Por Graciela Gioberchio
El bidet, el invento francés que los argentinos usamos al revés –porque los entendidos dicen que el modo correcto es mirando hacia la pared, con las canillas de frente– ya no será necesario que aparezca en los planos de los desarrolladores inmobiliarios porteños. Tampoco las bañeras, artefactos poco amigables de un entorno accesible en el baño. Y en línea con el ritmo de vida actual y la tendencia minimalista mundial –fundamentan unos– o con las necesidades que impone el negocio inmobiliario –argumentan otros– los monoambientes pasarán a ser microambientes: en apenas 18 metros cuadrados (m2) entrarán dormitorio, estar-comedor y cocina, y se sumará el baño de no menos de 2,50 m2.
Como sucedió en la mayoría de los países del mundo, en la ciudad de Buenos Aires el bidet podría caer en desuso. Lo mismo podría ocurrir con la clásica bañera, que justificadamente no tiene lugar en los hogares con personas mayores o con discapacidad. Ahora, el Nuevo Código de Edificación, que el 6 de septiembre pasado recibió la aprobación inicial en la Legislatura porteña, elimina la obligatoriedad de incluirlos en los baños de las viviendas.
Todos estos cambios se inscriben en una de las líneas rectoras del nuevo código: que las futuras viviendas sean más chicas. Es que los baños y todos los ambientes podrán tener menores dimensiones. El debate por el espacio del hábitat está abierto, con argumentos a favor y en contra que vecinos, desarrolladores, académicos, arquitectos y urbanistas expondrán el 5 de noviembre en la audiencia pública. Luego será el turno de la segunda lectura de la Legislatura, donde el oficialismo cuenta con los votos para aprobarlo.
Curiosidades de un clásico argentino
Con esta nueva normativa es probable que los porteños comiencen a despedirse de un artefacto que se remonta a la Europa del siglo XVIII. La versión más generalizada de la historia del bidet afirma que fue creado en Francia. Se ubicaban en los dormitorios para que estuvieran a mano para higienizarse antes y después de tener relaciones sexuales. Con el tiempo, comenzaron a instalarlos en los baños. Hacia fines de la Segunda Guerra Mundial fue considerado un elemento clave para la salud pública y había uno en cada hogar de Francia.
Los primeros bidets eran móviles: tenían un armazón de madera con respaldo y una tapa que ocultaba una palangana de loza decorada. Le siguieron otros con un depósito de agua y una bomba manual que lanzaba una lluvia ascendente. Luego se perfeccionaron con la aparición de las redes de agua corriente y de desagües cloacales.
Hacia 1880 llegó a nuestro país. Los argentinos que iban a París lo conocieron, lo trajeron y se convirtió en el cuarto artefacto imprescindible en cada baño, junto con el lavatorio, el inodoro y la bañera. Curiosamente, hoy en muchos países europeos se lo considera “antihigiénico” o un artículo de lujo. Es poco común encontrar bidets, ni siquiera en los hoteles de categoría 5 estrellas. En algunos, son reemplazados por elementos similares a un duchador, o por implementos que se colocan en el inodoro.
Las leyes que le dan forma a la Ciudad
En los últimos dos años, los legisladores porteños avanzaron en la discusión con distintos sectores acerca de la reforma de dos códigos, el de Edificación (CE) y el de Planeamiento Urbano (CU): son las normas que dan forma a la Ciudad. Mesas de trabajo y comisiones de debates formaron parte de un proceso participativo con varias instancias de diálogo. Dicen los legisladores que hasta llegar al proyecto actual hubo 12 versiones.
El CU establece dónde, cuánto y con qué criterios se debe construir y data de 1977. La nueva propuesta cambiará el negocio inmobiliario en la Ciudad porque habrá reubicación de usos y capacidad construible y cambios en las alturas de los edificios: un máximo de doce pisos para los nuevos desarrollos en avenidas principales y las grandes torres se podrán seguir construyendo en áreas como Puerto Madero y Retiro, entre otras.
En tanto, el CE estipula qué condiciones deben tener las edificaciones puertas adentro, es decir cómo y con qué materiales se tienen que construir; entró en vigencia en 1943. El nuevo código plantea muchos cambios, además de los micro-departamentos y de la opción del bidet y la bañera, como la promoción de la iluminación LED, la eliminación de la obligatoriedad de la vivienda del encargado que será reemplazada por un vestuario y la reducción del tamaño de la sala de máquinas por las nuevas tecnologías en ascensores, entre otras novedades.
Micro-departamentos y nuevos modos de vida
“Los códigos de Planeamiento Urbano y de Edificación son dos normas que estaban muy desactualizadas y requerían un cambio dinámico para acompañar lo que ya sucede en Buenos Aires: busca reconocer los nuevos modos de vida de la gente y redistribuye el espacio habitable para su optimización y eficiencia”, dijo a Infobae Victoria Roldán Mendez, diputada del bloque Vamos Juntos (VJ) en la Legislatura porteña y presidenta de la Comisión de Planeamiento Urbano.
En los últimos años, en Buenos Aires comenzaron a construirse edificios enteros con micro-departamentos de 18 m2. Pero como el código actual no lo permite, están habilitados como estudios profesionales y no como viviendas. En algunos casos vienen equipados con muebles empotrados, diseñados a medida y funcionales. Son edificios con espacios comunes como un lugar de cocina-bar para el que quiere juntarse con amigos, zonas con wifi, lavadero, solarium, parrillas y jacuzzi.
“Ahora el CE se aggiornó a las tendencias que tienen lugar en las grandes ciudades del mundo, como Barcelona, Berlín, Tokio o Nueva York”, apuntó Roldán Mendez. “En ese sentido, se bajaron las medidas mínimas en sintonía con el tipo de construcción que necesita el mercado para facilitar el acceso de la primera vivienda a la franja de los jóvenes”, señaló.
En Buenos Aires es creciente el número de gente que vive sola y que está fuera de su casa la mayor parte del día. De acuerdo con datos de la Dirección de Estadísticas y Censos del Gobierno de la Ciudad, el 35% de los porteños vive solo, y en los barrios del norte el promedio de integrantes por hogar es de apenas dos personas. Y alrededor de seis de cada diez hogares son familiares, mientras que el 42,3% no lo son. Se suma que los costos de las propiedades son elevados, aumentaron más con la devaluación del peso y no hay créditos accesibles de tantos años.
Argumentos a favor y en contra
Cuando el nuevo Código de Edificación entre en vigencia se podrán construir viviendas con una superficie mínima de 18 m2 y un baño que puede tener entre 2,50 y 3 m2: en total 20,50 a 21 m2. La norma vigente establece que no puede tener menos de 27 m2, sin contar el baño.
“La reducción de la superficie de los monoambientes es una gran idea. Es una tendencia global en las grandes ciudades del mundo”, dijo a Infobae el presidente de la Cámara Empresaria de Desarrolladores Urbanos (CEDU), Damián Tabakman. Y agregó: “Es lo que buscan hoy en día las nuevas generaciones de jóvenes: unidades pequeñas en edificios ubicados en los centros urbanos, con espacios comunes diseñados para ese target”.
“El código viejo estaba pensado para un formato familiar que cambió“, señaló Tabakman al tiempo que también se manifestó a favor de la reducción de la superficie de los ambientes de los departamentos en general bajo el argumento de la tendencia mundial. “Igual, los desarrolladores pueden hacerlos más grandes”, concedió.
“Entiendo que los micro-departamentos están dirigidos a un determinado target, que en la Ciudad hay un crecimiento de los hogares unipersonales, pero estoy en contra de que los ambientes sean chicos. Esta norma atrasa 40 años porque deja de lado las medidas mínimas dispuestas por las normas de habitabilidad aprobadas en 1979. Por ejemplo, se va a permitir que el dormitorio principal tenga 7,50 m2, en lugar de 10 m2, con un lado mínimo de 2,50 m, incluido el placard”, cuestionó la arquitecta Magdalena Eggers, especialista en normativa e integrante de la comisión de asesores que elaboró sugerencias e iniciativas para el nuevo código.
En diálogo con Infobae, la integrante de la Comisión de Arquitectura del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU) criticó que muchas de las exigencias del código quedan relegadas al criterio de la autoridad de aplicación, “con lo que se profundiza la falta de normas claras que afiancen la actividad”. Y lamentó que en la oportunidad histórica de modificarlo “se piense más en los desarrolladores inmobiliarios que en los usuarios“.
Por su parte, la arquitecta Silvia Coriat, secretaria de la Fundación Rumbos que impulsa el desarrollo de hábitats inclusivos, advirtió que “todo tiende a achicar el espacio del hábitat porque buscan exprimir los terrenos para construir la mayor cantidad de departamentos y hacer más rentables los edificios”.
“Nosotros planteamos que el ambiente mínimo digno no puede ser inferior a 20 m2 más baño, cocina y placard. En total: 26 m2 más balcón. Es el espacio mínimo calculado incluso para una pareja en la que uno o ambos use silla de ruedas”, explicó a Infobae. “Con el aumento de la expectativa de la vida de la población –subrayó– debe tenerse en cuenta que todos vamos a ser personas mayores y nadie está libre de requerir asistencia o sufrir una discapacidad. En la audiencia pública vamos a exponer todo esto porque creemos que, aunque la suerte de este código ya está echada, los legisladores deben escuchar nuestros argumentos en un espacio de crítica constructiva”.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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