En América Latina vive el 8% de la población del mundo, pero concentra el 33% de los homicidios del mundo. La tasa regional de asesinatos es de 21,5 por cada 100.000 habitantes, más de tres veces el promedio global, que es del 7 por ciento. Por la combinación de su gran violencia y la cantidad de población, Brasil, Colombia, México y Venezuela concentran 1 de cada 4 homicidios globales, es decir la cuarta parte de todos los que suceden en el planeta.
Esas cifras surgen del informe Seguridad Ciudadana en América Latina, del Instituto Igarapé, una fundación brasileña de investigación sobre la región. Aunque no toda América Central, del Caribe y del Sur es violenta, sino que hay sectores donde la violencia estalla, más de 2,5 millones de latinoamericanos fueron asesinados desde 2000, la mayoría de manera intencional.
Durante la última década, la tasa regional de homicidio aumentó a razón de 3,7% por año, más de tres veces el 1,1% del crecimiento anual de la población. Como consecuencia, la región concentra 17 de los 20 países con más homicidios del mundo: El Salvador, Venezuela, Honduras, Brasil, Guatemala, Colombia y México entre ellos.
Si la tendencia continúa, la tasa total de homicidio llegará a 35 por cada 100.000 en 2030.
El fenómeno se da por la sensibilidad de América Latina a los bolsones de violencia que siguen a una urbanización muy rápida. Las ciudades han crecido aquí más velozmente que en otras partes del mundo durante los últimos 50 años. Al comenzar el siglo XXI, las tres cuartas partes de la población vivía en pueblos y ciudades, el doble que en Asia y África.
Esa concentración urbana es un factor reconocido para la violencia, que se nutre de la desigualdad, el desempleo, las familias dislocadas, los servicios insuficientes. Así, 43 de las 50 ciudades con más homicidios del mundo se hallan en la región: San Salvador, Acapulco, San Pedro Sula, México DF, Guatemala, Serra, Belém, Victoria, Manaus, Cali, Natal, Tijuana, Palmira, Culiacán, Mazatlán, Porto Alegre, San Juan y Kingston, entre ellas.
Más de 141 ciudades latinoamericanas, lo cual equivale al 52% del total, registran tasas de homicidio por encima del promedio regional, según el informe del Instituto Igarapé.
Además, “hay una tasa excesivamente alta de impunidad asociada con el homicidio en América Latina”, según el informe. “Aproximadamente el 80% de los homicidios se resuelve en Europa. En América Latina, el porcentaje cae aproximadamente al 50%, e incluso al 8% en algunos países”.
Con frecuencia la policía es insuficiente en las zonas de alta delincuencia, observan los autores; otras veces, es parte del crimen organizado, y aun otras veces mira hacia otro lado. Como consecuencia, los latinoamericanos se sienten inseguros, según el informe.
Sólo el 14% de los venezolanos se siente seguro; seguidos por los salvadoreños y los dominicanos (ambos 36%) y los peruanos y los mexicanos (ambos 40%). Sólo el 19% de los venezolanos confía en la policía pero, en general, el 44% de los latinoamericanos cree que la policía está involucrada en la comisión de delitos. En los años recientes descendió la confianza en las instituciones judiciales, también: del 30% al 26 por ciento.
La región tiene otros problemas específicos: las maras, las pandillas que surgieron en la década de 1980 entre inmigrantes centroamericanos en Los Angeles y se extendieron por las deportaciones a El Salvador, Guatemala y Honduras. Junto con el narcotráfico y otras formas de crimen organizado, las maras son responsables del 26% de los homicidios. Eso explica en parte que haya más víctimas varones, 80% en promedio (88% en América del Sur), que en el mundo (74%), y que la mitad de los muertos tengan entre 15 y 29 años.
Otros factores destacados de homicidio son el robo, 11% (America del Sur tiene los niveles más altos de ataques físicos y asaltos violentos), y la violencia doméstica, 8 por ciento. “La violencia contra las mujeres y los niños es generalizada”, advirtió el informe. Cuando se les pide que describan los tipos de violencia más dañinos, un 65% de los latinoamericanos responde que la violencia contra las mujeres y un 63%, la violencia contra los menores”.
La posesión de armas de fuego, desde luego, incide: es el instrumento más habitual, utilizado en el 67% de los homicidios en América Central, 53% de los de América del Sur y 51% de los del Caribe, contra un 32% en el mundo.
El Instituto Igarapé destacó también otros impactos secundarios del problema del homicidio en la sociedad latinoamericana:
• La pobreza es parte del problema: “Un 1% de aumento en el PBI tiene como correlate 0,24 menos homicidios cada 100.000”.
• La violencia tiene un costo enorme: “El peso financiero total estimado de la violencia criminal es de entre USD 114.500 millones y USD 170.400 millones por año, o USD 300 per cápita”.
• “Las altas tasas de victimización relacionadas con el delito están fuertemente asociadas con la decisión de emigrar en los hogares. Las experiencias personales con la corrupción también aumentan la probabilidad individual de considerar irse del país”.
• Las altas tasas de delito afectan la movilidad de la gente. “El porcentaje de latinoamericanos que dijeron haber limitado sus lugares de recreación por miedo a ser víctimas de un delito en 2012 iba del 20,6% (Chile) al 59,1% (República Dominicana)”.
En los últimos años las políticas de seguridad se han inclinado hacia la protección del ciudadano. Hay al menos 1.300 programa de seguridad ciudadana en América Latina, en efecto desde la década de 1990. Hay una fuerte concentración de medidas de seguridad en Brasil, Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras, México y Nicaragua. Pero el problema, aunque no es novedoso, se mantiene en situación crítica.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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