La crisis política en Perú cada vez más. Esta semana, las protestas en regiones del sur del país contra el Gobierno de Dina Boluarte provocó que la cifra de fallecidos se aproxime casi a los cincuenta en tan solo un mes y días. Este trágico panorama ha provocado que los ciudadanos que salen a las calles a manifestarse tengan un solo pedido: la salida de la presidenta del cargo.
En conversación con Infobae, el cardenal Pedro Barreto consideró que Boluarte debería evaluar este escenario. Sin embargo, en su mensaje a la Nación de ayer, quedó claramente que no lo hará y seguirá con una posición confrontacional.
El gabinete de Alberto Otárola tuvo algunos ajustes con el ingreso de nuevos ministros. ¿Es una señal de debilidad del Gobierno en medio de la crisis?
A mí me preocupa el motivo de la renuncia del ministro de Trabajo porque la razón que él mismo ha comunicado es que persiste una actitud represiva ante la situación que estamos viviendo. Cuarenta y cinco muertos ya está indicando pues que la represión, en sí misma, no tiene mayor significado. Por otro lado, yo estoy viendo cómo la población quiere trabajar. No es que esté en contra de lo que se está solicitando, pero mayoritariamente la conducción del país, a través de la presidenta [Dina Boluarte], ha tenido lamentablemente estos signos de muerte y de represión que no conduce al bien común.
En la carta del exministro de Trabajo, Eduardo García, se menciona que haya un pedido de perdón y un reconocimiento que se equivocaron en utilizar esta política de represión contra las manifestaciones. ¿No ha existido autocrítica en estos días?
Creo que la autocrítica es muy saludable para las personas y las instituciones. Jesús dice que “el árbol se conoce por sus frutos”. Es cierto que la violencia es un delito venga de donde venga. La protesta, por un lado, está dentro de la Constitución y de los derechos de las personas. Pero el corte de carreteras y todos los sucesos de violencia, ciertamente, eso tiene que cuidarse mucho para que no prosperen. En ese sentido, estamos viviendo una situación de terquedad en el sentido de pedir cosas que son imposibles que mañana se dé. La misma renuncia de la presidenta Dina Boluarte, como una posibilidad que solicitan, el cierre del Congreso, las elecciones generales. Todo eso necesita tiempo porque no se trata de estar en una situación que antes se decía “que se vayan todos”, pero que ahora no sabemos quiénes van a venir. Esto puede generar mayor confusión en el país.
Uno de los pedidos es que la presidenta Boluarte renuncie. ¿Debería evaluar esta posibilidad?
Por supuesto. Creo que hay que escuchar el clamor popular que mayoritariamente va en esa línea [el pedido de renuncia de Dina Boluarte]. No solamente los del sur porque hay una indignación generalizada por las muertes y, de hecho, esta represión indiscriminada que también ha traído como consecuencia cuarenta y cinco muertos que son familias, muchos de ellos jóvenes, heridos y la Policía Nacional. Recordemos que un policía fue quemado vivo en Puno. Entonces, en realidad, creo que es una situación muy convulsa y uno de los aspectos es la posibilidad de que no solamente pida perdón, sino que se ponga a disposición de la Constitución renunciando. Pero, me pregunto yo: ¿Quién va entrar en lugar de ella? No tenemos otro vicepresidente o vicepresidenta.
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Por sucesión constitucional le corresponde a José Williams, el presidente del Congreso, quien tendría que convocar de inmediato a nuevas elecciones generales…
No sé si el señor [José] Williams, que fue exjefe del Ejército peruano, sea el que pueda de alguna manera responder a estas urgentes necesidades de un cambio. Podría ser, pero no soy un analista político. Creo que en momentos difíciles todos deben poner sus cargos a disposición, siempre y cuando se mantengan el orden, el respeto a la vida, a la propiedad privada y la búsqueda del bien común del país.
Los opositores a la salida de la presidenta Boluarte es que se instalaría una anarquía. ¿Usted percibe lo mismo? ¿La espiral de violencia podría aumentar más?
Bueno, creo que cuando ya hay gente que está encrespada en sus nervios. Pero, por otro lado, hay gente que está sufriendo las consecuencias del hambre y no se atiende toda la problemática del hambre y la anemia que existe en el país. De manera inmediata, no puede darse un diálogo porque podemos exponernos que, por ejemplo, el señor [José] Williams, dentro del proceso democrático, tendría que asumir [como presidente], pero sigan las mismas reacciones [las protestas]. Entonces, lo que yo sostengo de manera muy clara que hay extremos, de un lado al otro, que están enfrentados. Sin embargo, la gran mayoría del Perú está sufriendo la pobreza, el hambre, la falta de trabajo, especialmente, en las zonas que están en conflicto estos momentos. Están pidiendo trabajar, cómo resolver el problema del hambre, la inseguridad alimentaria, el problema sanitario. Entonces, en medio de esta trifulca, nos olvidamos de la gran mayoría que está pidiendo a gritos “escúchenme” y “ayudenme” porque estamos en la pobreza que lacera el corazón de todos los peruanos.
Hay regiones del sur que salen a protestar porque han sido abandonadas por el Estado durante décadas. No solo viene del gobierno de Pedro Castillo, sino de sus antecesores. El descontento se acumuló año tras año hasta que finalmente estalló.
Sí, es verdad. Pero lo más importante, en este momento, es que hay que combatir esta situación anómala de enfrentamiento que estamos viviendo. Hay también que cuidar a la gran mayoría de los peruanos. El Perú somos todos, especialmente del ande y la amazonía. ¿Qué está haciendo el Ejecutivo para contrarrestar los efectos negativos que ha traído la pandemia del covid-19 y por el aumento de los precios? Es decir, no hay que combatir exclusivamente una cosa aunque demande un esfuerzo controlar esta situación de violencia. Por eso, digo que en verdad hay un clamor grande de que tienen que haber nuevas elecciones, un nuevo Congreso, nueva gente en el Poder Ejecutivo. Pero no podemos aceptar personas que no respeten la vida, la propiedad privada. Un Poder Ejecutivo que ya está manchado con la sangre de tantos hermanos peruanos difícilmente puede enrumbar a un país que quiere unidad y reconciliación.
¿El principal error fue no apostar por las mesas de diálogo desde el inicio antes de emplear la fuerza?
Sí, creo que ya este es un hecho no solamente lamentable, sino muy grave. No ha habido una prudente reacción de parte del Ejecutivo. Nunca y jamás se debe utilizar, para reprimir, armas letales que han traído estas consecuencias que lamentar [los cuarenta y cinco muertos por las protestas]. Aquí hay algo que se debe decir muy claramente: una represión indiscriminada como la que se ha dado, lo único que hace es crispar más los nervios de un país que está en plena agonía y llora la muerte de estos hermanos que nunca debieron morir. Hay este caso del señor [Remo] Candía en Cusco. Era un activista pacifista que instaba a la no violencia, pero esta cegó su vida. Esto no puede suceder.
El Congreso también tiene su cuota de responsabilidad en esta crisis. Aprobaron adelantar las elecciones para abril de 2024, pero la gente desea que sea este año. ¿Hay una falta de lectura política de este poder?
Sí, es verdad. Estoy convencido, y como lo he indicado en varias oportunidades, que hay un embalsamiento de promesas incumplidas. Hay una injusticia social que, ciertamente, debemos entender estos reclamos vienen de gran parte de motivaciones muy justas. Es decir, el descuido de los poderes del Estado ha provocado que no se piense en las provincias y las regiones pobres. Eso es indudable. Entonces, tenemos que entender que esta violencia es fruto de una desesperación al ver la impotencia de situaciones que no se dan en el proceso de justicia. Por otro lado, no olvidemos que es muy lamentable lo que ha sucedido en los últimos tiempos en el Perú, donde la polarización se reflejaba en aquellos que insultaban al expresidente [Pedro] Castillo como ‘comunista’ y, por otro lado, también ha habido de parte del Ejecutivo esas personas que estaban azuzando el enfrentamiento de las provincias con Lima. Eso no lo podemos olvidar.
Todo lo que estamos viviendo es consecuencia de un proceso largo e histórico de desencuentros. Por eso, estoy convencido de que ahora tenemos que invocar al diálogo, pero previamente tiene que haber signos eficaces, visibles, urgentes y que el Gobierno del Perú, a través de los poderes del Estado, privilegie a los más pobres, aquellos que están relegados en la historia del país y, ciertamente, no debemos pasar más tiempo sin tener una actitud de escucha y servicio a los más pobres y olvidados.
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La Comisión Interamericana de Derechos Humanos tuvo algunas percepciones en su visita. Señaló que hay una discriminación étnica contra los derechos humanos, un ‘terruqueo’ institucionalizado por las autoridades y las protestas han sido el único recurso de sectores que no han sido escuchados durante años. ¿Usted cómo observa que este panorama se va evidenciar en el informe final que haga la CIDH y que, sin duda, será expuesto ante la comunidad internacional de lo que pasa en el Perú?
Sí, esto que ha indicado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos es verdad. Es lo que estaba indicando antes. Es decir, hay toda una postergación de respuestas de parte del Gobierno central con respecto a las comunidades campesinas y amazónicas. Eso es verdad. Entonces, hemos tocado ese fondo. Por eso, insisto en esta acción urgente de este Gobierno no para congraciarse con el pueblo, pero sí para tomar acciones inmediatas y urgentes para combatir el hambre y la anemia de manera masiva. Esto, creo, debería ser el primer gesto. Considero que nunca es tarde para hacer el bien.
El Acuerdo Nacional se reunió esta semana. Hubo críticas en que no se llame a representantes de los que protestan en el sur para escuchar sus demandas.
El Acuerdo Nacional es un espacio para buscar consensos como se ha hecho. De hecho, el foro del Acuerdo Nacional que participe en alguna sesión, especialmente la que el expresidente Pedro Castillo firmó los consensos del bicentenario, a mi parecer, son muy buenos y están durmiendo el sueño de los justos porque hay que implementar políticamente, tiene que haber decisión. Entonces, ahí quienes participan son todos los poderes del Estado, los gremios profesionales, las Iglesias. Es decir, todos aquellos que tienen una voz y acción por el bien del país. Creo que es el mejor foro, pero lamentablemente es de consensos. Hay que priorizar lo que están en las zonas más abandonadas del Perú que puede ser Puno, Cusco, Apurímac, la amazonía. Es decir, atrevernos a dialogar juntos y respetarnos. Aquí, lo que dice la Comisión Interamericana de Derechos Humanos es verdad en gran parte cuando dice que es un problema étnico. El Perú es multicultural, multiétnico y, por eso, su riqueza. Tenemos que aprender a tratarnos como personas.
Hay versiones que dentro del gabinete lo propusieron como intermediario para que sea el interlocutor entre el Gobierno y los manifestantes. ¿Algún emisario de Palacio se acercó a usted?
No, la verdad es que yo personalmente no voy a tener ningún diálogo. Todo tiene que hacerse a través de la institución que es la Conferencia Episcopal Peruana que preside el monseñor Miguel Cabrejos, arzobispo de Trujillo. Yo soy el primer vicepresidente y las puertas de la conferencia siempre van a estar abiertas cuando se trata de buscar juntos el bien del país, escuchándonos, respetandonos y, sobre todo, para actuar como toda persona y sociedad civilizada y cristiana.
Si el Gobierno buscará a la Conferencia Episcopal, donde lo eligen a usted para que sea el interlocutor con los protestantes. ¿Aceptaría?
Sí, en la institución cerramos filas por el bien del Perú con la condición de escucharnos con respeto para ver qué cosa se puede cambiar ahora, qué cosas no se pueden hacer ahora pero sí en el corto plazo, y otras cosas a mediano plazo. Lo que nos falta en el Perú es un proyecto de país de todas las sangres como decía Arguedas. Un país de todas las culturas en la que nos enriquezcamos para buscar un futuro del Perú más justo y pacífico.
¿Qué reflexión tiene que, cada vez, parecemos que vivimos dos realidades en un mismo país: Lima vs regiones?
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