ex jefe de Estado había renunciado. “Es una pena que no sea verdad. Igual nunca hizo nada por el partido”, sentenció, con ironía, un histórico dirigente del peronismo.
Quienes siguen en contacto con Fernández aseguran que no es un tema que esté pensando en este momento. Lo que no quiere decir que después termine tomando una decisión respecto a su lugar en el PJ. Pero, hasta el momento, sigue en uso de licencia y no dio ninguna señal sobre su futuro en el partido.
El peronismo está tratando de reacomodarse en el escenario político luego del golpe de efecto que le generó el escándalo del ex presidente. Hay consenso sobre el impacto negativo que tendrá la fuerza política respecto a la credibilidad de cara a la sociedad. Y, además, sobre lo que implica para el oficialismo contar con un argumento sensible, con el que se puede mimetizar a toda la fuerza política.
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