Lima, 28 dic (EFE).- En 2023, la economía de Perú cayó en recesión, después de 25 años, por una combinación de problemas que incluyeron las protestas sociales y el fenómeno de El Niño. Ahora se enfrenta al 2024 con la urgencia de recuperar la confianza de los inversionistas y del sector empresarial para generar trabajo y espantar la pobreza.
El 2023 empezó con violentas jornadas de protesta y paros que se extendieron hasta febrero, cuando arreciaron las tormentas e inundaciones por el fenómeno El Niño costero y el ciclón Yaku, que provocaron destrozos de infraestructura y miles de damnificados en el norte y centro del país.
Los paros contra la asunción de la presidenta Dina Boluarte afectaron la minería, la agroindustria y el comercio en el sur del país, donde las protestas fueron más masivas, mientras que el fenómeno climatológico golpeó la pesca, la construcción y nuevamente la agricultura.
Las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) confirmaron que la producción, de enero a octubre, bajó 0,65 % con los peores desempeños en los sectores de Pesca (-21 %), Construcción (-9 %), Financiero (-8 %), Manufactura (-6,6 %) y Agropecuario (-4 %).
Ante ese escenario, el presidente del Banco Central de Reserva de Perú (BCRP), Julio Velarde, proyectó que el PIB caerá un 0,5 % en 2023 y que el próximo año puede alcanzar una recuperación de 3 %, siempre y cuando El Niño, que volverá a sacudir el país en las siguientes semanas, no sea muy fuerte.
“Lógicamente, el año va a cerrar en negativo, sí o sí, no hay forma de que cierre una cifra positiva y va a cerrar alrededor de un -0,7 %, lo cual es una recesión, pero no es una recesión muy grave, es una recesión moderada frente a lo que es la historia del Perú”, declaró a EFE el economista Javier Portocarrero.
El actual director ejecutivo del Consorcio de Investigación Económica y Social (CIES) recordó que Perú crecía a ritmo del 5 % anual, entre los años 2000 y 2013, hasta 2015 a 2019 en que bajó a 3 % anual, antes de la pandemia que provocó una caída de 11 %.
Sin embargo, el PIB “rebotó fuerte” en 2021, pero “después con el fenómeno (Pedro) Castillo hubo una gran fuga de capitales, alrededor de 20.000 millones de dólares se han fugado durante esos nefastos meses del periodo de Castillo”, apuntó Portocarrero sobre la presidencia del exmandatario, destituido el 7 de diciembre de 2022 por un fallido intento de golpe de Estado.
El analista agregó que “eso equivale, más o menos, casi un 10 % del PIB”, a raíz de “una fuga muy fuerte de capitales y una parálisis de la inversión”.
Portocarrero manifestó que la confianza se puede perder en un minuto, pero “para reconstruirla puede demorar meses y hasta años, entonces eso es lo que ha pasado y actualmente la inversión privada no se ha recuperado del todo” por la “herencia de Castillo”, pero también por “la propia debilidad del gobierno” de Boluarte.
En el mismo sentido, la presidenta de la Cámara de Comercio de Lima (CCL), Rosa Bueno de Lercari, afirmó que “este 2023 ha sido el año en el que hemos percibido que la crisis política ya tiene un impacto directo en la economía”.
Agregó que “el ruido político y la inestabilidad política no están permitiendo generar la confianza necesaria para reactivar” la producción nacional.
De igual forma, Bueno de Lercari pidió mantener la disciplina fiscal que el país sostiene hace 30 años “para tener claridad” sobre las cuentas.
La líder gremial pidió al Ejecutivo que impulse tres o cuatro proyectos de infraestructura importantes, como en minería o energía, para recuperar confianza en la inversión.
Portocarrero estimó que si el país sufre los efectos de un Niño fuerte, la recuperación de la economía podría subir a 2,5 %, pero si es un Niño extraordinario solamente crecería en torno al 1 %.
“Ojalá que la minería también se recupere en inversión, entonces el próximo año yo creo que lo más probable es un rebote a una cifra de 3 % y eventualmente, si El Niño es muy débil, podría ser incluso más del 3 %”, señaló el experto.
El Gobierno de Boluarte ha destinado desembolsos millonarios para reactivar las pequeñas y micro empresas, así como asegurar las obras de prevención por inundaciones, pero tal como señalan los analistas nunca se sabe qué puede traer la situación política en los próximos meses y puede pasar “cualquier cosa en nuestro país”.
Mónica Martínez
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