Especial para Infobae de The New York Times.
(Trilobites)
Se ocultan en el cobertizo, en el sótano y en el armario que tuviste que haber limpiado. Su lustroso cuerpo negro tiene una cubierta color rubí y sus colmillos han perforado muchos pulgares desprevenidos. Las arañas viudas negras, como amenazas ocultas, no son agresivas (de hecho, para que ataquen es necesario apretarlas o estrujarlas), pero su veneno hace que sus piquetes sean dolorosísimos para los seres humanos y fatales para los animales pequeños, como los ratones.
Es difícil creer que algún animal querría comer un arácnido tan venenoso, pero en California y otros estados del oeste, la elgaria devora viudas negras como si fueran crujientes rosetas de maíz negras.
Esto cautivó a Chris Feldman, profesor de Biología en la Universidad de Nevada, campus Reno, quien leyó por primera vez acerca de las lagartijas que comían viudas negras cuando era estudiante de posgrado. Pese a que el veneno de las viudas negras es inofensivo cuando se ingiere, lo más probable es que piquen a las lagartijas cuando estas las someten. ¿Es que se han vuelto inmunes?
En un artículo publicado en Royal Society Open Science, Feldman y sus colegas trataron de responder esta pregunta por medio de experimentos en los que participaban tres especies de lagartijas en una pequeña pista de carreras. Sus resultados revelan que a través de una larga historia de convivencia con las arañas, las elgarias han desarrollado una extraordinaria capacidad de sobreponerse al veneno de las viudas negras.
Las lagartijas son vecinas de estas arañas en los entornos cálidos donde crecen en el oeste de Estados Unidos. Según Feldman, las viudas negras comen incluso lagartijas pequeñas, las cuales pueden quedar atrapadas en su telaraña. Con el propósito de ver si las diferentes especies han desarrollado algún tipo de defensa, Feldman, Vicki Thill, una estudiante de posgrado, y sus colaboradores llevaron al laboratorio elgarias y lagartijas occidentales de cerca (las cuales comen viudas negras) y utas, las cuales las viudas negras se comen, según se sabe desde hace mucho tiempo. Ahí, inyectaron a las lagartijas con el veneno de las viudas negras y las hicieron correr a lo largo de una pequeña pista para ver si el veneno afectaba su velocidad.
La uta sí redujo la velocidad y dio muestras de que el veneno estaba teniendo cierto efecto, pero a pesar de que algunas de ellas habían recibido la suficiente cantidad de veneno como para matar a cinco ratones, ni en las elgarias ni en las lagartijas occidentales de cerca se vio ningún cambio.
“Estaban casi intactas”, señaló Mike Teglas, también profesor en el campus de Reno y coautor del artículo. “Estábamos muy emocionados”.
Posteriormente, los investigadores analizaron el tejido muscular de las patas de las lagartijas. En los mamíferos, el veneno de la viuda negra mata las células musculares y deja una estela de daños que se propaga alrededor de la picadura. Las lagartijas occidentales de cerca y las utas presentaron algunas señales de inflamación y daño muscular, pero en las elgarias, el músculo se veía totalmente intacto. Parecía como si nunca les hubiesen inyectado el veneno.
Eso indica que las elgarias han desarrollado una manera rápida de defenderse del veneno de la viuda negra.
“Yo supongo que tal vez las elgarias tengan algo que circula en el suero —en la sangre— que funciona de inmediato”, comentó Feldman, lo cual querría decir que algún compuesto estaría neutralizando o eliminando el veneno antes de que cause algún daño.
Feldman menciona que las serpientes reales de California, las cuales de vez en cuando comen serpientes de cascabel, han desarrollado una defensa similar.
“Tienen en la sangre unas proteínas gigantes que se unen a las proteínas del veneno de la serpiente de cascabel y las inutilizan”, explicó.
Nuevos experimentos aún no publicados que utilizan otras especies de lagartijas revelaron que cualesquiera que fueran las defensas que posee la elgaria, esto es producto de su larga convivencia con las arañas, ya que muchas especies que no se alimentan de viudas negras resultaron mucho más susceptibles al veneno de estos insectos.
El análisis sobre la manera precisa en que la elgaria logra esta hazaña tal vez tenga que esperar hasta que su genoma sea secuenciado, cosa que facilitará ver qué es lo que ella tiene que las especies relacionadas no poseen. Mientras tanto, Feldman se pregunta si más estudios acerca de la cantidad de arañas que come esta lagartija en su hábitat ayudarían a conocer el origen de esta cualidad.
Feldman comentó que le interesó estudiar los gustos de las elgarias después de leer una carta escrita en 1937 por un herpetólogo para la revista Science. Esta persona estaba respondiendo a un plan que se proponía para controlar la población de viudas negras en el sur de California introduciendo sapos de caña, pero sugería que una mejor opción eran las elgarias de la zona.
Lo que no se entendía muy bien en ese momento era que estos sapos son una especie voraz e invasiva, además de venenosa, que ha diezmado ecosistemas donde fue introducida en el siglo XX para ayudar a controlar poblaciones de insectos.
Por fortuna, California logró evitar esa calamidad concreta. Las elgarias y sus presas conviven como lo han hecho desde tiempos inmemoriales.
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