“Papá, se nos quema la casa”: el dramático relato de un productor correntino que perdió 700 hectáreas por el fuego

incendios
Los incendios en Corrientes ya afectaron a más de 500 mil hectáreas.

Las provincias del Litoral argentino están viviendo uno de los peores momentos de su historia. La sequía extrema que vive la región, en combinación con feroces incendios que van consumiendo todo a medida que avanzan pusieron en jaque a la producción, en especial a la de Corrientes, que con más de 500.000 hectáreas consumidas por el fuego y pérdidas que ya superan los $25.000 millones.

Pero esta situación catastrófica, como definieron los productores y los dirigentes de las entidades rurales provinciales y nacionales, también surgen historias que merecen ser contadas, porque no solo plantean un panorama de pérdidas, desesperación y tristeza por lo cruda realidad que los agricultores y ganaderos están viviendo en la zona, sino que también resalta el ímpetu, la bravura y la solidaridad con la que hacen frente al problema, descartando la posibilidad de entregarse a la derrota.

Tal es el caso y la historia del productor correntino Ricardo Mathó Meabe, más conocido por todos como “Caio”, quien sufrió diversos incendios en los cuatro campos que trabaja, que, en algunos casos, llegan a estar a 100 kilómetros de distancia entre uno y otro, lo que habla de la magnitud y la expansión de los incendios. Con 57 años y nacido en el campo cerca de la localidad de Mariano Loza, es la séptima generación familiar de ganaderos, comentó a Infobae lo que le tocó vivir y cuál es la lucha que se plantea día a día para evitar que el fuego arrase con todo.

“Estaba en Buenos Aires por un problema de salud de un hijo mío y me llama mi hija mayor diciéndome que el campo se estaba prendiendo fuego”

“El 11 de enero estaba en Buenos Aires por un problema de salud de un hijo mío y me llama mi hija mayor diciéndome que el campo se estaba prendiendo fuego. Ella tiene 20 años y es la primera vez que le tocó vivir algo así y me decía ‘papá se nos quema la casa, el fuego avanza muy rápido’”. Así comenzó su dramático relato Mathó Meabe, que si bien la casa pudo ser salvada del fuego, no así 700 hectáreas y 20.000 metros de alambre valuados en 20 millones de pesos.

Según Caio, ni bien comenzaron los incendios en la provincia pudo percibir la gravedad de lo que se avecinaba y que si no llovía, era casi imposible que la situación se aliviara. Por eso, ante tamaño panorama por delante, los productores de la zona tuvieron que mutar en bomberos y hacerse de las herramientas necesarias para hacerle frente a las llamas en los campos, ya sean propios o ajenos, en un acto de solidaridad y de autopreservación.

Corrientes
Ricardo Mathó Meabe, alias “Caio”.

“De ahí en más, nos hemos dedicado a apagar campos. Todo el día lo único que hacemos es mirar el cielo para ver dónde hay un humito para intentar apagarlo”, sintetizó el productor, que gracias a los esfuerzos propios y de los trabajadores, solo se incendió el 30% de sus explotaciones, aunque aseveró que “productivamente tuvimos daños incalculables”, básicamente, por el estrés calórico que vivieron los animales que pueden traer consigo problemas reproductivos, como así también por la mezcla de la hacienda con animales de otros campos, debido a la falta de alambrados.

No caerse

Por supuesto que esta situación podría doblegar a cualquier persona, ya que los incendios, como sostuvo Mathó Meabe, son un problema “de nunca acabar” en la actualidad. No obstante, Caio afirma que “lo principal que debemos hacer es no caernos, no bajar la moral y el espíritu. Estos campos no son fáciles, estamos acostumbrados a perseverar, a insistir y seguir adelante a pesar de todo lo que tenemos en contra”.

Pero si bien afirma que los productores deben ir en busca de ese espíritu para no flaquear en su lucha, entiende que la única manera de salir de este problema es con lluvias, que lamentablemente los pronósticos para los próximos días ven poco probables, y también vendiendo hacienda por el simple hecho de que no tienen pastos para alimentarlas, lo cual “para un productor de cría vender sus vacas que las viene seleccionando por fertilidad es muy difícil”.

Corrientes
Caio junto a su amigo Raúl Etchebehere, Vicepresidente segundo de la Sociedad Rural Argentina, con quien comparte la pasión por los caballos criollos.

Sin embargo, más allá de esto, Mathó Meabe considera necesario que el Estado brinde nuevas herramientas que ayuden al productor a encontrar una salida menos escabrosa de esta situación y evitar así desaparecer del plano productivo. Por ejemplo, en lo que respecta a la venta forzosa de ganado. “Lo que les pedimos es que no nos apliquen el Impuesto a las Ganancias sobre esa venta forzosa que tenemos que hacer, para posteriormente ahorrar de alguna manera y comprar todos los vientres que vamos a vender”, explicó.

Por último, el productor pidió líneas de crédito especiales para su situación que sean realmente pagables, ya que, según remarcó Caio, los préstamos disponibles poseen una tasa de interés de hasta el 43%, lo que consideró “un salvavidas de plomo”. Es por esto que subrayó que principalmente el Estado nacional “tiene que ver la dificultad de toda la gente que vivimos pagando impuestos. Sería bueno que nos den una ayuda para poder seguir adelante, porque si no no sé a quién le van a cobrar impuestos, porque la gente se va a fundir toda”.

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