Medvedev frustra la remontada de Alcaraz y jugará la final del US Open

El campeón ha caído. Empapado en sudor por las altas temperaturas y extenuado por el gran esfuerzo físico realizado, Alcaraz tuvo que despedirse del US Open. La pista que hace un año le encumbró como el número uno más joven de la historia, le ha despedido con honores por su desempeño. Daniil Medvedev será el rival de Djokovic en la final del domingo tras superar en un partidazo al que todavía sigue siendo número uno del mundo por 6-7, 1-6, 6-3 y 3-6. El campeón perdió su corona en un escenario fetiche para él.

Había salido victorioso en 24 de sus 25 partidos disputados en el US Open y contaba por victoria los últimos 12 enfrentamientos. La secuencia paró ahí. Al igual que sus triunfos en Grand Slam. Alcaraz se queda a un solo partido de igualar el mejor arranque en la historia de los grandes torneos tras 50 encuentros disputado. El récord, establecido en 42 victorias y 8 derrotas, seguirá en manos de John McEnroe. Carlitos pará su contador con un 41-9. La pista que el año pasado vio como Alcaraz ascendía por primera vez al número uno del ranking mundial, ve ahora la pérdida de su trono. A partir del próximo lunes, Djokovic volverá a lo alto de la clasificación.

El serbio se enfrentará a Medvedev, quien se cruzó en el camino de Alcaraz e impidió la final que todos deseaban. Lo hizo con una actuación memorable jugando desde el fondo de la pista. Tenía claros los pasos a seguir para superar a Carlitos desde que fue conocedor del duelo. “Tengo que jugarle a la línea, a la línea. Es la única forma de ganarle. Hay que estar en un 11 sobre 10, él es muy fuerte”, aseguraba un Medvedev que estuvo de 12.

Quien avisa no es traidor. Anticipó su forma de jugar y fue fiel a ella en un partido memorable para el ruso. Le salía todo. Ajustaba tanto las bolas a la parte exterior de la línea que Carlos, por más que se empeñaba, no llegaba a ellas. Medvedev había aprendido la lección de Indian Wells y Wimbledon, donde el murciano le superó, y siempre imprimía una marcha más a su golpeo. De igual forma, tomaba más riesgos con el saque. Cometió seis dobles faltas en el primer set, pero el fin justificaba los medios. Se adjudicó la primera manga en el tie break y jugar con el resultado a favor le dio un soplo de aire fresco.

Alcaraz, que solo había cedido un set en todo el torneo, se vio por primera vez por detrás en el marcador. Ese momento de zozobra y confusión, lo aprovechó Medvedev para romper el servicio del español en el segundo set. Durante 37 minutos dio la impresión de que no podía fallar. De hecho, en ese tiempo solo cometió tres errores no forzados. Su servicio y su derecha eran sus principales armas. A ellas se aferró para propiciar un demoledor 6-1 y encarar la tercera manga con cierta tranquilidad. Toda la que se puede tomar uno que se enfrenta al vigente campeón del torneo.

El vestuario mágico

Alcaraz, sin soluciones y apabullado por el nivel superlativo del ruso, se acercó a la zona donde estaba ubicado su equipo en busca de consejo. Encontró el de su entrenador, Juan Carlos Ferrero, quien le insistió en continuar su tipo de juego. “Rallies largos” le pedía, a lo que Carlos Alcaraz respondió: “Llevo un set y medio dejándosela a huevo, para qué seguir así”. El ruso se mostraba como una roca. Le salía todo y Alcaraz no sabía como pararlo.

Tras perder el segundo set, se fue al vestuario para reencontrarse consigo mismo y de paso frenar el ritmo del ruso. Y regresó a la pista siendo otro. De pronto, Alcaraz acertaba lo que antes fallaba y Medvedev fallaba lo que antes acertaba. Los papeles se habían intercambiado. Parecía como si nada hubiese pasado y el encuentro comenzara de nuevo. También era complicado que el imperturbable Medvedev mantuviera el nivel tan alto. El español olió sangre y atacó cuando pudo. Le rompió el servicio y se apuntó la tercera manga. Había partido.

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