Una vez por año el predio que rodea la Basílica de Luján se convierte en un océano de feligreses. Cada año, los creyentes llegan a la Iglesia y tapan, literalmente, su plaza.
Hace 50 años existe también otro fenómeno que ha ido creciendo tanto en magnitud como en gravedad: el de la inundación. No tiene la misma recurrencia que la de los feligreses pero cada tanto aparece.
Y cada vez con una furia mayor. Tanta, que a veces ha tapado las mismísimas escalinatas de la Basílica. Los vecinos, atormentados, solo atinan a rogar por sus vidas y pertenencias y a mirar como los noticieros, en esos días, muestran las cruentas imágenes a todo el país.

Se trata de un desastre natural que se explica por una cantidad notable de causas. Caótica y especulativa urbanización, relleno de humedales y construcción de canales clandestinos. El río Lujan se fue reduciendo hasta convertirse en un hilo de agua.
El problema radica en que la naturaleza tiene ciclos y suele cumplirlos. Y en una región húmeda como esa el agua suele venir cada tanto a tapar lo que le pertenece: su cauce natural.
En la inundación del año 2000 las aguas del río Luján llegaron a rozar los primeros escalones de la Basílica

Los científicos y estudiosos toman como dato, para ver la gravedad creciente de este fenómeno, hasta dónde llega el agua en la plaza de Luján. En el año 2000 llegó a rozar los primeros escalones de la Basílica. 12 años después las construcciones cercanas permanecieron varios días con niveles de agua de más de un metro de altura.
Aunque la urbanización se empeñe en negarlo, la naturaleza tiene una dinámica propia: los ríos de llanura como el Luján tienen una planicie o un valle de inundación muy grande ¿Qué es esta planicie? El espacio que queda a los costados y que el río “reserva” para aquellos momentos en los cuales hay mayor cantidad de lluvias en su naciente.
Por eso es un contrasentido tremendo que la urbanización y los edificios, en Luján, hayan llegado hasta el borde mismo del río cuando éste se encuentra en el momento de su bajante. Cuando el cauce crezca buscará su valle de inundación natural. Si en él hay iglesias, casas o edificios, el trabajo de fotógrafos y camarógrafos estará totalmente asegurado.

“Creemos que los trabajos de infraestructura no pueden traer la solución sino apenas una mitigación para que la afección sea un poco menor”, sostiene la ONG Inundados de Luján
Desde un avión, Sergio Frascaroli, miembro de la ONG Inundados de Luján, explica con mayor claridad por qué “las obras” que se hacen no logran solucionar el problema. “Creemos que los trabajos de infraestructura no pueden traer la solución sino apenas una mitigación para que la afección sea un poco menor” sostiene.
Desde esa altura puede verse también las diferencias entre un río de llanura -lleno de curvas y meandros- y un canal de desagüe, generalmente clandestino. Éstos suelen ser rectos y han sido diseñados (incluso los legales) para extraer agua muy rápido de los campos. Esta acción no solo no ha sido un buen remedio sino que ha transferido y acrecentado el problema a los centros urbanos.

Para Frascaroli la modificación en los regímenes de cultivo en esta región bonaerense también ha favorecido el incremento en las inundaciones. “El monocultivo y la siembra directa producen menor infiltración de agua en la superficie cultivada y esto hace que toda el agua que cae sobre el campo se desplaza hacia los arroyos más cercanos y todo esto, más el agua de los canales clandestinos, termina después, como un embudo, en el río y en la ciudad de Luján”, sostiene.
Vecinos denuncian que la construcción de barrios cerrados se está haciendo a fuerza de rellenar cauce natural del río Luján, lo que provoca las inundaciones
Otro gran protagonista de la fatalidad fue sin dudas el boom inmobiliario. Adriana Anzolín, que también integra la ONG Inundados de Luján, cuenta que la construcción de barrios cerrados se está haciendo a fuerza de rellenar cauce natural del río Luján. “Hay un barrio que ha rellenado 600 hectáreas de humedal y para protegerse del río construyeron un terraplén de dos metros de altura”, afirma Anzolín.

Surge inmediatamente una pregunta: ¿De dónde sale la tierra para elevar la altura del barrio y construir esa pared? De los terrenos de una laguna cercana. “De esta manera se rompieron pastizales y humedales que son las esponjas naturales del planeta ya que filtran y protegen los acuíferos. Así que ahora también hay riesgo de que se contaminen las napas de donde nosotros extraemos el agua que bebemos”, enfatiza la referente local.
No caben dudas, estamos ante un verdadero desquicio ecológico. Cada funcionario cree que la lluvia que le toca es la peor. Y siempre repiten: “Vamos a hacer las obras que hagan falta para resolver el problema de las inundaciones”.
Los rellenos que se hacen para construir dañan los pastizales y humedales que son las esponjas naturales del planeta ya que filtran y protegen los acuíferos

No saben -o no dicen- que hay un problema: esa obra no existe ni existirá. Lo que se puede hacer, en todo caso, es crear dispositivos que permitan remedar aquello que se fue dañando a lo largo del tiempo. Y esto es el equilibrio entre la sociedad y el ambiente.
En Luján existía un ecosistema con esas características. La cuenca del río actuaba en armonía. Luego la codicia del mercado, la especulación inmobiliaria y la avidez agropecuaria lo rompieron.
Y ya no se puede solucionar con un caño más. Lo que hay que hacer cuanto antes es poner freno a la avaricia y pensar cómo se puede recuperar el equilibrio perdido.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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