Los laberínticos pasillos del Palacio de Hacienda, donde transitan diariamente los principales funcionarios de distintas áreas clave del equipo económico, estaban ayer más vacíos y silenciosos que lo habitual. Algo esperable: el bullicio estuvo enteramente concentrado en el área reservada para la jefatura del ministerio. El día después de la jura de Silvina Batakis incluyó una maratón de reuniones con su nuevo equipo y con los hombres y mujeres que trabajaron con Martín Guzmán para ordenar el traspaso de mando.
Ya desde la mañana temprano, cuando Batakis llegó al Ministerio de Economía en su primer día como jefa del equipo económico, el desfile de funcionarios en un puñado de pasillos fue casi incesante. Fueron vistos desde las primeras horas los ex secretarios de Política Económica y de Hacienda, Fernando Morra y Raúl Rigo, que formaron parte de los encuentros de transición con el plantel que armará Batakis a su alrededor.
En algunos despachos casi no quedaba nada: los escritorios vacíos, en alguna subsecretaría todavía con cajas de cartón con pertenencias de funcionarios salientes, los sillones fríos, las puertas abiertas. Casi todos los funcionarios que respondían a Guzmán presentaron junto con él su renuncia e iniciaron pocas horas el trabajo de contacto con el equipo de Batakis, que por ahora no fue designado de manera oficial.
Morra, Rigo y otros funcionarios de Guzmán como Roberto Arias, ya casi entrada la noche, fatigaban todavía reuniones para coordinar el trabajo en áreas decisivas como las cuentas públicas, el Presupuesto 2023 que Guzmán ya había empezado a conversar con el FMI y el mercado de deuda en pesos.
El recambio de nombres en el Ministerio de Economía fue lento, algunos funcionarios de tercera y cuarta línea todavía no sabían tres días después de la renuncia de Guzmán si seguirían en sus puestos con la llegada de Batakis. Otros cambios fueron más inmediatos: en el enorme cartel negro oficial del tercer piso que nombra a los funcionarios de más alto rango del edificio ya se lee Silvina Aída Batakis.
Más allá de la avalancha de renuncias que siguieron a la de Guzmán, un secretario de Estado todavía permanecía hasta entrada la tarde firme en su despacho. Es el secretario de Energía Darío Martínez, uno de los adversarios que tuvo Guzmán durante su paso por el Palacio de Hacienda, que esperaba en su oficina del sexto piso alguna definición sobre su futuro.
Batakis dio a entender este lunes que armaría su propio equipo para ese área y que continuaría la segmentación de tarifas que tuvo en Energía un dique de resistencia. Un piso más arriba seguía su rutina normal Federico Basualdo, subsecretario de Energía Eléctrica y, quizás, la némesis más grande que tuvo Guzmán en el gabinete y quien fue la cara visible de la resistencia a la política de subsidios que intentó llevar adelante el ex ministro.
La nueva ministra de Economía planteó en las últimas horas algunos de los ejes de gestión que espera poder desplegar en los próximos días. El primer breve discurso de Batakis como ministra apuntó al mercado: mencionó en tres ocasiones la necesidad de un mayor equilibrio fiscal y también sobre la continuidad del programa firmado con el FMI, la necesidad de mayores exportaciones, de crear puestos de trabajo y de “revalorizar la moneda”.
Horas más tarde planteó que el tipo de cambio se encuentra en un nivel competitivo, lo que hace indicar que no buscaría una corrección devaluatoria del dólar oficial para acortar la brecha cambiaria. También planteó que avanzará rápidamente con la segmentación de tarifas para disminuir los subsidios y relativizó el peso de los controles de precios como medida para frenar la inflación, un recurso más asociado al kirchnerismo.
Otra declaración de principios que hizo Batakis y que puede leerse en clave del debate de fondo que atraviesa el Frente de Todos tiene que ver con la disyuntiva entre priorizar el crecimiento o la distribución del ingreso. En su primera aparición televisiva, Batakis comentó: “Primero hay que engrandecer la riqueza para luego pensar en redistribuirla”. Un diagnóstico que no compartiría, seguramente, parte del elenco económico más cercano a la vicepresidenta Cristina Kirchner.
Hay temas de gestión urgentes que le sobrevendrán a la nueva ministra en la próximas horas: esta semana se espera un pago de intereses a bonistas que ingresaron a la reestructuración de 2020 de Guzmán por unos USD 690 millones y otros USD 1.300 millones que le pagará al Fondo Monetario Internacional, lo que implicará un doble golpe a la reservas del Banco Central.
El presidente de esa entidad, Miguel Pesce, aparece como un aliado a Batakis, lo que responde a la necesidad de coordinación de acciones entre el BCRA y Economía en el mercado financiero y en la política de tasas de interés. Ese trabajo conjunto había quedado oxidado durante la última parte del mandato de Guzmán, más allá de roces anteriores que habían sucedido entre el Palacio de Hacienda y Reconquista 266. Pesce propuso el nombre de Batakis para el gabinete y sostuvo reuniones y diálogo a lo largo de todo el lunes y martes. El lunes por la noche también se sumó el ministro de Desarrollo Productivo Daniel Scioli.
Son días particulares para la nueva ministra, con una rutina mucho más amplia y extenuante por el tamaño de la responsabilidad que asumió y el peso de la coyuntura, mientras intenta hacerse, como primera medida, del tablero completo de decisiones. El lunes, cerca de la 22, la única luz encendida en todo el Palacio de Hacienda era la de su despacho. Y el martes transcurrió con breves paréntesis entre reunión y reunión, quizás con alguna chance de mirar -al menos de reojo- el partido de Boca Juniors, una debilidad de la nueva ministra.
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