Juliana Leao-Coelho
Madrid, 13 may. La fotógrafa italiana afincada en Uruguay Paola Marzotto, una activista en la defensa de “lo divino que hay en la naturaleza”, advierte sobre el cambio climático: “Somos todos pecadores, no lo vimos llegar”.
“No soy una científica. Mi misión es más la de mostrar la belleza que se está perdiendo”, explica en una entrevista con EFE tras inaugurar en Madrid su exposición “My Giverny”, de fotos de nenúfares que cambian con las estaciones, en la que habla además de recientes trabajos en Argentina.
“Es una búsqueda de tipo contemplativo. No pretendo copiar ni ser como Monet porque él no tiene parangón. Pero nombré así esta exposición porque en mi cabeza era ´Mi Giverny´, el jardín de Monet, donde él se sentaba ante un estanque”, comenta.
“Es el mismo tipo de contemplación, pero en lugar de usar un pincel y mucho tiempo de dedicación, uso una cámara”, explica Marzotto, de familia aristocrática y que se hizo más conocida tras la boda de su hija Beatrice Borromeo con un hijo de Carolina de Mónaco.
Cuando vino la pandemia “mucha gente que vivía en el campo, como yo, empezó a mirar la naturaleza más profundamente. Un día desde mi ventana vi una luz increíble, agarré la cámara y empecé a sacar fotos”.
“Lo que quiero es que el ojo del espectador lo vea como yo, de una forma muy profunda, conectada, inmersiva”, indica sobre la secuencia retratada durante más de año y medio mientras pasaba la pandemia en Punta del Este (Uruguay), donde vive desde hace veinte años.
“Soy de la provincia de Venecia pero he decidido que Latinoamérica es el continente que me encanta más”, confiesa.
Tiene “tanta belleza, también cosas muy duras pero esas están en todo el mundo. Creo mucho en ese continente”, añade la fotógrafa tras su segundo viaje a la Antártica.
“Vengo de estar tres semanas en el barco de la armada argentina, Almirante Irízar, haciendo el recorrido de todas las bases argentinas. Espero volver el año que viene”, agrega.
TODOS SOMOS PECADORES
“No retrato una playa con una botella de plástico”, de eso hay mucho y “creo que no sirve. La gente no escucha a los científicos, no quieren creer porque el cerebro tiene terror a darse cuenta de que realmente todo eso es grave”, opina.
“Todos quieren seguir haciendo su vida, están tan desconectados, como si no pasara nada. Lo que estoy haciendo es simplemente mostrar lo que estamos perdiendo. Sobre todo, intentando comunicar el peligro que supone para los seres humanos”, subraya.
Porque la naturaleza “siempre le da la vuelta, un día o el otro. Pero los que vamos a perder somos nosotros, no podemos vivir sin plantas y estamos quemando todo”, según Marzotto.
“Somos todos pecadores, no lo vimos llegar, es cierto. Cuando era pequeña no existía eso, ¿qué sabíamos de lo que supone tirar un cigarrillo?”, pregunta. Hubo “una falta de educación social, civil, por parte de los estados”.
“No lo hemos visto venir y me siento muy culpable por eso. Intento en mi propio micromundo hacerlo no bien, que es imposible, pero hacerlo mejor. Consumir menos, no viajar inútilmente, es un sacrificio que podemos hacer para no contaminar”, señala.
A su juicio, “la gente no ve el elemento divino de la naturaleza. La miran como a una postal, dicen qué lindo, pero no le miran lo divino. Es eso lo que falta hacer”.
Entre sus proyectos, destaca El Jardín del Edén, iniciado en mayo en los parques de Buenos Aires, sobre “la magia de la vida, la perfección que hay en cada planta o árbol”, al alcance incluso en grandes ciudades.
“No soy ecologista, no vivo de esto. Lo hago porque me he asustado tanto que dije: eso que he entendido lo tengo que comunicar, porque yo también tenía los ojos cerrados”, concluye. EFE
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