Martin Ciccioli: "Me afectan mucho mis informes, a veces lloro en la cena con mi mujer"

Pasó 15 años de su vida en Rock & Pop y volvió a conducir la primera mañana. “Yo no quería trabajar en radio: yo quería trabajar en Rock & Pop, con esos referentes como Lalo (Mir), Mario (Pergolini). Y terminé laburando con todos”, dice Martín Ciccioli, acostumbrado a que el despertador suene de madrugada y que él se levante sin despertar a su mujer y sus dos hijos. “Por más que haga una revolución y venga con una topadora, creo que no se despiertan. Es justo en el momento que están más dormidos todos”, le cuenta a Teleshow.

—Sobre la vuelta a Rock & Pop, dijiste que por un lado es estimulante. Pero que también tenías miedo de encontrarte con esos fantasmas, de cuando eras soltero y no tenías hijos. ¿A qué te referías?

—Eso puede ser interpretado como que uno era un desastre, pero no. Yo era un pendejo con muchas ilusiones en aquel momento, me parecía todo un sueño hecho realidad, pero también veía que había una gran diferencia entre los Pergolini, los Lalo Mir y uno, que entraba como un atorrante. Los fantasmas son esos sueños.

—No tiene que ver con haber descontrolado…

—No. La verdad que el mito Rock & Pop yo no lo viví. Entré y todos hablaban como que antes habían sido un desastre. Pergolini, Bobby (Flores), todos decían: “No, en los 80 fuimos…”. Yo entré en el 97 cuando ya eran señores más grandes, pero bueno, esa locura no la viví. También creo que está un poquito agrandada, que todo se sobredimensiona. A todos les fue re bien, los ves que están bárbaros, súper vitales, con laburo todos. O sea, no eran los Rolling Stones del 69.

Martín Ciccioli cumplió 20 años ininterrumpidos de radio y volvió a la Rock & Pop donde conduce la primera mañana

—¿Qué es lo que tanto disfrutás de la radio?

—No me imagino sin radio. El año pasado cumplí 20 años ininterrumpidos de FM, y en radios de rock, siempre. No sé cómo sería la vida sin radio. Porque en la televisión sos un poco más muñeco, por más que seas periodista. Yo me meto en terrenos súper reales, donde hay un salto muy grande entre la locura que vivimos dentro de los canales, en los medios, los egos heridos, los premios, y después ir a la realidad y ver tantas formas de vida… Son golpes de realidad que están buenísimos, porque adentro de un canal de televisión podés transformarte en un muñeco medio pendiente de la mirada de los otros. Yo por suerte no tengo ni dos minutos de eso. Quizás desde mi mirada de clase media a veces encuentro mayor felicidad en un barrio donde falta de todo que la paranoia que hay donde vivo yo.

—¿Qué aprendiste en la calle?

—Que hay muchas formas de vivir la vida. Uno sigue a veces el modelo del padre: yo a mi viejo lo vi siempre estresado, siempre trabajando, siempre preocupado en el mañana, y de alguna manera tengo ese ADN. Veo que hay gente que disfruta más de cierta inmediatez; yo siempre estoy preocupado, pensando dentro de cinco años.

—Es un medio súper inestable, uno siente que tiene que hacer todo lo que pueda porque a fin de año no se sabe si los contratos siguen o no. A veces hay que parar la pelota y poder decir: “¿Cuál es el costo?”. Vos ni siquiera dormís la siesta que duermen muchos de los que hacen la primera mañana, porque te vas al Diario de Mariana, te quedás en el canal, en algún momento salís a grabar…

—Es agobiante. Cada año digo: “Lo vamos a cambiar”. Pero no me animo. El mito de que este medio es inestable es de toda la vida, siempre corrió. Ahora quizá sea aún peor porque cualquiera hoy puede ser un emisor, puede emitir un mensaje y si logra mandar un buen mensaje puede ser muy visto, y llamar la atención. Después, hay que ver cómo lo sostiene. Pero hoy ciertos medios de comunicación parecen dinosaurios al lado de emisores que vienen con otras inquietudes. Antes vos decías “Soy periodista”, te iba más o menos bien y vivís. Hoy no sé cuán rentable es una persona, ya no una empresa, queriendo vivir del periodismo, porque de acá a cinco años no sabés cómo va a ser esto. Cada vez hay más contenidos que ya no sabés si vienen de profesionales o no.

—En algún momento se pensó que la radio iba a desaparecer con el surgimiento de la televisión, y la radio no desapareció.

—A la radio la salva la concentración de gentes en las ciudades, tránsitos pesados en los autos. La radio de hoy vive en los autos. Y obviamente todavía hay una generación que se levanta a la mañana y pone la radio y no la televisión. Pero yo creo que en el auto está la defensa de la radio. En el llegar tarde a todos lados.

—¿Cuál fue el informe que más te golpeó, con el que más sufriste?

—Y… son varios. Uno que hice la semana pasada, por ejemplo, es una historia que podría parecer una historia más: el crecimiento demográfico en la provincia de Buenos Aires es notable y el Estado corre atrás de eso, en todo. La Matera en Quilmes. Como no pasa la recolección de basura, ¿cuál es el sistema? Van los carreros que viven en los barrios y tiran la basura a tres cuadras de la zona urbanizada. A veces la tiran en un arroyo y taparon el arroyo directamente; o se dedican a la quema, a las 7 de la tarde hay uno que va y prende fuego la basura. En invierno los chicos se enferman. Y qué tema se planteó cuando lo grabamos, algo que hace tres años no nos hubiéramos planteado: “Che, pero el carrero va con un caballo, tracción a sangre”. Empezó un debate grabando, ¿pero qué le vas a decir a este tipo que no tiene laburo, que no le recolectan la basura y que es un rebusque con el que gana dos mangos? “¿Cuándo empezaste a ser carrero?”, le pregunto. “A los ocho años me subió mi viejo”. Él tiene la misma historia que su hijo, porque estaba acompañado de su hijo que tenía ocho años, y él estaba repitiendo la historia de su papá.

Martin Ciccioli junto a Carolina, su mujer y sus hijos Mia (11) y Benito (5)

—¿No hay movilidad social en la Argentina?

—Pareciera que cuesta mucho. El crecimiento demográfico lo tenés y pareciera que la pobreza aumenta en una escala mayor a otros sectores que pueden aspirar a otro tipo de vida. Tenés que ser Messi para salir. Ese chico que va acompañado de su padre, con el calor del verano, moscas, juntando basura, tirándola en un lugar donde también hay basura, y están ahí nomás, a diez minutos de Canal 13, no es muy lejos, eh. Está muy naturalizada la extrema pobreza y las condiciones indignas de vida. Tirar basura a un arroyo y taparlo, después generar inundaciones cuando llueve, después quemarlo y que el humo entre a las casas, a 10 minutos de Capital. No es que te tenés que meter muy adentro.

—¿Cómo haces para no llevarte eso a tu casa?

—Me lo llevo.

—¿Cómo llegás y ves que tus hijos comen bien, que están calentitos, que van al colegio?

—Me afecta mucho, mucho. Cuando veo a un chico de cinco años como el mío… Es caprichosa la vida. Vuelvo muy cargado. A veces lloro en la cena con mi mujer. Ella se acostumbró un poco a tener un marido sensible. Me da mucha pena: aunque tengas muy buenos gobiernos es difícil mover esta pelota, atravesar la pared. Porque vienen de muy abajo y si el mundo hoy está complejo para cierta clase media que tiene formación, acá todavía hay tantas cosas para hacer. El trabajo de hora hombre, que es lo que el mundo moderno busca evitar. Hoy una entrada de cine te sale menos si la sacás por Internet. Vas a los bancos: no hay nadie. El mundo moderno evita al hombre. Es jodido. ¿Qué queda entonces para el que viene de muy abajo? El colegio, la escuela en la provincia de Buenos Aires, todos los veranos la misma historia: que no empiezan las clases, esté quien esté. Ese chico que tiene una formación inferior se para en algún lado, porque sino para qué van a estar, para el trabajo de esfuerzo, para una empresa de limpieza. ¿Cuáles son los trabajos a los que puede aspirar un chico de La Matera? Ese chico tiene que ser un crack o sacar súper notas en el colegio para que un día alguna historia trascienda, porque si no es muy difícil.

Martín Ciccioli acompaña a Mariana Fabbiani en canal 13

—¿Crees que sale la despenalización del aborto?

—No creo. Me parece que en el Senado se puede trabar. Hay menos información de la que se cree sobre el aborto. Está bueno que se debata. Hay un prejuicio, hay ideas instaladas, de los 500 mil abortos por año, son números que quedaron como marcas. Creo que también hay cuestiones de clase media de interrumpir un proyecto de vida de una chica que queda embarazada, a una chica que quiera tener o no un hijo a los 15. Vos vas a los barrios y esto es educación sexual, que no se da por presiones de grupos hegemónicos o de grupos conservadores. Las madres son muy jóvenes en los barrios humildes, muy jóvenes. Yo veo madres con muchos hijos a los 23 años y no se les pasa por la cabeza el aborto; en la clase media creo que sí.

—¿Vos creés que la clase media utiliza a los más humildes para hablar del aborto?

—No, quiero ser cuidadoso con las declaraciones porque siempre se recorta todo. Sí creo que en la clase media el quedar embarazada a los 15 años es un punto de stop y decir: “Qué hacemos”. En los barrios más humildes la alternativa del aborto no sé si se presenta. Pero me parece que, obviamente, hay que dar el debate.

—¿Dónde la imaginás a Cristina Kirchner de cara a 2019?

—Viene de perder, perdió en la provincia de Buenos Aires, en el bastión del peronismo, y con ella en la boleta. Y perdió contra Gladys González.

—¿Cómo la va a recordar la historia?

—Te voy a poner un ejemplo: (Ricardo) Alfonsín. Alfonsín durante 10 años fue mala palabra, te lo dice el hijo de un alfonsinista. A todos lados donde iba, me mataban. De repente resucitó en la mirada, pero estuvo en el piso diez años. Hay cosas de Cristina que cierta parte de la población recordará con nostalgia y hay otros que dicen: “Por favor, nunca más”. Quiero ver qué pasa con (Carlos) Menem, por ejemplo, que lo tenemos olvidado: todavía está ahí en una banca, todavía no se levanta del piso. Pero todos consiguieron reelecciones, eh, y casi con el 50% de votos. Y ahora (MauricioMacri, que no podía gobernar, va a la primera elección de medio término y la gana. Y están todos los peronistas en el piso y no sabés quién se levanta primero. Nada es tan previsible en este país. La sociedad va cambiando la piel y de repente pone límites. Menem quiso volver en 2003 y la gente le dijo: “No”. Y Cristina ahora quiso salir a la provincia y, repito, perdió en la provincia de Buenos Aires con Gladys González.

—¿Cómo te encuentro en cinco años, si salió todo genial?

—Espero que mejor. Soy un muchacho que tiene capacidad para el estrés. No es estresado el que quiere, es estresado el que puede. Y yo tengo como mucho estrés acumulado de años; espero aprender a vivir mejor. Viendo tantas otras formas de vida que, supuestamente, a veces son peores, decís: “La clave está en la inmediatez, en disfrutar este momento”. Uno a veces no puede con su ADN, pero realmente los que piensan menos viven mejor.

ENTREVISTA COMPLETA



FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

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