Rodeado de tumberos duros y delincuentes comunes, Mariano Mera Alba se sienta incómodo en una celda por primera vez en tres años luego de ser uno de los prófugos más oscuramente famosos de la Argentina. El Juzgado N°56 lo buscó por secuestrar y golpear en las inmediaciones de la cancha de Boca a J., una mujer que había comenzado a vivir con él, junto con sus dos hijas. Por esta causa, dos hombres del municipio de Merlo, del que Mera fue asesor, terminaron condenados a más de cinco años de cárcel el año pasado, una decisión del Tribunal Oral en lo Criminal N°10. Al seguir prófugo, evitó el juicio en su contra. En 2018, Mera ya había sido denunciado en la UFI N°8 de Morón por otra mujer. Allí, lo acusaron de abuso sexual entre otros delitos. Las dos causas se entrelazan entre sí: Micaela habría comisionado o direccionado a J., afirman Mera y su defensa, para que declaren en su contra.
El Ministerio de Seguridad de la Nación había colgado una recompensa de 1,5 millones de pesos sobre su cabeza. Interpol lanzó una alerta en su contra a nivel internacional Su cara fue reproducida una y otra vez en artículos de diarios y especiales de televisión. Pero el hombre no caía. Muchos mantuvieron esa pregunta en el aire: ¿dónde está Mariano Mera?
Ciertamente tenía recursos para escapar. El abogado de 53 años es un hijo de la política, ex asesor de la intendencia de Merlo y un representante ante alta esferas del poder, hijo del fallecido ex ministro del Interior Julio Mera Figueroa, ex candidato en las elecciones de River Plate. Diversas versiones indicaban que una supuesta cadena de favores lo mantuvo prófugo junto a la connivencia de fuerzas de seguridad.
Podría haberse ido al exterior, para vivir en la Triple Frontera, en Ipanema, en el Congo o con un bigote falso bajo una palmera del Caribe, pero la división Búsqueda de Prófugos de la Policía Federal lo arrestó el martes 13 en la zona de quintas de Francisco Álvarez en Moreno, a casi 14 kilómetros de la casa de Merlo que había sido su último domicilio declarado. Mariano Mera no se había ido a ningún lado. Siempre estuvo aquí.
“A Moreno me fui ahora”, afirma: “Vivía en Capital, en mi casa de Paraguay y Ayacucho. Iba a firmar las llegadas tarde al colegio de mi hija estando prófugo. Seguí viviendo en mi casa. A mí los que me detuvieron la primera vez me dijeron: ‘Si no abrís la boca, no vas a tener problema’”.
Hoy, Mera rompe el silencio con Infobae, su primera entrevista tras las esposas y la nueva jaula. Dice ser inocente, que todo es un montaje en su contra, una conjura para destruirle la vida y que tiene supuestas pruebas para demostrarlo. Dice que hay cosas que le dirá a la Justicia solo en forma personal: “No voy a arriesgar mi vida por nada”, afirma.
-Si usted es inocente, ¿por qué se mantuvo prófugo tres años en vez de ponerse a derecho?
-Estuve prófugo porque la primera vez que me detuvieron me dieron una paliza espantosa, me soltaron once dientes. No lo dije presencialmente ante el juez de mi causa, que me indagó por webcam. En Merlo, enfrenté al narcotráfico con un programa basado en parroquias y el vuelto vino por ese lado. Tuvieron el poder para hacerme lo que me hicieron.
-¿Pero ese enemigo es hipotético o tiene nombre y apellido?
-Creo que estuve muy cerca de saber quién era el nuevo barón del conurbano. Fui delegado de Merlo ante la Corte Suprema. Con la Iglesia armamos los buzones para que la gente denuncie el narcomenudeo. En Merlo, funcionó tan bien que estoy seguro le toqué los intereses muy profundos a alguien. El interés siempre fue “fuera Mera de Merlo”. Acá no te lo voy a decir. A alguien voy a perjudicar. Querían sacarme de Merlo. Esto es un garrón, una injusticia total. Estoy preso por un vuelto de la narcopolítica del oeste.
J., querellante en la causa por su propio secuestro, habló con Radio con Vos luego de que Mera fue arrestado. “Que sufra, que viva todo lo que yo viví”, aseguró. Mera asegura que la conoció muchos años antes “cuando ella tenía 16″ y había sido desalojada con su familia. “Mi madre la ayudó con una fundación que tenía”, dice el abogado. En su entrevista, la víctima afirmó que fue a la casa del acusado por “una promesa de trabajo en la Municipalidad de Merlo” y estuvo “alrededor de un año viviendo en su casa con la promesa de este trabajo que nunca llegó”.
“Todo el año que estuve ahí han sido un montón de humillaciones y de abusos hasta que él me viola, todavía me cuesta decirlo, y después de ese hecho yo me escapo”, continuó: “Pude salir de ahí, me fui con mucho miedo, no quería denunciar por lo que me podía pasar, porque vi de lo que era capaz, hasta que vi a otra chica que lo había denunciado y entendí que mi testimonio era también muy importante”.
El secuestro ocurrió en las inmediaciones de la cancha de Boca. “Yo la fui a buscar porque me lo pidió”, afirma Mera, “contra el consejo de mi abogado”, en medio de un supuesto problema personal de J. Allí, según la víctima, abusa de ella y la golpea para llevarla de vuelta al Oeste.
J. incluso aseguró que Mera contó con el apoyo de la barra de Boca para su secuestro. J. según su propio relato tenía sus propios vínculos con elementos de la hinchada. La pregunta al abogado preso es obligatoria.
-¿Usted conoce a Rafael Di Zeo o a integrantes de La 12?
-Eso es un invento, una operación política. Es tan invento que no se tomó ninguna medida en esa dirección. A ella la están guionando para desarrollar esa idea.
Mera puede ser más elíptico, misterioso. Hay otras cosas, dice él, que no puede decir, que lo hará oportunamente frente al juez del caso, Alejandro Litvack, cara a cara.
Pero en su relato asertivo, claramente estudiado y donde se expresa sin reservas, incluso revelando intimidades de su víctima, Mera afirma que fue acusado sin pruebas duras, que lo que tiene el Tribunal N°10 en su contra no es suficiente. Insiste una y otra vez con el mismo término. “Todo fue un fraude procesal, grabátelo”, asegura. El caso comenzó con una calificación original de secuestro coactivo, agravado por la participación de más de tres personas, lesiones dolosas leves y robo en poblado y en banda, todos en concurso real, según documentos judiciales consultados por Infobae.
La calificación fue modificada con el tiempo, algo que Mera, en sus cálculos, cree que le juega a su favor. Ernesto Ariel Duarte y Osmar Claudio Moyano, los condenados, que llegaron al proceso bajo prisión preventiva, recibieron el martillo como coautores del delito de privación ilegítima de libertad, agravada por haber sido cometida con violencia y amenazas en concurso ideal. Juan Schirmo, el tercer acusado, fue absuelto. La escala penal original establecía una pena mínima de diez años.
La causa tiene momentos curiosos. De acuerdo a un documento de la Cámara de Casación, la ex pareja de Mera actuó como perito en el caso y analizó a J. y a sus hijas, algo que fue protestado por las defensas en marzo de 2021, pidieron que sea convocada a declarar en vez de que su testimonio sea incorporado por lectura, pidieron también que su informe sea anulado, algo que rechazó el fiscal del proceso, Oscar Ciruzzi. “La fueron a buscar a mi ex mujer para esto”, dice Mera. Así, las defensas de los acusados presentes pidieron recusar a todo el Tribunal, algo que fue rechazado por la Cámara, con la firma del juez Mario Magariños.
“Acá se manipula evidencia para imputar. No hay cámaras. Santilli esclareció en minutos el homicidio de un diputado gracias a las cámaras. En la causa en mi contra no hay nada. Debería haber pasado por 14 cámaras, peajes, domos, el Parque Lezama. No hay nada. La fiscal del caso dice que se perdieron las cámaras de ese día por ‘un error administrativo’, es muy alevoso. El test de Luminol en mi auto dio negativo”, afirma. Hasta tiene una coartada para la denuncia de abuso en su contra: “Ese día estaba dando un discurso en River”.
Pero, por sobre todo, Mera hoy deposita sus esperanzas en su propio caballo de Troya: un teléfono que, asegura él y su defensa, habría pertenecido a J. La condena del caso incluye el delito de robo: el artículo robado es, precisamente, este celular.
La joven “se lo deja escondido” a Pedro Mallada, ex pareja de J., histórico asociado de Mera e imputado original en la causa, luego sobreseído. Ese teléfono, que ya fue mencionado como un argumento defensivo en el pasado, tiene una larga historia, con -supuestamente- una gran cantidad de contenido que podría favorecer al abogado. Allí hay más de una decena de audios que podrían indicar una supuesta conjura entre las dos mujeres que denunciaron a Mera para destruirlo, con prebendas por casas que llegan al IVC. También, hay una supuesta foto de J. en la tribuna de Boca el día de su secuestro, lo que derrumbaría su historia.
Infobae recibió los audios y los analizó. Son por lo menos sugerentes. Pero no hay una pericia de voz oficial que los valide, lo mismo una pericia digital que confirme la proveniencia de diversas capturas de pantalla. Los contenidos del teléfono fueron oportunamente rechazados por el Tribunal N°10, dice la defensa, al haber aparecido posteriormente al plazo del juicio. En todo caso, Juan Manuel Casolati, defensor de Mera, asegura que pedirá esa pericia y que el contenido sea considerado.
“Ahí estaban todas las pruebas de la transa narco”, asegura el detenido. En su relato, llega a vincular a la familia de J. a elementos del negocio narco en el Oeste, precisamente a una tía de J. con antecedentes penales, presa “en Ezeiza” por “camellear cocaína en pañales”. Dice que todo está en el teléfono, que por ahí pasa su liberación.
Hoy miércoles por la mañana, pocas horas después de la salida de esta nota, Mariano Mera fue finalmente procesado por el secuestro de J. El juez Litvack decretó que permanezca bajo prisión preventiva y embargó sus bienes en 1,5 millones de pesos, según el fallo al que accedió este medio.
El revés es significativo. Litvack revirtió la calificación del caso a su forma original: secuestro coactivo agravado por la participación de más de tres personas en concurso ideal con el delito de robo agravado en poblado y en banda. No solo le creyó a la víctima. Consideró un cúmulo de pruebas como informes psicológicos que hablan de cuadros de angustia de J. en sus declaraciones. También, se valoró el estudio de la ex pareja de Mera, que habló de lesiones como una “excoriación en puente de nariz, excoriación en codo izquierdo y hematomas en ambos antebrazos, heridas con una data estimable de producción de aproximadamente cuarenta y ocho horas, ocasionadas por el roce y/o golpe contra superficie dura y/o rugosa”. Las lesiones, según el juez, coinciden con el relato de J. y se ajustan a la fecha del hecho.
Mera, en repetidas ocasiones durante la entrevista, aseguró que J. no había sido golpeada.
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