Ignacio Albarracín, presidente de la Sociedad Argentina de Protección de Animales (SAPA), caminaba por las calles de Buenos Aires cuando observó a un grupo de estudiantes de escuela primaria a la salida de sus clases. Era 1906 y los niños tiraban sus cuadernos para sacar de sus bolsillos traseros una honda con la que comenzaron a lanzar piedras contra una bandada de gorriones que dormían sobre las cornisas y molduras de las casas.
Sorprendido por lo que ya hacía tiempo estaba viendo, el padre del proteccionismo de animales de Argentina y promotor de la Ley Sarmiento (la primera para defender animales) escribió: “La educación de nuestros niños se resiente ante la falta de principios y prácticas humanitarias. Los que saben qué es la escuela, qué misión les tienen confiada los pueblos amantes de la civilización y del progreso, comprenderán cómo denuncia una verdadera anomalía la presencia de estos pequeños monstruos”.
Si algo caracterizó a Albarracín fueron sus tajantes declaraciones y las irrefrenables reacciones cuando veía a un animal dominado por los impulsos humanos.
Tras el episodio con aquellos niños, anticipó que algo no estaba bien en la sociedad argentina, al menos la porteña, y puso su empeño para que las malas costumbres de lastimar animales comenzaran a desarraigarse desde las escuelas. Fue otro de sus grandes pasos.
“Una lección por semana, durante media hora nomás, ya que los padres de familia en su mayoría la descuidan, y no tendríamos niños terribles que en las calles, y seguramente en sus casas, no respetan a nadie”, proponía Albarracín.
Con esa consigna, y luego de reprender a los maestros por no sacarles a los niños las letales armas cuando los veían portarlas en los recreos ni cuando las usaban en la calle delante de ellos, Albarracín propuso que se incorporase en el programa escolar la materia “Educación Humanitaria”, con el deseo de educar a buenas personas para el futuro.
“Sin la bondad, la civilización no es más que una mera palabra”, dijo el prócer de los animales. De allí surgió la idea de que fuera un festejo el que abriera las puertas a la educación y el respeto sobre la vida de los “más indefensos”. Tomando ideas de otros países desde la SAPA propuso que se celebrara en Buenos Aires una gran fiesta por el Día del Animal.
29 de abril de 1908, el día que los animales tuvieron su fiesta
“Nuestro Día el Animal fue una creación completamente original y convirtió a la Argentina en el primer país del mundo en registrar esa celebración. Sin embargo, reconoce dos fuentes de inspiración —cuenta la escritora Patricia Urich—. Una de ellas fue el Día del Pájaro que fue instaurado a fines del siglo XIX en algunas ciudades de los Estados Unidos por iniciativa de un maestro con el propósito de promover entre los niños el conocimiento y los buenos y los buenos sentimientos hacia los animales. El otro antecedente fue el Domingo del Alma (Animal Sunday), que comenzó a celebrarse en los templos protestantes ingleses a partir de 1905″.
Primera Fiesta del Animal. 1908.
Albarracín, apodado el ‘Loco’ por su tenaz defensa de los animales, quería que en Argentina se celebre un día para hablar de todos los animales y tomando los ejemplos mencionados escribió: “Sobre los 7 mil niños de una gran escuela pública de Edimburgo que han recibido la enseñanza humanitaria ninguno de estos fue, en el curso de su vida, perseguido por asunto criminal”.
Le dieron la razón y lejos de imitar otros festejos que hacían en honor a las aves y a los árboles, él insistió en homenajear a todas las especies. Así elevó la propuesta y se le ofreció celebrarlo durante los días hábiles de la semana en el jardín zoológico antes de la primavera (para que los niños no fueran testigos de los impulsos amatorios de los animales). Aceptó porque entonces le pareció buena idea celebrar en medio de las jaulas. Idea de la que desistió más tarde al punto de pelearse con su director, Clemente Onelli.
Entonces, tenía lugar y faltaba elegir la fecha. Albarracín no quería que fuera entrado el otoño por frío y no quería esperar mucho tiempo. Así que decidió que fuera el miércoles 29 de abril. Pero la lluvia que inundó Buenos Aires hizo que se postergara al sábado 2 de mayo.
Así, se celebró la primera Fiesta del Animal. El diario La Nación, que cubrió el evento, escribió que asistieron 15 mil niños y La Argentina estimó que participaron 13 mil niños y 8 mil adultos.
Tras el memorable festejo, “el prócer de los animales” pidió que desde entonces cada 29 de abril se celebrara la vida de los animales y que en ese día los niños les escribieran poemas.
Con el tiempo, la fiesta pasó a llamarse Día del Animal. La casualidad, quizá no, hizo que Ignacio Albarracín muriera un 29 de abril y que tras su deceso se tomara la decisión definitiva de inmortalizar la fecha recordando también su incansable labor.
“Mi abuelo fue un visionario en la defensa de los derechos de los animales”
Sara Albarracín (87), nieta de Ignacio, habló por primera con un medio argentino y lo hizo para recordar al gran protector argentino de los animales.
“Mi padre me contaba que mi abuelo era un luchador, que era muy honesto y muy desinteresado; cosas que aún sorprende. Nació en San Juan, era abogado y cuando llegó a Buenos Aires se acercó a (Domingo Faustino) Sarmiento, que era un familiar muy cercano, y entablaron una amistad muy cercana. Lo admiraba, eran muy unidos. Cuando asumió como presidente de la SAPA nunca más ejerció como abogado de las personas. Dejó la profesión y se dedicó solamente a ser defensor de los animales. O sea que ahí deviene toda la parte económica, digamos, porque su trabajo no era redituado sino todo lo contrario”, reveló a Infobae Sara quien heredó de su abuelo paterno el amor a los animales.
“Cuando Sarmiento se va, mi abuelo asume como presidente de la SAPA y estuvo allí más de 40 años, hasta que murió. ¡Y siempre luchaba por sus animales! Mi abuelo tenía mucho carácter, así como era muy sensible también tenía mucho carácter sobre todo por las cosas que veía que pasaban”, afirmó la mujer, confesa proteccionista.
Cuando Albarracín caminaba por las calles de adoquines lo hacía de traje, con un sombrero que escondía su pelo blanco y con un bastón, que no solo usaba para ayudarse a caminar.
Por aquellos años, los carruajes tirados por caballos eran el medio de locomoción permitido en Buenos Aires y pese a que Albarracín intentó frenar su avance no pudo. Entonces buscó la manera en que, al menos, se respetase a los animales que hacían de vehículos.
“Mi papá contaba que mi abuelo se peleaba con los cocheros que manejaban los carruajes y que cuando logró que se sancione en 1891 la ley 2786, o Ley Sarmiento, hizo lo imposible para que se cumpliera”, apuntó Sara.
“Antes de esa ley, tan importante para el proteccionismo, no había nada y cualquiera podía hacer cualquier cosa con un animal porque no iba a ser reprendido ni multado; entonces cuando salió mi abuelo tenía fundamentos para condenar a alguien, pero pese a eso siguió luchando para se sancionaran ordenanzas municipales. Una de ellas fue para proteger a los caballos usados en los carros. Pedía que, como se insolaban fácilmente, se les pusiera en verano una especie de sombrero para protegerles las cabezas del sol y que fuera de lona o de lo sea pero que los protegieran. Ese fue otro motivo para que se burlasen de él. La gente decía ‘¡Ahora este loco de Albarracín quiere que los caballos usen sombreros!‘”, agregó la nieta de Albarracín.
“Además mi abuelo se opuso al tiro a la paloma, a las riñas de gallos. ¡Contra todo eso se suponía y luchó contra muchas cosas más! Hasta se opuso a que se hiciera una corrida de toros para homenajear a la Infanta que llegaba de España”, reconoce la orgullosa nieta, que a la vez confiesa: “Mi abuelo era un visionario. Tampoco quería que existiera el zoológicos porque no le gustaba que los animales estén enjaulados —’inocentes presos’, les decía a los animales que estaba allí— Y para él todo fue una lucha, lucha y más lucha contra todo lo que no le gustaba”
Fue para el aniversario de aquella primera Fiesta del Animal que el Diario Crítica le hizo una entrevista a Albarracín en la que recordaba el camino que había iniciado 20 años antes. “Le hicieron un lindo homenaje en reconocimiento a lo que hizo por los animales. Se ve que se emocionó mucho, él ya sufría del corazón, y se descompuso el 29 de abril. No llegó a terminar ese día“, lamentó Sara.
Albarracín fue asistido por el padre de Sara, que era médico. “Lo atendió, le aplicó las inyecciones, pero no resistió”.
—De toda la gran labor y trabajo que realizó su abuelo, sobre todo en esa época ¿qué es lo más destaca?
—Que él quería educación. “Educar a las bases”, decía y hablaba tanto de la educación en las escuelas como para el pueblo en general, para los mismos funcionarios, para todos. Con educación se consigue todo, pero desgraciadamente viendo ahora la crueldad que hay en todos lados con los niños, entre los alumnos veo que cuesta defender a los animales. ¡Pobrecitos! No sé qué pasa con la gente actualmente, pero si hubiera educación. Hay sentimientos, hay respeto. Lo que él pedía eran charlas en los colegios para enseñar a los niños, para educar a la sociedad. En su época, la SAPA, por ejemplo, premiaba a los alumnos que hubieran salvado algún animal o que hubieran hecho el acto heroico como rescatar a un animal. Papá me contaba que los chicos mostraban orgullosos sus diplomas de la SAPA por su buena acción. El problema es la falta de educación. En Buenos Aires, por ejemplo, hay muchísimos perros abandonados. No se puede permitir eso, hay que entender que los animales son seres vivos.
—Como nieta, ¿qué le produce leer sobre su abuelo y saber que se lo sigue reconociendo?
—¡Me siento muy orgullosa de él! Yo también soy defensora de los animales y hasta tuve discusiones, con un poco de temor, con algunos carreros que llevaban el carro muy cargado. Yo vivo en el gran Buenos Aires y allí, desgraciadamente, usan a los caballos y están muy mal, ¡pobrecitos! Donde puedo les discuto, pero a veces pienso que por ahí me dan con un palo a mi… Desde ya que me siento muy orgullosa de mi abuelo.
—¡Heredó su carácter!
—¡Si! Debe ser que heredé la tesón de mi abuelo (ríe).
—¿Qué más destaca de Ignacio Albarracín?
—Que era muy desinteresado, austero. No tenía medios de vida aunque él hubiera podido haber sido un abogado exitoso porque estaba vinculado por familia con el presidente de la República ¡Y ni siquiera quiso ser político! Él no era ni radical, ni conservador ni nada. En esa época, en que era tremenda la trata de blancas, se oponía a eso, defendía a los indios y su amor y lucha eran los animales. Esos eran sus ideales y por ellos era muy austero. Está descansando en el cementerio de Lomas de Zamora.
—¿Le hacen homenajes en ese cementerio?
—¡No, en absoluto! Él quería ser enterrado, pero la mujer, que se murió a los pocos meses, no quiso enterrarlo e hizo un monumento para dos cajones y poder estar juntos. Hasta hace poco tiempo yo he mantenido ese lugar e intenté hacer una gestión ante la Municipalidad y el Concejo Deliberante de Lomas de Zamora para que reconozca ese panteón como Monumento Histórico así dentro de unos años no lo pueden tirar abajo, pero no lo pude conseguir. No se hizo nada y Lomas se tendría que sentir orgullo de tenerlo ahí.
Día de lucha por la Liberación Animal
Este año, con un cambio de consigna, los grupos, asociaciones, proteccionistas, activistas independientes y las ONG que luchan por la defensa de los derechos animales convocan a concentrar en las distintas ciudades del país. En Buenos Aires la concentración en la Plaza del Congreso a las 18.
Video: Convocatoria Día de Lucha por la Liberación Animal. (Gentileza: Filmanimal)
“En Argentina se celebra el Día del Animal desde 1908 y con la concepción social más generalizada incluye solamente a aquellos animales con los cuales estamos más familiarizados, como ser perros y gatos. Este año comenzó a resignificarse ese día y pasó a llamarse Día de la Lucha por la Liberación Animal para incluir también a los demás animales a quienes sometemos mediante explotación, a causa de la educación que hemos recibido”, señalan desde la organización Unidos por la Liberación Animal.
Sobre ese cambio de consigna, el colectivo aseguró: “Este día comienza a conmemorarse la lucha que debemos llevar adelante para lograr un mundo justo para ellos, en el cual sean respetados. Y el primer paso, es cuestionar lo que nos enseñaron”.
La concentración será para reclamar presupuestos mínimos para la protección de la fauna urbana, no más tracción a sangre, prohibición de la experimentación en animales y reemplazo por métodos alternativos, entre otros puntos.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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