El presidente de San Lorenzo y candidato a jefe de Gobierno del Frente de Todos está en pleno modo campaña. Sale de una nota y entra en otra. Por la mañana se reunió con empresarios, a la tarde con una asociación de inquilinos.
La mesa de su escritorio, en la oficina de su distribuidora de vinos en Boedo, tiene varias montañas de papeles. Sobre una se ve la carátula “Temas de ciudad”. “Igual siempre fue un quilombo”, se ríe. Sobre un costado, apoyados en el piso, están los cuadros con los títulos del Nacional Buenos Aires y la UBA, como si estuviera recién mudado.
Matías Lammens mira obsesivamente la pantalla del celular. “¿Política o San Lorenzo?”, consulta Infobae. “No, San Lorenzo. Ojalá fuera política”, contesta expresando fastidio pero con una sonrisa.
La tarea que tiene por delante no es fácil. Sin contar con un espacio propio ni experiencia partidaria, debe liderar una coalición política que incluye al kirchnerismo y al PJ porteño para derrotar al macrismo en su bastión electoral. Hasta el momento, asegura que sus encuestas le dan un 29% de intención de voto y se entusiasma con el ballotage.
-Elogiaste varias veces al socialismo santafesino y a Roberto Lavagna, ¿por qué no se llegó a una acuerdo para que representes a ese espacio?
-Lo que pasó fue que no creció la propuesta electoral, por múltiples errores de todos. Lo que sí creo es que mantenemos una línea de coherencia en la cual desde hace meses decíamos que había que salir de la grieta. Yo estoy convencido de que el corrimiento de Cristina Kirchner y el nombramiento de Alberto Fernández contribuye mucho a desengrietar.
-¿A Lavagna le faltó muñeca política? ¿Te decepcionó?
-No me decepcionó. Es un tipo que ha sido muy valioso en la historia del país y al que seguramente se lo va a necesitar, porque el nivel de deuda que va a dejar este gobierno es altísimo. Hay vencimientos el año que viene que sí o sí va a haber que renegociar y la expertise de Roberto puede ser muy importante. Ahora, ¿por qué no creció? Por múltiples razones, también es innegable que Roberto es economista y por ahí no tuvo el “saber hacer” de construir un espacio político. También algo que es cierto es que en la sociedad no hizo que eso creciera, porque permanentemente se estaba midiendo y no crecía. Por eso el gesto de armar en la ciudad un espacio muy plural, muy abierto -eso fue lo primero que hablé con Alberto- que incluyera al kirchnerismo pero también a voces distintas.
-Que no permita una identificación total con el kirchnerismo…
Claro, que lo incluyera. Yo veo que hay una preocupación muy marcada en los dirigentes del oficialismo en decir: “Matías tuvo una buena gestión en San Lorenzo, pero es kirchnerista”. Todos sabemos que no soy kirchnerista. Ellos lo saben porque hasta hace dos años me ofrecían ser candidato de su espacio. Lo saben también los periodistas que me trataban de antes de ser candidato. Yo intento tener una relación equilibrada con el kirchnerismo. Muchas cosas me gustaron y muchas no. Y la condición cuando hablé con Alberto fue poder decir que no.
-Cuando en algunas notas te preguntaron por los temas de corrupción, te pudiste desmarcar más fácilmente que otros dirigentes…
-Para mí la corrupción debilita el sistema democrático. Hay que ser durísimo en la condena pero también creo que la corrupción no tiene que ver con las identidades políticas sino con las personas.
-Dijiste que votaste a Lousteau en 2015 y tenés vínculos con el socialismo de Santa Fe, ¿cuál fue tu primer reacción cuando el día del cierre de alianzas te enteraste que Larreta había logrado sumar al radicalismo y al socialismo?
-Me parece que ellos tienen una laxitud ideológica que yo no tengo y de la cual me enorgullezco. Yo tengo algunos valores que no me impiden tener una buena relación, pero me hacen imposible participar del mismo proyecto. Yo eso no lo negocio. A mí me asombra que el Partido Socialista esté dentro de Cambiemos, me llama la atención. Y estoy seguro que el 99% de los socialistas no deben entender qué hace el Partido Socialista ahí. Creo que hay un problema con los políticos que viven de ser políticos. Eso para mí es un problema. No el oficio del político, sino del tipo que vive de la política y está dispuesto a ser muy laxo en sus convicciones en pos de seguir viviendo de la política. Yo no me quiero convertir nunca en eso.
-Alberto Fernández varias veces salió a aclarar que en caso de ganar él va a gobernar y no Cristina Kirchner o La Cámpora, ¿te sentís a veces en una situación similar?
-No lo necesito ni aclarar. Si gano, no hay ninguna duda de que voy a gobernar yo.
-Después de 12 años de gestión el macrismo mantiene niveles muy altos de aprobación, ¿qué explicación política le encontrás?
-Primero, ellos siempre han manejado muy bien el marketing. Lousteau tenían una frase muy buena en 2017, decía que ellos estaban más preocupados por hacer obras para mostrar que por hacer obras que le solucionen la vida a la gente. Además, hasta el 2015 gobernaron una ciudad donde la gente tenía el bolsillo lleno. Desde el 2015 para acá, es otra realidad. Hoy en la campaña se habla de otra cosa: hay 20% de pobres, hay 100 mil porteños que dejaron de pagar la obra social, o sea que van a ir al hospital público. Hay cosas que tienen que ver con la economía nacional de la cual el gobierno porteño fue cómplice y van a marca un ritmo diferente en la campaña. Dejaron abandonados a los porteños en una ciudad que tiene el presupuesto de una capital europea, que podría tener políticas anticíclicas y un proyecto de desarrollo económico. Hoy me junté con empresarios del sector del software y cuando uno los escucha se da cuenta de que la ciudad no piensa en cómo generar empleo o en cómo apoyar a las pymes. La semana pasada estuve en una fábrica textil en Soldati y era impresionante la capacidad instalada que tenía. Está trabajando al 30% y cuando fueron al gobierno porteño para ver qué podían hacer le dijeron que “por ahí esa no era una industria para la ciudad”. Yo tengo una visión diferente. Creo que hay que crear una agencia de ciencia y técnica que colabore con las pymes y el desarrollo industrial. Buenos Aires tiene el capital humano más extraordinario del país y eso hay que aprovecharlo.
-¿Al porteño le importan estas cosas?
-No tengo ninguna duda. El porteño es un tipo sensible al que le duelen algunas cosas. Lo de River fue conmovedor. Hay 7 mil personas durmiendo en la calle. La reacción del gobierno primero fue enojarse con River y con Juan Carr, cuando vieron que eso no medía, cambiaron y dijeron que ambos estuvieron bien. No tengo dudas que el porteño es un tipo solidario, al que le duelen las injusticias y le preocupa mucho la educación. En la educación hay problemas de todo tipo, de infraestructura y de calidad educativa. Ahí el sesgo ideológico es muy marcado, el año pasado quisieron cerrar escuelas nocturnas. Y tuvieron que retroceder.
-¿El discurso de mejor educación y salud públicas tiene llegada a los estratos medios y altos, a las comunas del norte de la ciudad?
-Hoy la crisis atraviesa a todas las clases sociales, excepto a una minoría muy privilegiada. Mucha gente con un buen salario tuvo que dejar de mandar a su hijo al colegio privado porque no lo pueden pagar. Y estos son datos estadísticos oficiales, no es lo que yo pienso. El Estado porteño los abandonó, porque debería haber tenido algún tipo de política anticíclica para que a los porteños no los dañe la crisis económica. La merma en las estadísticas de consumo tiene que ver con que la clase media dejó de consumir, y dejó de consumir porque no tiene plata en el bolsillo, porque le cuesta llegar a fin de mes.
-¿Se nota en tu rubro?
-Si, la actividad cayó muchísimo, en las grandes superficies y en los negocios de barrio. Los números de caída de consumo son de época de crisis. Esto atraviesa a todas las clases. El 70% de los porteños se considera de clase media y es la que más ha sufrido con este gobierno. Ha sido la más castigada.
-¿Le crees a las encuestas que muestran un repunte del gobierno gracias a las últimas semanas de estabilidad cambiaria?
-Yo creo que ellos son muy buenos instalando climas y son muy buenos para las elecciones. En eso se mueven muy bien, pero tampoco se puede tapar el sol con las manos. Ayer parecía que estaban festejando que la inflación de junio fue 2,7% y es altísima. El presidente dijo hace cuatro años que se solucionaba fácil. Yo veo que el tema económico, que ellos especialmente no quieren tocar porque sus estrategas les dicen que no hablen de economía, va a imperar en la campaña. Aún en una campaña como la de la ciudad de Buenos Aires.
-¿Hay que nacionalizar el discurso? ¿Tu discusión es más con Macri que con Larreta?
-Es que Macri es Larreta. Esto no es nacionalizar el discurso, es poner a la ciudad en otro plano. La ciudad tiene que tener una política de Estado, no municipalista. Lo puede hacer. La ciudad, por ejemplo, no tiene un plan de empleo, y en el sur el desempleo es del 17%, casi duplica la tasa nacional. Más que nacionalizar la campaña yo estoy hablando de lo que puede hacer la ciudad. Ellos están preocupados porque saben que los números de la economía no están bien, saben que la gente no la está pasando bien y que quieren votar esperanza. Hay muchas cosas que se hicieron bien en estos 12 años y hay que reconocerlas, pero muchas cosas fueron en detrimento. El presupuesto de educación pasó del 25% al 17%, perdió 8 puntos de participación en el presupuesto. Con Telerman fue el pico. Me parece que en una ciudad rica la discusión de fondo son las prioridades.
-La ciudad tiene muchos extranjeros, ¿tienen algunas estrategia para llegar a esos votos?
-La ciudad tiene que ser abierta, cosmopolita, nos tenemos que enorgullecer de eso. Nosotros tenemos la cancha frente a la villa 1-11-14 que está dividida en cuatro grandes comunidades: bolivianos, paraguayos, peruanos y argentinos. Y nosotros venimos trabajando ahí hace mucho. A mí me encanta que Buenos Aires sea una ciudad cosmopolita, me encanta que tengamos tanta inmigración colombiana, venezolana -no lo que está ocurriendo en Venezuela-, tenemos que jactarnos de eso, de ser una ciudad que recibe a los inmigrantes, multicultural.
-¿Hacen campaña en la 1-11-14?
Campaña no, tenemos un vínculo permanente hace siete años. Entro como si fuera el patio de mi casa. No me hace falta hacer campaña.
-Grabois criticó que no había pobres en las listas…
-Hay gente de clase media, clase medida-media.
-Pero pobres, no…
-El problema que tiene ese tema es que la democratización de ese tipo de lugares es difícil para gente que tiene que laburar todo el día y que tiene otras preocupaciones. Por supuesto que lo que dice Grabois en cuanto a la representación tiene algo de cierto. Pero es un problema del sistema representativo democrático, no de una lista.
-En las últimas semanas hubo algunos casos de “fuego amigo” y Alberto Fernández tuvo que salir a aclarar cosas. ¿Están pagando cierto costo de no tener una campaña más unificada?
-Me parece que la campaña tiene un costado que está bueno, con todas las complicaciones que eso tiene: es una campaña poco coacheada y le muestra a la gente lo que son los candidatos. Entonces en algún punto veo que hay políticos que están sobrecoacheados, que ven un día una encuesta y dicen algo, y al otro día dicen otra cosa. Son tipos que no tienen ninguna convicción, hablan y gobiernan en base a lo que dicen las encuestas. Eso es un peligro. Cuando se pierden las convicciones y las decisiones las tomás solo en base al humo social, es un país que puede terminar en cualquier cosa.
-Dijiste que no tenías planeado ir a lo de Marcelo Tinelli a hacer campaña porque la política se tiene que debatir en otros ámbitos, ¿no estás desaprovechando una posibilidad de ganar conocimiento?
-Yo iría a cualquier programa a hablar porque creo que el debate hay que darlo en todos lados, pero también hay algo que pasó con la política en los ’90 y que por ahí vuelve a pasar ahora que es vaciarla de contenido, desideologizarla. Para mí eso es un peligro. Cuando te dicen que no hay ideología, que “lo importante es hacer cosas por la gente”, ahí perdimos (risas). Ahí seguro que van a perder los que menos tienen y van a ganar los que especulan.
¿Pero no te vendría bien ir a un programa como ese?
-Pero al de Mariana Fabbiani, por ejemplo, yo puedo ir a contar lo que pienso. En lo de Marcelo es difícil porque no me va a hacer una entrevista. Creo que está bueno que te conozcan de otra manera. Es una convicción personal que entiendo que a algún gurú le puede no gustar. Tenemos que revalorizar la política como herramienta para transformar la realidad. Ponerla en valor significa ir a discutir, dar debates públicos, me parece que es por ahí.
-Supongamos que no ganás pero hacés una muy buena elección, ¿en qué rol te ves para mantenerte relevante políticamente de cara a 2023?
-No lo pienso estratégicamente de esa forma. Sí pienso seguir vinculado porque es algo que me interesa. Me gusta y en estos años descubrí que tengo vocación de servicio público. Si no gano seguiré con la misma inquietud política que tengo ahora.
-Están hablando mucho de educación y salud, ¿cuál es la propuesta del Frente de Todos en seguridad?
-Lo primero que hay que decir es que efectivamente hay más policías en la calle y eso es para celebrar. Lo que nosotros vemos es que es el distrito donde menos se denuncias los delitos contra las personas, entonces no tenemos estadísticas para trabajar. La gente no denuncia porque no confía en la policía.
-¿Cómo se revierte?
-Recuperando la confianza en la policía y en los procesos
-¿Pero cómo?
-La confianza a la policía se devuelve con un proceso largo, pero hay que tomar medidas para eso. La Policía de la Ciudad tuvo problemas, tuvo jefes muy cuestionados. Yo creo que hay que atacar a las mafias y eso requiere una decisión política.
-¿Y desandar la doctrina Chocobar?
-Eso sin ninguna duda, eso es una barbaridad. El otro día me preguntaban si estaba a favor de la pistolas Taser. Uno siempre está a favor de la tecnología, lo que tiene que haber es capacitación para su uso, que es lo que está faltando.
-¿Entre las cosas que le reconocés al gobierno porteño incluís la Policía de la Ciudad?
-Yo celebro que la Nación le haya transferido los recursos para tener la policía de la ciudad. Era un reclamo histórico.
-¿Darías marcha atrás con alguna política actual del gobierno porteño?
-Un tema que es crucial es la vivienda: el 30% de los porteños alquila. Es un tema constitutivo de la clase media, que se basaba en pilares como la vivienda propia, el auto propio y la educación pública. A la vivienda propia es prácticamente imposible acceder, aún aunque tengas un buen sueldo. La ciudad no tiene política para ayudar a los porteños a comprar viviendas.
-¿Creés que debería tener como un Procrear porteño?
-Lo podría hacer tranquilamente. Y además, en vez de vender tierras públicas a mansalva -porque cada vez que van a hacer una obra dicen que venden para financiarla-, ¿por qué no interviene en el stock inmobiliario? ¿Por qué no hacen viviendas públicas para bajar el precio del metro cuadrado y que los porteños puedan acceder? Esas son para nosotros las prioridades. La gran mayoría de los porteños que no puede acceder a la vivienda es de clase media, hoy no puede ni soñar con tener una casa. ¿Cómo el Estado no interviene? Solamente hacen negocios cuatro vivos, los especuladores inmobiliarios.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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