Irene Escudero
Bogotá, 25 jul (EFE).- Cae lluvia roja en el Teatro Colón de Bogotá y los pájaros dejan de trinar. Una imponente Patti Smith recita versos sobre Chernóbil mientras llueve rojo y su profunda voz recita, cada vez más rápido, más apremiante, hasta que arranca a entonar: “los pájaros estaban cantando y cada nota dio luz a la nada, todo se ha ido”.
El impacto de las guerras y las armas, los desastres en el medioambiente como el de Chernóbil y sobre todo la naturaleza resistiendo a las constantes “explosiones” y al “inexplicable caos” al que le somete el ser humano es el centro de “Correspondences”, la actuación musical de Patti Smith y Soundwalk Collective.
“La primera pieza es para los niños de Chernóbil”, dice la artista estadounidense, tras disculparse por no hablar español, ovacionada por un público pletórico. Y explica: “cuando hay un desastre nuclear, le lleva a la naturaleza 1.000 años para eliminar la radiación, 1.000 años para que la fruta del árbol se pueda comer”.
Empiezan a sonar pájaros en el ambiente, mientras en la pantalla gigante del escenario se proyectan escaparates con aves muertas y ella explica que en su primer poema, el que abre la actuación, habla de un mundo donde la naturaleza y los niños duermen por 1.000 años hasta que ya no haya irradiación.
SU PRIMERA VEZ EN COLOMBIA
La reina del punk debutó hoy, a sus 76 años, en Bogotá donde ha traído su trabajo más reciente, experimental, en conjunto con el Soundwalk Collective, que mezcla poesía, sonidos reales, en una obra de arte inmersiva.
Se trata de una agónica actuación, con sonidos que atrapan, agitan, apuran, te llevan a un mundo agonizante hasta que su voz se calma, calma al público, con la cadencia de su reconocible voz y el sonido del agua, de las olas: “Y Dios recogió todo el agua junta y lo llamó mar”, recita.
Ante el imponente Teatro Colón, la estadounidense, vestida con traje negro y camisa blanca y su característico largo pelo blanco, se mostró emocionada y dio una actuación redonda que cautivó a los colombianos.
La artista recita a ratos, canta a otros, y por momentos no se sabe cuál de los dos hace, ya que sus palabras se mezclan, modulan y fusionan con los sonidos del ambiente, sin más instrumentos que algunos mínimos de percusión, los electrónicos creados por computador y su grave voz desnuda.
UNA SONORA EXPOSICIÓN
Las dos actuaciones -la del martes y miércoles en el Teatro Colón- de la cantante, que desde hace unos años se rodea de SoundWalk Collective, compuesto por los artistas Stephan Crasneanscki y Simone Merli, estarán acompañadas de la muestra “Correspondences”, una instalación en el Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella.
Esta muestra se estrena a nivel mundial en Colombia y estará disponible en este centro hasta el 4 de octubre. Se trata de un arduo trabajo de investigación y exploración sonora que indaga en el trabajo de poetas como el francés Arthur Rimbaud o cineastas como el italiano Pier Paolo Pasolini y de “revolucionarios” que honran “la memoria de eventos extraordinarios que han ocurrido alrededor del mundo”.
“Correspondences” gira en torno al sonido y su experimentación; en torno a Patti Smith y su poesía. Todo rodeado de dibujos, esbozos, fotografías que invocan una experiencia audiovisual completa.
Además la creación que trae la estadounidense y el colectivo de arte es el grito herido de la cantante a favor de la acción climática, del medioambiente y contra una crisis que amenaza con acabar con todo lo que nos rodea.
Y los constantes ruidos atronadores, sirenas y pitidos, los tambores quasi apocalíticos y su canto casi llanto dan cuenta de ello: “Yo soy la naturaleza”, repite con los brazos abiertos antes de que repiquen las campanas y el público estalle en aplausos. EFE
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